DESOBEDIENCIA/ Las fuerzas ocultas del Estado

OLIMPIA FLORES ORTIZ (SemMéxico. Ciudad de México). ¿Cómo pensar el Estado? Para pensar el Estado, hay que desentrañar sus fuerzas ocultas.

El Estado se nos aparece dando por sentadas unas apariencias de lo natural, que ocultan relaciones de fuerza que legitiman las formas de dominación.

¿Es por la fuerza que nos sujetamos al Estado? El monopolio de la fuerza es factor constitutivo de su poder (ejército, burocracia, sistema nacional de impuestos, la Ley y el mercado).

Pero hay otra violencia que no es producto del cálculo. Me refiero a la violencia simbólica.

La fuerza simbólica de las ideas que reconoce y asume la sociedad sin cuestionarlas, desconociendo qué es lo que se inscribe detrás.

Son múltiples los campos sociales que interactúan entre sí y en los que las/los/les sujetes actúan relacionándose según las especificades espaciales y temporales y produciendo intersubjetividades. Cada sujeto, sujeta o sujete responde a su espacio y a su tiempo histórico y a las relaciones que se suscitan entre los diferentes campos que existen. El campo primario es el de la familia.

El Estado aparece así como un meta-campo que coacciona bajo un cierto orden a los campos especializados de las actividades sociales.

La primera soberanía que se detenta sería la del cuerpo; y sin embargo es la primera que se pierde. Hay cánones para ser y habitar el propio cuerpo. Y esta fuerza simbólica de apariencias tan naturales y que no se nos revelan evidentes, limitan la capacidad crítica que impulse la modificación de la llamada realidad.

El Estado en tanto ese meta-campo, es una entelequia productora de subjetividades, relaciones sociales e imaginarios colectivos, -espejismo que en el neoliberalismo no es otra cosa que la “ficción de mercado”.

¿Quién tiene los ojos para ver que el rey va desnudo?

Las categorías de análisis, las mediciones de lo demostrable, toda valoración, es producida por el Estado mismo a diseccionar. No hay individuo capaz de despojarse del peso simbólico de los juicios y las ponderaciones. ¿Cómo entonces pensar al Estado desde esa imposibilidad?

Desde dónde puede pensarse al Estado que no implique que las categorías de análisis jueguen el papel de juez y parte. Escapar a la paradoja de que pensar el Estado es en sí construirlo. ¿Hay otra dirección posible?

Para el sociólogo francés Pierre Bourdieu, la génesis constitutiva del Estado, ha sido un proceso de concentración de diferentes modalidades de capital, a saber, el de la fuerza, el económico, el informacional y el simbólico. Pero su poder no es la suma de estos capitales, sino que dependen de la eficacia del poder simbólico del que todes, todas y todos somos agentes. En cada sujeto radica la fuerza reproductora del poder simbólico que se ejerce por medio de la estructura de los campos interrelacionados.

La difusa sociedad adquiere un mapa descifrable ahora como campos constituyentes del espacio social, cada uno con sus reglas y principios reguladores.

El espacio socialmente estructurado, es el ámbito de las disputas de los agentes según el lugar que ocupan en los campos interrelacionados, por ejemplo, el religioso, el científico, el académico el cultural, cada uno con su autoridad.

Sin embargo, las disputas son a-críticas, en tanto que parten de un modo pre-reflexivo basado en una experiencia socialmente admitida y no cuestionada.

El poder del Estado de producir e imponer las categorías de pensamientos de que las personas se valen para interpretarlo todo, incluso al mismo Estado. Si le ponemos nombre, son la religión, la cultura, la tradición, la costumbre.

El Estado es un productor de estructuras estructurantes que dan sentido a todas las cosas según Bourdieu.

La particular forma de eficacia simbólica

La correspondencia entre las estructuras mentales y sociales derivadas de la eficacia simbólica es la que reproduce las funciones políticas de dominación fincada en la aceptación natural de los comportamientos y los esquemas clasificatorios socialmente constituidos (normal/anormal; sano/enfermo; moral/inmoral; legal/ilegal; integrado/marginal,  por medio de los cuales entendemos la realidad, sin suponerlos como resultado de un proceso histórico determinado por las relaciones de fuerza de grupos de poder.

La duda radical

La sospecha como método, ¿que implicaría cuestionar todos los presupuestos adosados a la llamada realidad y poder escapar del “arbitrario cultural que tiene apariencia de lo natural”? se pregunta Bourdieu. Cuestionar por ejemplo el arbitrario canon cultural hombre-mujer como díada heterosexual que deriva en una heteronorma que se traduce religiosamente en un deber ser que es reproducido por la costumbre y consagrado por la Ley para quienes incluso se reconozcan personas no adscritas a alguna religión.

Conclusión:

Las estructuras cognitivas que emanan de la eficacia de la fuerza simbólica son determinantes de los cuerpos sociales en los cuales están constituidas. Atribuimos al Estado una posibilidad de acción, que es la de imponer formas de visión y clasificación; la de estructurar estructuras cognitivas en tanto formas pre-reflexivas del sentido que le damos al mundo.

Safo.

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