MARTHA CANSECO GONZÁLEZ (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). ¡Vaya que polémica provocaron en Face Book los posts de las reinas magas!, pero sin lugar a dudas fueron mujeres la mayoría de las personas que estuvieron de acuerdo con lo que se publicó en las redes.
Y lo que veo más allá de lo planteado, es la heterosexualidad obligada para las mujeres, de esa que habla Monique Witting y que explica muy bien Karina Vergara Sánchez, cuando dice que no sólo se refiere a una orientación sexual si no que exige pleitesía a todo aquel ser con pene.
Las mujeres tenemos que aplaudir, ensalzar, preponderar todo lo que hacen y no hacen los hombres, cercanos, lejanos o desconocidos, incluso hacer suyas nuestras ideas y nuestros triunfos. Y todas y todos tenemos que invisibilizar, callar, ocultar y menospreciar todo lo que hacen las mujeres, cercanas, lejanas o desconocidas.
La heterosexualidad obligada para nosotras, pero no para ellos. Entre ellos existe una cofradía de amor, reconocimiento y ensalzamiento que no alcanza para nosotras.
Y sí ustedes son muy observadoras y observadores pongan los ojos en los aspectos, aparentemente, más sencillos y nimios y lo podrán ver con amplitud porque es una manera aceptada de ser, para ellos y para nosotras.
Un par de ejemplos muy sencillos: una de mis hermanas ha tenido muy mal tino para elegir parejas, por supuesto ha sufrido violencia. Uno de ellos, un hombre sin estudios, con un salario mucho menor que el de mi hermana y múltiples compromisos financieros, fue aceptado en el seno familiar. Solíamos salir a comer a algún restaurante los domingos, todas y todos sabíamos que él no tendría para pagar, aun así, cuando llegaba la cuenta, mi hermana le deslizaba un fajo de billetes por debajo de la mesa y él muy orondo pagaba la cuenta de los dos. El chiste era que él no quedara mal. Nunca entendí esa dinámica.
Hace apenas unos días, al salir de la cocina económica a la que voy a comer bastante seguido, el único hombre que estaba comiendo ahí se quejó porque no nos despedimos específicamente de él y sólo dimos un ¡buenas tardes! general.
Es muy interesante ver a algunos hombres que manejan y asumen de inmediato que a ellos los tenemos que dejar pasar, ¡porque tienen prisa! En más de una ocasión he tenido incidentes de tránsito por esta manera machista de conducir, hasta donde sé las reglas de tránsito son para todas y todos.
Les ha tocado en alguna ocasión que estén haciendo cola en la farmacia para pagar y no falta el hombre que se cuela al principio de la fila para que le cobren primero y lo peor, ¡que el cajero o cajera los atiendan! Como sí las y los demás fuéramos ciudadanos de segunda. Yo siempre reclamo mí derecho.
Donde compro el agua purificada, un hombre pasó directamente su botellón para que se lo llenaran primero, a pesar de que yo estaba esperando mis botellones llenos de regreso, exigí al encargado que me terminara de atender, entonces el agresor se fue sobre el empleado a insultos, el joven estaba realmente espantado. Yo no me moví de mi lugar, tuvo que esperar a que me atendieran, claro aquello termino en insultos para el empleado y para mí, lo bueno es que se me resbalan.
Amigas, amigos, no están hasta el copete de calles Juárez, Hidalgo, Abasolo, Villa, Zapata, etcétera, hasta el pueblo más polvoriento las tienen. Primero, como si no hubiera más hombres que reconocer y segundo, como si las mujeres no existieran. No me lo van a creer, llevo 30 años haciendo la misma sugerencia al Congreso de Hidalgo, que cada 8 de marzo, día internacional de la mujer, una calle de cada municipio sea rebautizada con el nombre de las heroínas locales, maestras, médicas, arquitectas, parteras, cocineras, etcétera. Seguiré insistiendo.
Por todo lo anterior, me causó asombro que varios hombres que participaron en los hilos que se desarrollaron en la red por lo de las reinas magas, se quejaran de la insistencia de las mujeres en ser reconocidas. No cabe duda que los privilegios causan ceguera y sordera y uno de ellos es el abandono familiar de tantos hombres. Las y los mexicanos bien podríamos levantar el monumento al padre desconocido.
¡Las mujeres no somos reconocidas, a pesar de que el mayor peso social, económico y cultural, lo cargamos nosotras!
Lo que más gusto me dió de esta polémica fueron tantos comentarios de tantas mujeres que ya no aceptan quedarse en las sombras que el patriarcado nos impone. Hace algunas semanas hablé en esta misma columna sobre la incomodidad, que cada vez más es mayor y sienten muchas mujeres por la situación actual. En mi época eso se llamaba “malestar de género” empezó de manera casi individual lo que percibo es que se está generalizando.
Estoy segura qué, si los hombres hacen los cambios urgentes que les tocan, nos habremos de encontrar ellos y nosotras en la equidad, la igualdad, la solidaridad, el amor y los buenos tratos. ¡Ese es mi mayor deseo para el 2023!