
JAVIER DIVANY BÁRCENAS
El asesinato del alcalde municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo deja al descubierto la inoperancia de la Guardia Nacional y de todo el sistema de Seguridad del gobierno federal en el que participan Sedena, Marina, FGR, SSC y Guardia Nacional.
No bastaron 14 elementos de la Guardia Nacional y los escoltas municipales de su círculo cercano del munícipe Carlos Manzo, para que un joven de entre 17 a 19 años penetrara hasta el funcionario y le disparara en siete ocasiones, privándolo de la vida.
Las fuerzas policiacas encargadas de la labor de escolta no están acorde a la violencia que ejerce el crimen organizado que opera en México, hoy así lo demuestran los elementos de la Guardia Nacional, que lejos de mantener la cercanía y estar atentos en el momento de que alguien saque un arma para disparar a su objetivo, solo esperan a que suceda para así reaccionar.
En pocas palabras, no están capacitados o atentos para prevenir los asesinatos de quienes están a cargo, reaccionan demasiado tarde. En el caso de los 14 elementos de la Guardia Nacional habría que investigarlos para saber qué estaban haciendo al momento de ataque a Carlos Manzo.
El domingo 2 de noviembre, Ricardo Trevilla, secretario de Defensa Nacional; el almirante Raymundo Pedro Morales, secretario de Marina; el general Hernán Cortés, comandante de la Guardia Nacional y el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, por instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, salieron a dar la cara para informar sobre el vergonzoso asesinato del Carlos Manzo.
Esto sólo pasa en México, el asesinato de un hombre que tiene asignados a una veintena de escoltas, con dos unidades vehiculares, frente a una multitud, cometido por un menor de edad, contra una persona amenazada de muerte o que ha hecho denuncias contra el crimen organizado. Esto solo pasa en México, donde los delincuentes aplican su ley.
La percepción de inseguridad ganada por el gobierno, se cae por un solo crimen donde la población se ve reflejada y vulnerable, donde las calles de cualquier parte del país son inseguras, donde ese mismo día hubo 15 homicidios en la Ciudad de México y muchos más en el país.
Ahora la presidenta Claudia Sheinbaum exige se aplique todo el peso de la ley y ordena se esclarezca el asesinato de Carlos Manzo. Pero ¿Por qué no ordenó desde antes acabar con el crimen organizado en todo Michoacán? Pues apenas unos días atrás, el líder de los limoneros en Apatzingán, Bernardo Bravo, quien también había denunciado amenazas del crimen organizado y quien contaba con un escolta, fue asesinado.
Salvo la complicidad que pueda existir de los escoltas asignados, no habría ninguna excusa de los 14 elementos sobre el crimen de Carlos Manzo, pues independientemente de que el funcionario estuviera en un evento popular, era obligación de los policías estar alertas al trabajo que desempeña el gobernante, quien siempre está en eventos masivos. No había ningún pretexto.
Ojalá y la presidenta Claudia Sheinbaum no esté custodiada por la Guardia Nacional, que ya demostró su inoperancia. Porque así han asesinado a decenas de personajes en multitudes, ejemplo de ello, está el candidato del PRI Luis Donaldo Colosio.
Hasta ahora no ha sido identificado el menor delincuente que murió abatido por los escoltas, un joven que a decir la Fiscalía del Estado de Michoacán, se encontraba bajo los efectos de diversas drogas, y quien al parecer se había hospedado en un hotel cercano a la plaza donde de realizaba las festividades del Día de Muertos.
En el supergabinete de seguridad, deberían empezar a volar cabezas, pues quizá ya sea momento que Claudia Sheinbaum haga algunos cambios ante la ineficiencia y malos resultados. Michoacán, Sinaloa y Guanajuato arden bajo el fuego del crimen organizado que domina y gobierna.
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