En segundo término los crímenes de guerra y las torturas del ejército ruso contra ucranianos

MARÍA MANUELA DE LA ROSA AGUILAR. Miles de años de evolución y la condición humana poco o nada cambia, pues prevalece el interés económico, la política, el poder, antes que los valores superiores de la humanidad. A más de siete meses  de la invasión rusa a Ucrania la agenda internacional ha girado en torno a las repercusiones económicas, a los equilibrios hegemónicos, los problemas por el encarecimiento de la energía y los granos, que si bien son una prioridad por ser insumos básicos, la vida y  la dignidad de las personas, que deberían estar como formalmente se reconocen, como valores superiores, irónicamente el tema de las torturas y crímenes cometidos contra la población ucraniana, no han merecido la más alta prioridad que debieran.

Estados Unidos

El máximo defensor de la democracia, como lo dicta la tradición diplomática de los Estados Unidos de Norteamérica, se ha quedado sólo en declaraciones; sí contundentes, del presidente Joe Biden, quien desde el pasado 4 de abril pidió juicio por los crímenes de guerra contra  Vladimir Putin, llamándolo despiadado y criminal, luego del hallazgo de cientos de cadáveres de civiles en Bucha cerca de Kiev. El presidente Biden recordó que anteriormente había recibido muchas críticas por llamar a Putin “criminal de guerra”. Y ciertamente los hechos le dan la razón. El presidente norteamericano conoce bien al mandatario ruso, con quien ha tenido diferencias desde años atrás. Biden ya calificó de genocidio lo sucedido en Ucrania y al tiempo, pues las investigaciones, aunque lentas, están en curso.

En abril los medios internacionales dieron cuenta de la total destrucción de Bucha, así como de otras ciudades, en donde prácticamente quedaron ruinas y cadáveres por todas partes, así como un cementerio de tanques blindados que el ejército ruso ha ido dejando por su paso. En esta guerra, que ha sobrepasado todas las leyes internacionales y sobre todo las de la guerra, con una invasión injustificada, ha quedado de manifiesto el mal estado de los vehículos militares rusos, debido en gran medida a la gran corrupción que priva en ese país y decir de paso que ha dejado mucho que desear el adiestramiento de las tropas y su capacidad táctica, pues la resistencia ucraniana ha dado ejemplo de unidad, valor, astucia y una voluntad férrea por defender a su nación, con acciones heroicas que le han ganado la admiración del mundo entero. Aunque cabe mencionar que el ejército ruso ha empleado a miles de reclutas inexpertos en el frente, todos entre 18 y 19 años, quienes lógicamente han salido huyendo de la guerra, por lo que surge las preguntas obligadas: ¿dónde está el ejército profesional ruso? ¿quiénes han torturado y matado, los militares profesionales o los reclutas? Y si son éstos últimos, sería una doble tragedia, acabar con el candor natural de la juventud es un crimen imperdonable.

Ahora Putin ordena alistar a la segunda reserva, por lo que miles de ciudadanos han estado saliendo de Rusia hacia los países vecinos,  generando una nueva crisis migratoria.

La hambruna

El pueblo ucraniano ha estado sorteando no sólo el peligro de morir acribillado o víctima de las torturas por parte de los rusos, sino que, en busca de refugios, la población ucraniana ha tenido que salir de sus casas hacia lugares más seguros, pero la escasez de alimentos es cada vez mayor y hay personas que han pasado más de un mes sin probar alimento, por lo que también diversas organizaciones civiles han estado recorriendo el país para proporcionar víveres.

Y no sólo los ucranianos han estado pasando hambre, también los rusos, que no cuentan con buenos suministros, aunque lo que no les falta es vodka. Y  no han sido suficientes los saqueos para abastecerse de alimentos,  otro tema en la falta de preparación del ejército ruso, cuya logística definitivamente ha mostrado serias deficiencias, pues su servicio de intendencia por lo visto no ha contado con los recursos suficientes para mantenerse en la guerra.

Esta situación ha hecho recordar la gran hambruna orquestada por Stalin denominada “Holodomor” (matar de hambre en ucraniano), que mató a más de 7 millones de personas en toda la Unión Soviética, entre ellos a más de 3 millones de ucranianos.

La ONU ya alertó que debido a la invasión rusa, las tasas de desnutrición han estado aumentando en Rusia y Ucrania, pero debido al desabasto de granos la hambruna es una amenaza global, sobre todo para Egipto, Turquía, Irán y Bangladesh, que importan más del 60% del grano de los países en conflicto. Amén de varias regiones de África, que en los últimos tres años han estado sorteando este grave problema alimentario y los ha obligado a pedir la ayuda internacional.

El despojo de bienes y del orgullo

Una de as primeras acciones del ejército ruso al invadir Ucrania fue la destrucción del avión de transporte más grande del mundo, el Antonov An-225 Mriya (sueño en ucraniano), que era su orgullo nacional, una maravilla aeronáutica, ícono de Ucrania, que fue construido con un gran esfuerzo por ser un símbolo de orgullo que significaba la capacidad de Ucrania para realizar magnas obras, ya que fue por años una de las maravillas de la aviación comercial y militar. Esta aeronave medía 84 metros de largo por 18 metros de alto, 6 motores Progress D-18T con un empuje de hasta 23,400 kilogramos-fuerza cada uno durante el despegue, con un tres de aterrizaje de 32 ruedas, 4 bajo la nariz y 28 en la sección principal, en la mitad del fuselaje. Pero aún así, los rusos pudieron comprobar que el orgullo ucraniano no estaba centrado en esta maravilla tecnológica, pues al destruirla e invadir el país, lo que sí lograron fuer fortalecer el orgullo nacional y la unidad. Incluso en las regiones separatistas, el nacionalismo se robusteció, pues cabe señalar que si bien el ruso ha sido la lengua generalizada debido a la imposición bolchevique, la población tiene raíces eminentemente ucranianas y tanto el idioma como la cultura y costumbres ucranianas se han estado fortaleciendo con la guerra.

Condena de la Unión Europea

Desde el 17 de marzo la Unión Europea, en voz de Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, condenó las graves violaciones del derecho humanitario y los crímenes de guerra cometidos contra la población ucraniana. Por su parte Human Rights Watch también ha venido denunciando las atrocidades cometidas por el ejército ruso en Ucrania.

Los ataques deliberados contra infraestructuras civiles han sido calificados por Borrell como vergonzosos, reprobables y totalmente inaceptables y constituyen graves violaciones contra el derecho internacional humanitario, por lo que los autores de dichas violaciones y crímenes de guerra, así como los  dirigentes gubernamentales y jefes militares,  tendrán que ser enjuiciados.  Y ya el 2 de marzo el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karin Khan, anunció que se abrió una investigación sobre estos graves delitos.

Alemania ha lanzado fuertes condenas por los crímenes de guerra, lo mismo que Francia, el presidente Emmanue Macron ha calificado los hechos como insoportables; en su momento el entonces  Primer Ministro inglés, Boris Johnson habló de la evidencia de so crímenes; el secretario de estado de los EEUU, Antony Blinken describió las dantescas escenas vistas en Ucrania como una patada en el estómago.

Posición de la ONU

El Consejo de Seguridad de la ONU ha discutido las denuncias de crímenes de guerra y abusos de los derechos humanos por parte de los rusos en Ucrania, lanzando una condena internacional generalizada, pues sin el más mínimo escrúpulo las tropas rusas han arrasado con la población que encuentran a su paso, dejando al país sembrado de cadáveres, mismos que han sido enterrados en fosas comunes y prácticamente toda Ucrania es ya un cementerio.

No obstante, Vladimir Putin sigue haciendo advertencias amenazando con que usará todas las armas disponibles en la guerra, refiriéndose a las armas nucleares. Tal insensatez sólo denota la desesperación que tiene al verse rebasado, porque nunca espero la respuesta de Ucrania. Y no se sabe hasta donde es capaz de llegar el dictador ruso, pero de llegar a utilizar el armamento nuclear, será la locura más grande de un megalómano que prefiere morir y acabar con toda nuestra civilización, antes de reconocer que perdió una guerra.

Se determinó que todos los miembros del Consejo deben enviar un mensaje claro de que las imprudentes amenazas nucleares deben cesar de inmediato.

Una frase imperdible de Antony Blinken es “si Rusia deja de luchar, la guerra termina. Si Ucrania deja de luchar, Ucrania termina”.

Los horrores

No sólo son cadáveres de civiles inocentes en Ucrania, sino mujeres y niñas violadas, gente de todas las edades, hombres y mujeres, torturados;  la infraestructura de todas las ciudades ha sido destruida, la gente no tiene donde resguardarse. Pero, además, se ha sabido de ataques químicos contra a población, sobre todo en la ciudad portuaria de Mariúpol. Humen Rights denuncia ejecuciones sumarias y múltiples abusos que constituyen claramente crímenes de guerra.

El 4 de abril el fiscal ucraniano denunció más de 4,000 crímenes de guerra cometidos por parte de las tropas rusas al inicio de la invasión y en estos más de siete meses los asesinatos han continuado, por o que son incontables las víctimas, de lo que podría constituir un holocausto.

En Bucha se descubrieron cientos de cadáveres en las calles, con las manos atadas a la espalda y muchos de ellos con signos de tortura.

En Buzoba, cerca de Kiev se encontró una fosa común con docenas de civiles ucranianos asesinados, automóviles incendiados y jóvenes quemados vivos, hombres y mujeres mutilados. Un verdadero horror.

En Makarov más de 150 civiles fueron asesinados por los soldados rusos, que destruyeron casi la mitad de la localidad, que fue bombardeada.

En Gostómel, a unos 3 kilómetros de Bucha, los rusos tomaron el aeropuerto y asesinaron al alcalde de la ciudad mientras repartía víveres. Ahí también se localizaron cadáveres de ucranianos torturados.

En Kramatorsk casi un centenar de víctimas civiles perecieron a manos de los rusos, que lanzaron misiles contra la ciudad.

En Chernígov, al norte, cerca de la frontera con Bielorusia, la ciudad fue atacada por la fuerza aérea rusa, que destruyo escuelas y hospitales. Los muertos aún no se determinan.

En Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, recibió ataques con misiles, aviones y artillería, incluso utilizaron bombas de racimo o fragmentación, prohibidas desde el 2008 en la Convención Internacional de Dublín. En esta población también fueron destruidas escuelas, hospitales y miles de viviendas.

En Mariúpol las tropas rusas se asentaron, destruyendo asimismo la infraestructura civil y bombardearon el Teatro Dramático Mariúpol, donde se refugiaban 300 civiles, que murieron en el ataque. Pero además, el 21 de marzo se denunció que Vladimir Putin ordenó trasladar a más de 4,500 residentes a territorio ruso, una reubicación forzada que constituye un crímen de guerra.

En la ciudad de Novodanilivka las autoridades ucranianas acusaron al ejército ruso de lanzar bombas de fósforo blanco, totalmente prohibidas, ya que son armas incendiarias que arden a 1300 grados centígrados y causan quemaduras, intoxicación e incluso la muerte. En 1980. El Protocolo III de la Convención de Armas Convencionales prohibió estas bombas.

Las investigaciones siguen su curso y veremos si estos atroces crímenes son castigados. Lo cual sería también una lección para México, con las miles de víctimas por parte de los grupos criminales, en donde el Estado práctica e irónicamente aplica la máxima del liberalismo: laissez faire, laissez passer.

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