VIOLETA DEL ANÁHUAC/ Verano con calor de guerra

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. Inició el verano que nos dará días más largos, con más calor, lluvia, humedad, pero también arriba con vientos de guerra que amenazará sin duda la estabilidad de nuestra nación.

Esta percepción sin duda se muestra en la reacción de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, al fijar con su comentario, la posición no de ella, sino de toda la República Mexicana y pronunciarse por la paz, citar al Papa Juan Pablo II y al convocar a la ONU en este sentido.

Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ufana de la incursión exitosa de su país hacia Irán y dar en el punto que consideran la fuerza y poder de ese país de oriente, su centro nuclear, ésta nación bélica por naturaleza, ha dado ya respuesta verbal y no podría ser menos amenazante.

En una era donde la tecnología marca la ruta y la secrecía es relativa, los objetivos específicos de ataque no estarán exenta de dolor y luto y entre los factores que reforzará nuestro vecino país del norte sin duda están las fronteras para evitar el ingreso a través de ellas de elementos que llegaran no solo a observar, sino con mensajes suicidas de muerte.

Entre el conflicto de Israel e Irán, donde el primero acusa al segundo de financiar grupos terroristas con motivos antisemitismo impulsado por los ayatolas -líderes religiosos del islam duodecimano- que tienen gran autoridad religiosa, me pregunto, en este conflicto Irán mantiene el recuerdo del asilo del último Sha, en México, mismo que entró al país vía nuestro puerto de Acapulco, en Guerrero, lugar que había visitado como turista en 1975.

¿Recordará y tendrá en este conflicto vigencia el rechazo de Irán que consideró “acto hostil” abrir las puertas a nuestro país por permitir que en junio de 1979 (hace 46 años) el Sha Mohammad Reza Pahleví, arribara tras ser depuesto por el triunfo de la Revolución Islámica de su país?

Un tema que involucró al presidente estadounidense Henry Kissinger quien de acuerdo al diario The Washington Post interviniera para que el presidente José López Portillo diera asilo político al Shá, así como la intervención de David Rockefeller, presidente en ese momento del Chase Manhattan Bank de Nueva York en tal sentido.

Parece que no seremos tan ajenos a la historia de ese conflicto si es que no termina antes de que las fronteras nuestras se conviertan no solo en espacios de deportados, sino espacios resguardados bajo otra perspectiva, la de mirar con ojos de desconfianza bélica a todo el que intente cruzar esos límites.

Siento el verano con el sol quieto observando como usamos el lenguaje de la violencia para comunicarnos en la era del conocimiento, de la inteligencia artificial y de la tecnología. Y me pregunto, si tiene nuestro país al Ejército Mexicano y a la Marina atendiendo en las calles el tema de la inseguridad y la violencia, ¿quién atenderá el tema del conflicto que se mira en puerta?

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