VIOLETA DEL ANÁHUAC/ México, política exterior

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. Mientras el abogado de Ismael “el Mayo” Zambada intenta que la idea de la traición permee en un grupo específico no determinado aún, sobre su cliente que está en situación de detenido en los Estados Unidos, tan enredado está ese caso de si es detención – entrega- o traición de Joaquín Guzmán López, como la justificación que hace el gobierno federal para decir que no sabía, no fue ni participó en esas detenciones, bueno, ni siquiera sus aeropuertos se enteraron.

La tan cuidada cronología en la relación de la narrativa federal sobre ese hecho me hacía pensar ¿qué ha pasado con la política exterior de nuestro país?

En estos recientes días otro tema jaló a nuestro país por “alusiones personas y de Nación” a que le contestara el Presidente de México a Donald Trump, virtual candidato presidencia Republicano y que hiciera lo mismo la virtual Presidenta Electa, Claudia Sheinbaum. ¿Por qué no se usaron los conductos establecidos para hacerlo y después se rubricó periodísticamente?

Porqué si ha estado rápido para responder a esas alusiones, no lo hizo para defender a mexicanos que buscaron entrar a Venezuela como Observadores Electorales, incluso no protestar ante la deportación del Dirigente del PAN, ¿Marko Cortés?

¿La no injerencia dentro de la política exterior es segmentaria? ¿Obedece a principios personales y no de País?

En nuestro país existen personajes que enrolados en la función de embajadores mostraron su convicción por encima de intereses personales de gobernantes. Entre ellos Octavio Paz que en 1968 renunció al cargo de Embajador de México en la India como una forma de protestar ante los hechos de Tlatelolco. O entre las más recientes, la de Marta Bárcena, que renunció a su encargo como Embajadora de México en los Estados Unidos al desestimar el Mandatario Mexicano, Andrés López Obrador, dos recomendaciones: Felicitar a Joe Biden tras ganar las elecciones presidenciales y no acudir a la Casa Blanca -gobernado por el republicano Trump- en el periodo electoral y evitar con ello mensajes negativos a los demócratas.

Incluso la crisis entre nuestro país y Perú que derivó en la expulsión del Embajador Mexicano Pablo Monroy por las expresiones vertidas por el Presidente AMLO tras la destitución de Pedro Castillo.

Parece que los tiempos en que nuestro país reaccionaba ante circunstancias que lesionaban a la humanidad, como el del uso de armas nucleares que llevó en el 2017 a la expulsión del embajador de Corea del Norte, Kin Hyong Gil; incluso antes, en el 2005 cuando Hugo Chávez, de Venezuela, hizo el señalamiento al Presidente Vicente Fox de ser “cachorro del imperio estadounidense”.

Quizá todo empezó en el México contemporáneo que vivimos, cuando nuestro país le lanzó a España la solicitud de perdón, en el inicio del gobierno actual y de ahí debimos aprender una nueva forma de llevar, entender y asumir la historia en las relaciones exteriores que han pasado y nos remontamos a la simpatía, a la afinidad política, incluso a la conveniencia más allá de la búsqueda de relaciones exteriores que respeten nuestro país y un México que impulse política exterior no injerencista.

Ahora, con la elección en Venezuela, con el ejército en las calles, con un Consejo Electoral a modo, nuestro país, porque así lo es con quien nos representa ¿qué dirá?

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