TERESA MOLLA CASTELLS (SemMéxico, Ontinyent, Valencia, España). Estamos en plena eclosión de los primeros y malos resultados de la llamada “ley de solo sí es sí”.
No soy jurista y, por tanto, esa parte la voy a obviar, pero lo que no voy a hacer es no comentar los resultados. Aunque sea un poco prematuro.
El movimiento feminista lleva muchos, muchos años denunciando que las violencias machistas no sólo asesinan físicamente a las mujeres y a las criaturas.
El próximo viernes conmemoramos un año más el Día Internacional contra las violencias contra las Mujeres. Y, según el portal Feminicidio.net, por violencias machistas de toda clase y, en lo que llevamos de año, han sido asesinadas 38 mujeres, según cifras oficiales; 2 mujeres no contabilizadas oficialmente; 20 asesinatos de mujeres a manos de familiares; 2 feminicidios infantiles; 7 feminicidios no íntimos; 3 asesinatos de mujeres por robos; 1 mujer asesinada por narcotráfico; 2 feminicidios sin datos suficientes y 1 menor asesinado en el marco de la violencia machista, lo que nos da un total de 76 asesinatos y feminicidios hasta el día seis de noviembre de este año.
76 vidas humanas perdidas por culpa de un sistema opresor que mata, mutila, viola y agrede a mujeres y criaturas para poder seguir manteniendo sus privilegios.
Recordemos que la más violenta, silenciosa y criminal de las violencias machistas, es la violencia estructural que, no solo atraviesa de forma transversal todas las estructuras de poder, sean estas económicas, políticas, judiciales, etc., también permite la reproducción de los estereotipos opresores a través de la socialización diferenciada que nos deja una marca indeleble de por vida tanto a hombres como a mujeres.
Y, como decía, la violencia estructural, también afecta a los poderes del Estado y los recorre pese a lo avanzado en los últimos años. De esa manera tanto a la hora de legislar como a la hora de aplicar esa legislación aprobada en el Parlamento, la mirada patriarcal implícita en la violencia estructural, vuelve a ejercer su poder sobre las mujeres. Y eso ocurre siempre que no se tenga la formación adecuada e, incluso teniéndola, a veces ocurre.
Tampoco podemos olvidar que ya son casi mil doscientas las mujeres asesinadas por violencias machistas las contabilizadas desde el año 2003, y, por tanto, solo así entenderemos la magnitud que este fenómeno tiene sobre la vida de las mujeres. Y, por tanto, lo que implica la correcta legislación de las normas y de la aplicación de las mismas leyes por parte de los agentes jurídicos implicados.
De lo contrario, volvemos a revictimizar a las víctimas una y otra vez, desde las propias instituciones que, teóricamente las deberías de proteger.
Quiero pensar que, con la aprobación de la Ley del “solo sí es si” se buscaba aumentar el grado de protección de las víctimas de violencias sexuales, pero, al menos hasta ahora, lo que se está consiguiendo, de nuevo, es proteger a los victimarios y revictimizar a las mujeres agredidas. De nuevo el patriarcado con todas sus armas buscando justificar a los agresores culpabilizando las mujeres de sus propias agresiones y sus consecuencias.
En feminismo no nos podemos permitir tener cortoplacismos. Hay que pensar a corto plazo, de acuerdo, pero sobre todo a medio y largo plazo. Y esto en política se ha de tener muy claro, puesto que de lo contrario nos podemos encontrar con que los plazos, medidos en tiempos electorales, se acaben volviendo en contra de las propias mujeres como ahora mismo estamos comprobando con la entrada en vigor de la ley antes mencionada.
La vida de las mujeres y la de las criaturas ha de ser protegida frente a un feroz patriarcado que no duda en usarlas y/o sesgarlas según sus deseos o necesidades.
Necesidades que, en demasiadas ocasiones, son consecuencias de deseos incumplidos por parte de las mujeres que, dentro de sus libertades no acceden a complacer al varón que deviene contrariado y, por tanto, se cree en el derecho de actuar según su propia ley.
Las violencias machistas en general y la estructural en particular deben ser tenidas muy en cuenta a la hora de legislar, para que no se “cuelen” dentro del texto definitivo que sea aprobado por las diferentes opciones políticas.
De ahí la necesidad de escuchar a personas que conocen en profundidad los temas durante la tramitación de esos textos legislativos. Sencillamente porque las violencias machistas tienes muchos rostros y se suelen camuflar de muchas maneras.
El próximo día 25 y los días anteriores y posteriores clamaremos en contra de las violencias machistas de todo tipo. Recordaremos los nombres de las mujeres y criaturas asesinadas. Y es necesario hacerlo.
Pero yo me sigo preguntando ¿Qué pasará dentro de unas semanas cuando el 25N quede un poco lejos de nuestras memorias? ¿Qué pasará cuando las compras navideñas ocupen toda nuestra atención?
Seguramente las violencias machistas seguirán actuando y, de una u otra manera, nos seguirán señalando claramente, quienes son los opresores y quienes las oprimidas.