TERESA MOLLÁ CASTELLS (SemMéxico, Ontinyent, Valencia, España). El feminismo lleva años denunciando la profunda patriarcalización de la justicia, tanto en su elaboración que atañe a los tres poderes del Estado.
Atañe al ejecutivo que manifiesta su voluntad política de elaborar leyes que ha de aprobar, mediante negociación con otras fuerzas políticas si no se tiene mayoría absoluta, en el Parlamento.
Afecta al legislativo porque es quien ha de aprobar las leyes y darles su forma definitiva.
Y, por supuesto afecta al judicial que es quien ha de interpretar y aplicar dichas leyes.
Por tanto, cuando se denuncia esa patriarcalicación de la justicia, en realidad no hablamos solo de la interpretación de las leyes, que también, hablamos, en definitiva, de cómo ese proceso viene mandatado por el sistema patriarcal, cuando no se quiere escuchar a las voces expertas que pueden advertir sobre lo que puede ocurrir si se descuidan algunos aspectos que suelen pasar desapercibidos. Mejor dicho, que el patriarcado se encarga de hacerlos pasar inadvertidos para su mejor gloria y pervivencia.
Las mujeres lo vivimos en primera persona cuando no se quiere escuchas al feminismo porque siempre salimos perdiendo. Ha ocurrido muchas veces, sobre todo cuando ha habido mayorías absolutas y concretamente cunado esas mayorías han sido de derechas. Y no solo hablo de mayorías políticas, también me refiero a las judiciales.
Lo estamos viviendo en este mismo momento con la tramitación de la llamada “Ley Trans” en la que, a través de la tramitación de urgencia, impulsada por grupos de presión que están marcando la agenda del Ministerio de Igualdad, y al equipo político que lo dirige, se ha usurpado la necesaria discusión parlamentaria y la imprescindible comparecencia de voces expertas para asesorar a quienes han de aprobar dicha norma, con el menos perjuicio social para la mayoría de la población, que somos las mujeres.
Ocurrió lo mismo con las advertencias que, desde el feminismo, se hicieron ante la aprobación de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida como ley del solo sí es sí, que se obviaron dichas advertencias y las consecuencias no se han hecho esperar. Hasta el punto en que ya se ha realizado una modificación y el Tribunal Supremo ha hablado a través del recurso que uno de los condenados por el llamado “caro Arandina” realizó en su momento por su sentencia condenatoria.
El Tribunal Supremo ha sentenciado en virtud de la legislación “más favorable para el reo”, olvidándose, una vez más de las víctimas. Se busca por todos los medios “salvar” al agresor de pasar más tiempo de condena en prisión a través de esa aplicación más favorable, que en el fondo es profundamente patriarcal.
Y lo es no solo en la aplicación de la norma. Lo viene siendo desde el inicio. Y peca, por no haber hecho caso al feminismo cuando advirtió que esto que ya está pasando, podía pasar. Lo negaron desde el Ministerio de Igualdad. Y ya está pasando.
Y se trata de una forma más de violencia machista. La estructural, la que se ejerce desde las estructuras de poder. Hay quien afirma que esta forma de violencia es eminentemente económica, pero tiene, como estamos viendo en los ejemplos de la tramitación de estas dos leyes, por ejemplo, muchas más aristas que las económicas.
La falta de formación teórica feminista por parte de la mayoría de la sociedad conlleva estas situaciones, que más de la mitad de la sociedad que somos las mujeres y las criaturas salgamos perjudicadas en demasiadas ocasiones, como la que menciono del caso arandina.
Pensar solo en el beneficio del reo y nunca de las víctimas es estar permanentemente buscando, consciente o inconscientemente, justificar la naturalización de hechos violentos contra las mujeres, como los ejercidos en dicho caso sobre el que se ha pronunciado el Tribunal Supremo. Y eso se llama patriarcado en estado puro, le pese a quien le pese.
Y no busco exculpar a los jueces y juezas, en absoluto. Lo que pretendo es reflexionar en cómo desde los tres poderes del Estado se ejerce, directa o indirectamente, violencia estructural contra las mujeres y las criaturas en cada ocasión en la que no se escucha a voces feministas expertas en la propuesta y elaboración de leyes que buscan, al menos teóricamente, proteger y consiguen justamente lo contrario al incorporar notables prioridades patriarcales de forma encubierta.
Y, al estar encubiertas, se naturalizan esas prioridades que siempre, siempre irán contra los derechos de las mujeres y que buscarán naturalizar un estado patriarcal injusto que busca el mantenimiento de los privilegios de ellos frente al sometimiento de los derechos de las mujeres y criaturas.
Hoy, más que nunca, son necesarias las voces de las expertas feministas teóricas y radicales para impedir más atropellos patriarcales en todas las fases de la elaboración de una ley y la aplicación de esta.
Que la izquierda posmoderna chupiguay deje de deslumbrarse por el brilli y escuche a las voces expertas para evitar males mayores en un futuro no tan lejano. Que haga autocrítica sobre el mal ya hecho y, de ese modo, evite males mayores en un futuro.
Todavía están a tiempo. Desde el feminismo se viene advirtiendo desde hace tiempo sobre las consecuencias ya reales de esa falta de escucha y de entendimiento.
Nunca podrán decir que no fueron advertidas y advertidos. Sobre sus consciencias caerán las consecuencias.