ISABEL ORTEGA MORALES
Chilpancingo, Guerrero. La cultura, como la educación, no necesariamente salen de las instituciones de enseñanza, de estas emerge el conocimiento, la instrucción, pero la cultura tiene que ver con algo más que surge de los propios pueblos, de las familias, de la consciencia individual. Alguien puede tener un doctorado y ser un patán. Alguien puede no haber estado jamás en un aula de estudio y ser la persona más correcta en cuanto a su educación.
Así la cultura, si no fuera un patrimonio de los pueblos ¿cómo podríamos entender la permanencia de las tradiciones? ¿cómo podríamos saber de los rituales si no es que abrevamos de esos saberes que han sido cuidados por mujeres y varones a lo largo del tiempo?
¿Por qué la cultura no logra, sin embargo, consolidarse en la sociedad? ¿Por qué los espacios culturales no están abarrotados?, ¿por qué las bibliotecas han prácticamente desaparecido?, ¿por qué hay tantas denuncias de plagio? ¿Es culpa de las instituciones de cultura?
La violencia ha permeado a la sociedad hasta los niveles más increíbles en cuanto a edad y nivel socio económico.
Hace unos días, una amiga me comentaba que un hermano suyo, adolescente, estaba internado en un centro de atención para atender adicciones, me dijo que esa no era la primera vez que se internaba y que, hasta ahora, tenía recaídas casi permanentes.
En el desarrollo de la conversación le pregunté cuándo habían detectado que tenía adicciones. La respuesta fue impactante: dijo que desde la escuela les habían avisado que sus bajas calificaciones y su comportamiento requerían un tratamiento más especializado; esto los llevó a tomar consulta desde donde habían detectado que, desde la primaria, a los 7 años, había iniciado el consumo de drogas.
¿Dónde había tenido acceso ese niño a las drogas? En el lugar donde acudía con sus amigos a jugar maquinitas. ¿No detectaron algo raro en el comportamiento del menos, incluso que hubiera robo en casa para pagar esa adicción?
Ese niño, para sufragar el consumo de su adicción, se había enrolado en grupos que actúan fuera de la ley desde temprana edad, y “su estado melancólico” atribuido a los cambios de edad.
En un encuentro cultural un amigo de Colombia que participaba accedió a hablar conmigo sobre la violencia. Me dijo que llegó a ser de tal magnitud que hasta empezó a hacérseles natural encontrar todos los días muertos. ¿Cómo rescataron a la juventud? A través de la cultura, me dijo de manera firme. El tema lo llevé con el instructor y le pidieron diera una conferencia a las y los participantes.
Entonces, ¿qué ha pasado con la prevención del delito en nuestro país y nuestro estado? ¿La apuesta está sobre la militarización? ¿Sobre las cámaras de vigilancia? ¿Observar cada día más elementos de seguridad armados recorriendo calles… es solo la apuesta para alcanzar la paz?
Parece que sí, así lo muestra la irrupción que ha hecho el gobierno al ceder en Acapulco las instalaciones de la Casa de la Cultura no para eventos, sino para hacer una base de la Guardia Nacional.
No se conoce si la secretaria de la Cultura se atrevió a estar contra esa decisión o según se ve, se plegó a la orden.
¿Si la Casa de Cultura está cerca de la Base Naval, por qué no les cedieron ahí un espacio? ¿Por qué cerrar una Casa de cultura?
Me preocupa la lectura que deja esta acción, que en Guerrero, la apuesta por la paz está a base a las armas y no a través de la cultura.