
ISABEL ORTEGA MORALES
Chilpancingo, Guerrero. Fueron… fueron muchos, miles, que llegaron hasta el Zócalo de la Ciudad de México para apostarse frente a Palacio Nacional, residencia de la Presidenta Claudia Sheinbaum Para expresar su sentir.
La movilidad fue descalificada desde el inicio desde las esferas del poder donde decían “son bots”, en relación a la medición a través de liks, pero increíblemente, esos bots tenían cuerpos y sobre todo, conciencia que se dieron cita para acudir sin promesa de torta y jugo, a defender varios principios inalienables: Derechos humanos, atención a zonas de violencia, mayor, mejor y eficiente seguridad, contra el desempleo, la libertad de expresión, una mejor calidad de vida, mejores políticas públicas, entre otros, contra las dictaduras…
El estandarte se llama Generación Z, con un anime famoso de Sombrero de Paja de One Piece, movimiento que ha sido catalogado como la primavera de la defensa a los derechos humanos con la exigencia a los gobiernos de desterrar la corrupción con la particularidad de que se gesta en las redes sociales y la protagoniza, sobre todo, una población joven.
La escalada de violencia que tiene como común denominador nuestro país, así como los señalamientos de corrupción que supera en poco tiempo en monto a otros gobiernos, ha generado crisis de credibilidad social, preocupación sobre el futuro a partir de la deuda que se contrae para la atención de la asistencia social, la caída de los sistemas de salud, y entre otros, la indignación de asesinatos como el del empresario limonero — en Michoacán y en esa entidad, el asesinato del Alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
La indignación social creció ante la reacción gubernamental que descalificó desde el inicio el movimiento que creció de tal magnitud que motivó una contra reacción y que llevó a una polarización que no menguó.
Las cortinas de humo provocadas por el gas lacrimógeno que salieron desde la fuerza de seguridad que estaba apostada tras las vallas metálicas, nos indica que otras cortinas de humo han sido las que prevalecen en la sociedad y están a la espera de que cada una de ellas nos muestre la realidad y las condiciones para el cambio.
La conciencia no es una moda, no es patente de una clase social, no es exclusiva de la juventud, es un asunto que renueva la primavera de la sociedad y no podemos exponernos a la indiferencia que, finalmente, es la que hace permisible los acontecimientos que dan forma a una dictadura.
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