VIOLETA DEL ANÁHUAC/ La Iglesia ¿pierde bandera de paz?

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero. “Paz no es solo una meta distante que buscamos, sino un medio por el cual llegamos a esa meta” señalaba el filósofo chino Confucio, su doctrina dio nombre al confucionismo que fue suprimido a favor del legalismo, y vuelto a establecer ya oficializadas en el reinado del Emperador Wu en el año 141-84 a.C.

El legalismo que había sustituido al confucionismo planteaba que los seres humanos están más inclinados a hacer el mal que el bien, radicando esta aseveración en el hecho de que en esta corriente filosófica china la motivación era guiada por un interés propio que requería de leyes estrictas para controlar lo que llamaban impulsos a esa conducta.

La bandera de paz que enarbola la Iglesia y sus representantes en distintos órdenes de su estructura se ha enfrentado en el tiempo contemporáneo a un adversario que ha logrado seducir a la población hacia intereses basados en el control y sujeción de la sociedad en el poder económico.

Parece que en nuestro país estamos no en el nacimiento de una nueva era llamada a ser la Era de la luz y del conocimiento, sino que estamos inmersos en la etapa de la destrucción justamente de ese parto que somete a la oscuridad a la sociedad donde la muerte es lo relevante, el valor del tener sobresale y nos conformamos con una religiosidad efímera de mensajes con los que intentamos justificar nuestra fe.

Hemos dejado solos a los mensajeros de la paz, los hemos dejado olvidados y a expensas de quienes buscan el control a base del miedo y someten a ese mismo sentimiento a quienes osan contradecir su inclinación a la destrucción.

El miedo ha silenciado voces, ha conducido a la autocensura no porque no existan problemas en la sociedad, sino porque esa sociedad está a merced de grupos que pueden tener imágenes de oro, pero están manchados de sangre y lejos de la piedad.

La Iglesia, depositaria de esa paz, ha sido alejada de los libros de texto, ha sido alejada de los hogares, ha sido alejado su estudio de la sociedad y está dando como resultado entes que se entregan, como Judas, a la destrucción por monedas aun cuando sabes que su destino está también marcado con la muerte violenta.

La Iglesia sigue perdiendo voces de paz, y su voz de unidad se nulifica ante estadios de miedo y conveniencia monetaria.

¿Podremos resistir como sociedad un oscurantismo como el que vivimos? Si lo hacemos alejados de DIOS estamos destinados al fracaso. Han matado a mensajeros de paz laicos y religiosos. La impunidad está frente a la sociedad. ¿Estamos perdiendo esta batalla de pacificación?

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