VIOLETA DEL ANÁHUAC/ Noroña censurar el pensamiento

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. En la emergencia que vivía el puerto de Acapulco por el impacto del Huracán Otis, el entonces Presidente de México en el lodo, simulaba ir al puerto a mostrar su protección de Ejecutivo. Claro, no llegó. Después realizaría desde la comodidad de la Zona Naval las reuniones de evaluación y apoyo y ante la pregunta de por qué no acudía a las zonas devastadas su repuesta no podía ser menos que incongruente “para que no ofendan mi investidura”.

¿Pero, no era él el mismo que ofendía las investiduras presidenciales? El mismo que sometía al deterioro de imagen a quienes osaban cuestionar sus palabras faltos de información?

Otro masculino usando el mismo lenguaje prosaico es Noroña, Gerardo Fernández Noroña, Senador que ocupa el cargo de Presidente de la Mesa Directiva, que olvidando que él mismo construyó con desplantes su historia de político confrontando a la clase política, y basando en la descalificación el adoctrinamiento político, mostró tener la piel delicada y ser de cristal ante la crítica y pensamiento ciudadano.

El más reciente e impensable desplante semejante quizá al que usó Huerta en el ejercicio de su mandato presidencial, obligó a ir hasta el Senado, en la tribuna, con transmisión realizada por trabajadores de esa representación popular, en tiempos oficiales, al abogado Carlos Velázquez, para pedirle una disculpa pública.

A decir del implacable juzgador de conciencias y censurador de pensamiento, Noroña, el abogado le arrebató su celular al confrontarlo en una sala VIP en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Solo que, como lo decía AMLO, como mexicanos tenemos otros datos, así lo vierte la transmisión que hizo el abogado Carlos Velázquez, donde no aparece por ningún lado lo expresado por Noroña.

Pero el perdonavidas que tomaba café mientras le pedía perdón, ante Senadores y Senadoras y entre las y los asistentes dos elementos de la Fiscalía General de la República que daban fe de la voluntaria asistencia del abogado que entendió que era mejor acudir a esa exposición y humillación pública, que tener un juicio con todo el poder en contra.

Y es que dice Noroña que la ofensa fue a su investidura, no fue personal.

Es increíble que ahora muestre su piel, antes desnudo ante un espejo con una toalla en su cintura, y recordó la investidura puesta en él no en los que él ofendió, no en los que él descalificó con una labia que se le resbala porque se ahogaría en sus propias palabras carentes de congruencia, de ética, de respeto. Llamando “inadmisible” el reproche del abogado Carlos Velázquez, pero olvidando lo” inadmisible” de sus acciones cuando era sorprendido comprando productos gourmet y hablando de vivir en la medianía, como viajero VIP para no estar en la clase popular.

Si quien construyó su historia confrontando y descalificando al poder ahora le llama falta de respeto a la investidura, algo que él evidentemente esquivó, solo lo hace porque sabe el efecto social que ello conlleva en una masa electorera.

La acción, desde MORENA, partido en el que milita, nos muestra que esa acción es en realidad la muestra de la censura de la libertad de expresión, de la limitación al pensamiento, de la amenaza de lo que puede ocurrir a quien lo haga contra él o contra otro más del poder.

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