TERE MOLLÁ CASTELLS (SemMéxico, Ontinyent, España). Con la convocatoria de las elecciones andaluzas para junio, de nuevo los partidos comienzan sus operaciones de “maquillaje” para poder “vender” (vender, si vender) sus opciones de gobierno en caso de lograr la confianza del electorado.
Comienza el momento, pese a que todavía no ha llegado el tiempo de campaña electoral, de analizar los mensajes explícitos, pero también los implícitos, que van a determinar el voto de cada persona.
Obviamente como valenciana, en estas elecciones autonómicas, no estoy convocada a votar. Pero lo estaré dentro de un año en las valencianas y, seguramente junto a muchas otras comunidades. Y ya me voy preparando para ver el paquete que cada partido nos pretende vender.
Y es que más allá de las especificidades de cada comunidad, hay elementos que son genéricos y denominadores comunes de los partidos se presenten donde se presenten.
No voy a engañar a nadie diciendo que mis prioridades pasan por temas como propuestas económicas de reparto de la riqueza, propuestas laborales creíbles y que ofrezcan trabajo decente y de calidad a quienes puedan acceder al mercado laboral, refuerzo de los servicios públicos y mejora de estos, etc. O, dicho de otra manera, de entrada, mi voto y de forma natural sería para opciones a la izquierda del PSOE de quien ya no me creo nada y a quien, afortunadamente para mí, jamás voté en una autonómicas ni generales.
Hasta hace unos años, ya bastantes, esas eran mis premisas y las que determinaban mi voto. Mejor dicho, mis votos electorales autonómicos y en las elecciones generales. Pero como según dicen, la evolución es un grado, manteniendo intactas esas premisas, hoy tengo otras prioridades a la hora de analizar las opciones en quienes depositar mi confianza. Y, como no podía ser de otro modo, son las que defienden la agenda feminista en su conjunto.
Y comienzo a tener claro que esas opciones las defienden pocos partidos. Tan pocos, al menos en estos momentos, que son solo dos y que no voy a nombrar porque seguramente estarán en la mente de todas y todos quienes lean estas letras.
Y, como para las autonómicas valencianas queda un año, me voy a remitir a aquello de “obras son amores y no buenas razones”. Y, ¿por qué digo esto? Muy fácil. Lo que no se ha hecho, dicho o luchado a lo largo de los tres años pasados, muy difícil va a estar de realizar en el año que queda.
Seguramente algunos partidos tradicionales se seguirán llenando la boca con propósitos y promesas. Pero una ya tiene una edad y una experiencia y, por tanto, la inocencia la perdí hace muchos, muchos años. Y me he vuelto pragmática. Pero, al mismo tiempo, y con un punto de romanticismo todavía no perdido, busco ser coherente entre lo que digo y lo que voto.
Y traducido quiere decir que prefiero votar en coherencia según mis principios feministas radicales (como siempre insiste, de raíz) a depositar mi voto en quienes, defendiendo una agenda de izquierdas, nos vuelvan a traicionar a las mujeres secundando movimientos misóginos, neoliberales e individualistas, aunque vengan disfrazados de progresistas y chupiguays.
Sé perfectamente que mi voto, es solo eso, un voto. Y que posiblemente no vaya a decidir casi nada. Pero es MI VOTO. Y representa mi coherencia personal. Y si mi voto y otros votos similares interfieren en las intenciones o propósitos de otros partidos que no me representan, no me voy a sentir culpable por ello.
No me sentiré culpable, porque en sus manos estuvo tener en cuenta las necesidades y reivindicaciones de más de la mitad de la población y no lo hicieron.
Porque, pudiendo avanzar en derechos para las mujeres y las niñas, prefirieron echarse en los brazos de pseudo teorías que, insisto, son misóginas y atentatorias contra los derechos ya conseguidos de las mujeres. Aparte de estar basadas en deseos personales que no colectivos y por tanto no se representan más que a sí mismos.
Porque pudiendo haber puesto líneas rojas a las políticas de ultraderecha con acciones tan sencillas como obviarla o ni mentarla, han dado alas a quienes pretenden devolvernos a las cavernas a las mujeres. Y quienes pretenden eso, no solo están en los partidos de la derecha y la ultraderecha.
Por todo lo expuesto (y que conste que esto no es un escrito administrativo), tengan claro quienes diseñen las campañas electorales que vamos a ser muchas las que estaremos vigilantes a las propuestas, pero también y, al mismo tiempo, analizando los hechos realizados en el último trienio de Gobierno, tanto autonómico como estatal. Por si volvieran a coincidir, que tampoco sería descabellado un nuevo adelanto electoral desde Madrid.
Y vuelvo a las frases populares:” Quien avisa no traiciona”, aunque un poco cambiada, por aquello del lenguaje no sexista, ya saben…Yo a lo mío…