ISABEL ORTEGA MORALES
Chilpancingo, Guerrero. La noche del 24, en Chilpancingo, las familias oriundas del barrio de San Mateo cambiaron la incipiente sonrisa de la nochebuena por una oración de duelo, una oración más de duelo. Era el día 79 desde que Alejandro Arcos Catalán, electo por el municipio de los Bravo (Don Leonardo y Don Nicolás) para instaurar la tranquilidad perdida y la paz extraviada en la frivolidad del mandato municipal que le antecedía, había sido asesinado, convulsionando la esperanza, cuando en el día de la Natividad, del nacimiento de la Fe, otras balas usaran su lenguaje de miedo para mantener su control sobre la población.
El brío de la renovación, en la plazuela de la parroquia de San Mateo, entre el tronido de los chirriones de los tlacololeros que para alejar al tigre (plaga), con destreza realizaban el maizo, el tepachero, el teyolero, el jitomatero, el chile verde, el ventarrón, el rayo seco, el colmenero, el frijolero, el xocouotillo, la perra maravilla, el tlacololero y el salvador, fueron opacados con el estruendo de armas de fuego que cortaron dos vidas.
Ahí, frente a la parroquia, a punto de iniciar el recorrido para el Teopancalaquis (sincretismo religioso e indígena) que realizan año con año desde hace 200 años desde la parroquia de San Mateo hasta la hoy Catedral de la Asunción de María las autoridades legalmente constituidas junto con los organizadores de la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, instituida por el mismísimo Don José María Morelos y Pavón, cayeron sin vida el Presidente del Patronato, Martín Roberto y el maestro de Ceremonias, José Vidal, que estaban a la espera del Edil, Gustavo Alarcón Herrera y el Cabildo para caminar juntos sobre la calle Hidalgo y llegar al centro de la capital de Guerrero en un emotivo y alegre peregrinar hacia la casa de DIOS.
En San Mateo, Martín Roberto era ampliamente conocido y estimado, era un vecino que realizó acciones a favor de sus coterráneos, era una gente de bien. Y ahora, ante la fatal noticia de su asesinato, las familias que se disponían a salir para unirse en la celebración del Teopancalaquis, cambiaron la sonrisa por el llanto y la cena de navidad por veladoras afuera de sus casas.
En Chilpancingo, muchas, muchas familias sabíamos que la cena de Navidad había cambiado desde el homicidio de un gran hombre, un gran líder, un pacificador, Alejandro Arcos Catalán. Sabíamos que era importante el encuentro familiar como un vínculo social de resistencia, pero no imaginábamos que el año se cerraría con el asesinato de otro apreciado personaje capitalino como Martín Roberto, y la propia de José Vidal, un joven que animaba eventos, a quien cortaban también su alegría contagiosa, por duelo.
A Chilpancingo la administración anterior la marcó la fiesta, la falta de resultados en la administración pública, la mentira repetida tantas veces que confundía a los menos informados. Los paros de transportistas ante la inseguridad y por ende la educación, el alto costo de insumos alimenticios, la falta de oportunidades para su juventud, la falta de respaldos para el desarrollo económico, el abandono de la zona rural, incluso, la burla de anunciar junto con SEDATU, Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, un “recinto ferial” destruyendo el que existía y dejando apenas simulado unas varillas levantadas para justificar “la obra” cuando realmente parecían porquerizas, también la marcó la incumplida promesa de un gobierno con visión de futuro.
El voto a favor de Alejandro Arcos no estuvo exenta de votos en contra por seudo aliados que buscaban esa posición y otros que no ofrecían nada pero que estaban urgidos en alejarse de donde habían partido, aún así, levantó el triunfo porque la esperanza ciudadana alimentaba esa posibilidad.
Sin duda no es fácil para el Doctor Gustavo Alarcón Herrera estar en la Presidencia. No es un calzado con medida ni con calzador, es un momento en el que la naturaleza también lastimó la ciudad, y es un momento en el que la historia demanda de una visión distinta para restaurar lo perdido, que es mucho.
En este periodo de anarquía, donde la intranquilidad social y el duelo caminan, debe cabalgar la filosofía práctica del Chilpancingo heroico e histórico, debe restaurarse el orden y la estabilidad, y para ello se requiere también la suma de voluntades y la de sus hombres y mujeres comprometidos, así como los otros órdenes de gobierno.
Apreciadas y apreciados lectores, gracias por acompañarme en estos tiempos, que sea un venturoso año 2025 para ustedes y sus seres queridos/as, y agradecer a este medio su confianza y la oportunidad de ser parte de su equipo.