ISABEL ORTEGA MORALES
Chilpancingo, Guerrero. Acapulco está entre los destinos de playa más conocidos del mundo y está considerado como el destino preferido de artistas, estrellas, políticos que pasearon su presencia por una bahía icónica que solo mirarla permite evocar la idea de descanso, de paz, pero también de diversión.
Hace unos meses, una persona que ha ocupado los espacios periodísticos señalaba en un programa de redes que de manera reiterada durante años ha pedido que se construya en Acapulco un punto simbólico que permita a visitantes llevarse el recuerdo de este puerto y citaba sus recorridos por el mundo donde, por ejemplo, la Puerta de Alcalá, en Madrid, era un sitio para ratificar que se ha estado ahí, o como la torre Eiffel en Paris.
Qué bueno que el periodismo le ha dado para hacer esos viajes y tener esos recuerdos, sin embargo, le decía en ese mismo espacio si Acapulco no es por sí mismo con su hermosa bahía el mejor recuerdo y en lugar de buscar que se levantara un monumento para una foto de recuerdo, como acapulqueño mejor no proponía a las autoridades una estrategia que permita recuperar el Acapulco del paraíso en lugar del Acapulco de violencia que se tiene.
Se enojó conmigo, y siempre que puede me da un golpe a través de su cuenta social, que no sigo, pero me lo comparten cuando sucede ese “recuerdo”.
El Acapulco que no ve esta persona es el que ha tenido la fortaleza de levantarse del azote de efectos naturales, pero no ha podido levantarse de los efectos de la violencia.
Cito un ejemplo. El Ejército Mexicano dejó de tener la confianza plena, ahora solo es parcial por su aporte a la ayuda humanitaria en casos de desastre que da a la población, pero no la confianza plena en la seguridad. Un factor que parece intrascendental pero que pega es el cotidiano mensaje del Presidente de México descalificando lo hecho anteriormente en materia de prevención del delito y hasta en seguridad, para ocupar a esta estructura en tareas como la construcción de proyectos personales de AMLO en su visión de estado, que sin embargo no son inherentes a su cometido de fundación, donde sin duda pueden, pero no lo han logrado.
Acapulco está en los medios no por sus eventos inherentes a un centro de descanso, sino a temas de violencia en el que no tenemos que ver los medios que reflejamos lo que hay y la violencia no la generamos nosotras ni nosotros.
Tal parece que también en esos temas como gentes de medios no estamos de acuerdo, y está bien, el pensamiento es universal, en buscar como hacer trascender el recuerdo de Acapulco. Quienes estén por un monumento que supla la bahía sin duda lo hacen porque para ellos la bahía está superada como punto de recuerdo porque la violencia la tiene en segundo lugar o quizá en último lugar, pero hay quienes consideramos que, si se buscan estrategias mejores, si se suman esfuerzos más allá de la división de partidos y entre partidos, encontrarán la forma de que este destino vuelva a estar en la predilección de vacacionistas. Además, si se ayuda a la población a superar el reto de construcción que le provocó OTIS, quizá también se sumen a un proyecto integral de prevención del delito. Acapulco pues, tiene distintos retos y se está escabullendo el proyecto turístico por la violencia.