>> En la dialéctica de la 4T está un ajuste fiscal, le urge dinero para todo
MIGUEL A. ROCHA VALENCIA
No hay alternativa en la consolidación de la 4T; deben conseguir dinero para comprar el agradecimiento popular que les de votos y no se exhiban con el “Plan F” con una elección intermedia fraudulenta utilizando al INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial ya colonizados ni mucho menos a una Suprema Corte de Justicia sometida a los caprichos de palacio Nacional.
Se fue de la boca el que decidió “ser nada” pero anda en helicóptero cuando anunció que ya estaba en puerta una reforma fiscal para hacer que quienes tienen dinero, menos él, aportaran más al fisco para repartir entre los pobres. En un esquema de justicia distributiva muy a la 4T.
Le ganó el ímpetu de los lineamientos paulistas y fue contenido de manera inmediata por la presidenta, quien, de acuerdo con las instrucciones de su jefe, pondrán en marcha dicha reforma una vez que estén “puestas” las inversiones privadas y la piensen dos veces antes de retirarlas.
No explica de otra forma cómo en los mismos motivos del paquete fiscal para 2025, se hable de incrementar las pensiones contributivas y las del bienestar en casi 2.16 billones de pesos que representa un ajuste al alza del 4.3 por ciento para consumir cerca del 24 por ciento del gasto total, algo así como un 16 por ciento del PIB. Para eso debe haber ingresos que hoy no hay.
Eso si realmente se quieren invertir recursos públicos y seguirle metiendo dinero bueno a Pemex, así como su arrastre en pago de su deuda y quiebra, incluyendo sus pérdidas por casi medio billón de pesos, además de la transferencia o “perdón” de dinero fiscal.
Pero además las reducciones en salud, educación y seguridad (incluyendo el gasto militar) tiene que ver no sólo con esas transferencias sino también con los cerca de 46 mil millones que se habrá de canalizar a las obras del obradorato como subsidios a la operación y terminación de obra, especialmente del barril sin fondo que es el tren Maya cuyo costo sobrepasó los 500 mil millones de pesos, los mil millones a la nómina del AIFA y los mil 500 que se van para Mexicana, porque ninguna de las tren empresas en manos de los militares es autosuficiente.
Y como ya no hay fondos de contingencia a los cuáles recurrir, ni fideicomisos qué cancelar ni deudores fiscales para ordeñar, tendrán que hacer “ajustes” que al final no serán considerados como nuevos impuestos pero que en el fondo significarán una reforma fiscal.
En la retórica cuatrotera eso significa quitar a quienes tienen para darle a los que no tienen, aunque estos últimos no hagan nada para tener salvo estirar la mano e ir al cajero a sacar dinero gratis. Simplemente porque ese mecanismo es que el que asegura el agradecimiento del pueblo bueno y el voto en favor del oficialismo, además de contar con órganos electorales “domesticados”.
Necesitan dinero a como dé lugar no sólo para financiar y mantener los proyectos del que se fue sino para aportar a los de la nueva administración, tendrán que escarbar en piedra incluso para sostener los programas clientelares los cuáles al ser progresivos irán costando más y más, en especial aquéllos dedicados a los adultos mayores.
El problema al que se enfrentan de entrada, es al envejecimiento de la población y la dependencia mayor de las pensiones contributivas y a la ampliación de servicios de salud no sólo del IMSS Bienestar sino también de los que presta directamente la secretaria del ramo a través de hospitales y los institutos de alta especialidad.
La inversión es muy alta y contrasta con lo presupuestado donde se nota una baja, además de que los abonados a los regímenes institucionales son cada vez más lo mismo que sus pensionados que gravitan en el presupuesto del IMSS, ISSSTE, Ejército y Marina, aunque estos últimos cuentan con recursos de sus propios presupuestos.
El caso es que la cobija no va a alcanzar; bajar del siete al 3.7 el déficit además de no ser fácil implica adquirir nueva deuda de casi un billón de pesos a las tasas de interés actuales, será un duro golpe que su suma a lo heredado por la anterior administración y amenaza con aumentar esos 1.4 billones de pesos que ya se lleva el pago de los intereses de la deuda, con todo y que las tazas bajen del 10.25 al 8.50 por ciento.
Así las cosas, primera habrá deuda y luego la reforma fiscal si es que como se tiene previsto, se quiere bajar al menos 15 por ciento el pago de intereses.