Otras expresiones que denuncian con sensibilidad e indignación la violencia
Mi hija secuestrada, torturada.
Mordida, golpeada, pateada, quemada, manos esposadas, violada, estrangulada. Sin piel, Sin corazón, Sin alma.
Por corazón-roca, Por alma-hueca, Por mano diabólica.
Mi hija.
Botada, como cosa desechable.
Tratada como desecho-
Mi hija desdeñada, Difamada, desgraciada, calumniada en su virtud.
Vilmente, Falsamente, Cobardemente.
Aquellos en el poder, Sin corazón, Sin oídos para oír, Sin ojos para ver.
Sin alma para buscar justicia para mi hija.
Poema de Eugenia Muñoz
ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). ¿Acaso solamente la muerte, la tragedia en su máxima expresión, el gran dolor humano puede sensibilizarnos en torno a la violencia que las mujeres sufrimos en México?
Pero si la sociedad no quiere cambiar y prefiere cerrar los ojos, buscar culpables y hacer juicios sumarios desde la comodidad de su casa, y creen que la violencia es un espectáculo, un escenario que solamente pisa gente ingenua, anónima, ausente, falsa, lejana… el compromiso debe cubrir muchos espacios de denuncia, desde marchas hasta textos periodísticos, investigaciones o escritos literarios. Que todo escenario de expresión sea aprovechado para denunciar. Sí, que nos escuchen, que lleguemos a sus almas de mil formas para erradicar estos casos violentos que nos duelen tanto.
Yo me he puesto a buscar otras expresiones que denuncian con sensibilidad e indignación la violencia, expresiones del alma, para denunciar la violencia. Fue así como encontré a la poeta Luisa Ramírez:
Y siempre pienso en la violencia como un acontecer lejos de casa
Pero no es así
No es propia del varón
O del guerrero
No del violador
No del asesino
O del mendigo
Tiene los rostros de los habitantes de esta tierra
Las formas de revolución sangrienta
De brazos caídos
De silencios e indiferencia
No, no es verdad que sea un acontecer lejos de casa
Es un acontecer en el fluir de la sangre
Y en el palpitar del corazón
De cada ser
Es ahí donde se encuentra su morada
¿Por qué, entonces pienso la violencia como un acontecer lejos de casa?
Y la poesía puede ser una expresión dignamente humana para denunciar la muerte violenta de una mujer. La poesía que ha cantado al amor, ha expresado en estos últimos años de una manera próxima, viva, humana y digna el dolor de tantas personas que han perdido a sus hijas y hermanas. La poesía ha sido la manera más generosa de mostrar tu dolor y compartirlo con los demás, no para que sientan lástima de ti, sino para conmoverlos con tu dolor y lo compartan, lo sientan, lo vivan y se acerquen a ayudarte.
Soy una madre sin su hija
Soy una madre despojada de mi hija
Soy una madre con una hija
Arrancada del jardín de mi corazón
Mi hija en florecida primavera
Colorida, bonita
Llena de ilusiones-pétalos
Fragante, suave
Amorosa, llena de risas
Gracia y encantos
Soy una madre llena de tristezas
Lágrimas y oscuridades
Sin mi hija
Mi amiga, mi compañía, mi esperanza
Mi orgullo, mi luz, mi amor
Susana Báez, especialista en estudios de la mujer por El Colegio de México, ha escrito diversas investigaciones en torno al impacto de la poesía en los escenarios mediáticos, sociales, culturales y hasta personales. Asegura que la poesía lírica que ha incorporado en el verso la violencia social y de género ha sacudido a la comunidad de Ciudad Juárez, donde la violencia sigue latente, donde aparecieron los primeros feminicidios, donde los narcos matan y se matan. Entonces el luto encuentra la expresión sensible, la metáfora no es una evidencia, pero sí muestra con más sensibilidad la dolorosa realidad que se vive en un mundo violento. David Huerta escribe:
De la punta del índice a la plenitud de la palma,
el tacto de los homicidios en toda boca y toda carne, ahora, aquí:
en la infamia de todos los días, en la mentira diminuta
del nuevo politiquillo y en el golpe certero del policía,
en el arresto inmundo y en el cohecho, en la mordida del dinero
y en la sanación diabólica del asesino, en el oficio del Ministerio Público
y en el informe trasmitido por cadena nacional.
Y las voces de otras poetas solidarias, de más poetas sensibles llena páginas de escenarios de violencia que están ahí y duelen y ya no son tan ajenos, los escenarios de violencia no se ocultan, pero tampoco se exhiben, los escenarios de violencia cargan el dolor y la indignación con la simple fuerza de las palabras, pero palabras sensibles, solidarias, con tinta dolor, con inspiración llena de sororidad.
Nunca pensé que esto me pasaría
Que alguien me explique qué hago aquí
Que alguien me diga qué mal cometí
¿Por qué nadie me ayudó cuando grité en aquel lugar?
¿Acaso nadie escucha mis gritos?
¡Soy una mujer!
¡Alguien haga algo!
Por favor deténganse, estoy viva.
Mamá, perdóname,
Siempre quise ser una buena hija.
Que todos me perdonen si alguna vez les hice daño.
Que el cielo quiera darme el perdón, si me olvidé de mirarlo.
¡Quiero vivir!Y no sé cuál fue mi pecado.
Si cada una de ustedes y de nosotras tejemos con palabras el sentimiento y el discurso que llegue a cualquier alma sensible tal vez logremos hacer reaccionar a la sociedad para no aceptar jamás un grito más, un golpe más, un insulto más, un crimen más. Que la frase Ni una más no quede en nuestro discurso sino sea escuchada en mil voces, en poemas como estos, en escenarios donde estemos vivas.