¿Por qué se deshumaniza la burocracia?
OLIMPIA FLORES ORTIZ (SemMéxico, Ciudad de México). En estos días, una joven compañera ha tenido un brote de esclerosis múltiple. En el ISSSTE no le suministran el medicamento necesario; no está disponible. A días de estar en crisis, le explican que el inconveniente se debe seguramente a que la plantilla administrativa tuvo vacaciones junio y julio y no dejaron los documentos listos para recibir el medicamento.
Así no más y así de fácil y de indiferente. Que se joda la gente. ¿Por qué esa deshumanización?
El Estado no es una supraestructura racional y autónoma, sino como caracterizaba Boaventura de Sousa Santos “una miríada de burocracias mal integradas”, con objetivos, lógicas y racionalidades específicas. A contrapelo de la expectativa popular de que el Estado y el Derecho se muestren más hacia la democracia y el cuidado que hacia el control, la vigilancia y el castigo.
La estructura burocrático-administrativa distribuye funciones y responsabilidades para “la gestión del sufrimiento social” ** y la indiferencia es posible porque en el ciclo de ejecución de la política pública no hay una integración de la cadena o una maquinaria yendo al unísono. Las y los agentes del Estado, se disocian del resultado final. No hay un objetivo común que se traduzca en mística o en misión. Sólo ejecutan su parte. Y no es una deficiencia, es esta la manera departamentalizada de controlar a su vez a la burocracia.
La burocracia es así mecanizada, rutinaria y ajena al supuesto interés común al que sirven. Por eso es afortunada la frase que lleva por título esta entrega. La conciencia burocrática no es social, no tiene noción de que actúa sobre la muerte y la vida; sino una maquinaria de alcanzar metas y demostrarlas estadísticamente. Cualquier proceso de transformación es ajeno; lo mismo que cualquier consecuencia particular.
La “crueldad” no necesita de grandes demostraciones, es cotidiana, rutinaria y por eso imperceptible.
Acumulación y burocracia
En el contexto de la división internacional del trabajo en la economía globalizada, México y la región latinoamericana, concursan ofreciendo materias primas que se obtienen de la sobreexplotación de los recursos naturales para lo cual el aparato del Estado no repara en privatizar bienes comunes y en depredar ecosistemas destinando a las comunidades indígenas a ser fuerza de trabajo barata en los enclaves extractivos, a la pauperización, a la expulsión de sus lugares de origen por falta de oportunidades.
El Estado sometido a la asimétrica economía mundial, a su vez es el encargado legal y administrativo de consumar el despojo de las comunidades. Pareciera que juega un doble papel: es sometido por el mercado internacional y a su vez somete a la población, en el caso de la industria extractiva es sobre todo a las comunidades indígenas a las que violenta.
Violencia de Estado
La violencia de Estado no se manifiesta sólo como represor u opresor; el despojo a favor de la industria extractiva (pesca, la minería, la tala de madera y la explotación de hidrocarburos (gas y petróleo) trasciende. Consiste en una desvalorización cultural de lo no capitalista. Un desdén que parte de que los commodities y las energías,que nos hacen el favor de transformar, no tienen valor su intervención.
Las culturas que de suyo se desenvuelven por siglos, tal vez milenios en las zonas de extracción no importan, pueden anularse. Las inversiones son el progreso, las comunidades son primitivas y marginales; si es que eso existe -primitivas con respecto a qué y marginales de qué centro.
Environmental Justice Atlas
No todo es occidente en Occidente
¿Quién tiene el poder para desconocer la legitimidad de las formas de vida y organización social que no abrazan entusiastamente al modelo agroexportador?
¿Por qué esas regiones no tienen derecho a la prevalencia cultural? ¿Por qué tienen que estar condenadas a la precarización territorial frente a los beneficios de las actividades extractivas? ¿Por qué mal asalariarlos como fuerza de trabajo? ¿Por qué pueden contaminar tierras y ríos con plomo, arsénico, mercurio y demás metales de la minería? ¿Por qué deforestar?
Y las burocracias como los agentes que operadores del trastocamiento de las prácticas tradicionales de convivencia con la naturaleza.
En ese no occidente en Occidente, el territorio lo es todo: la tierra, los recursos y las comunidades mismas en fusión con el ecosistema. No son una civilización escondida, como lo es la del mercado.
Las empresas irrumpen rompiendo formas de vida, socavando simbólicamente la relación de la civilización originaria en el ecosistema, separando familias, cooptando dirigentes, alterando la organización interna de las comunidades, provocando conflictos internos. La burocracia es la facilitadora.
El sacrificio, sangre para los dioses
Del mismo modo en que las culturas antiguas de todo el orbe han practicado ritos sacrificiales para el perdón y el bien común, incluyendo a las monoteístas, hoy las poblaciones sacrificiales son a las que se les puede despojar para que advenga el generoso progreso que es a costa de ellas. Ellos son las poblaciones migrantes, las vidas que no tienen lugar ni tampoco razón de ser lloradas.
Burocracias que administran el despojo y llevan el expediente. Todo parece indicar que sí hay vidas sacrificables, zonas enteras de sacrificio para mantener relaciones de poder y a la economía de mercado en nombre de la soberanía.
¿No es pues la burocratización, la negación de la muerte y de la vida?
* Enunciado de Laura Anaid Sierra Fajardo. Coordinadora del Seminario Estado y Cotidianidad. 17 Estudios Críticos.
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