EDUARDO IBARRA AGUIRRE
Con más pena que gloria y con mucho desgaste para el Frente Amplio opositor, concluyó la pasarela de los huipiles que pretendieron presentarse como de bordados democráticos y auspiciados por la sociedad civil, a cargo de “la mujer de Estado” –así la llamaron– Beatriz Elena Paredes Rangel y la senadora con goce de sueldo Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz.
Si bien aún falta la última palabra de Paredes, el hecho es que reconoció ante el Consejo Nacional del Partido Revolucionario que las encuestas no la favorecen y descartó buscar algún cargo de elección popular, después de que la dirigencia del Institucional, atropellando las formas de la urbanidad política, hizo público su respaldo a la señora X que diseñará una estrategia de seguridad pública (con el prófugo de la justicia Francisco Cabeza de Vaca), prohibiendo el consumo de micheladas entre los jóvenes, tal y como lo hizo en Santa Julia, como jefa delegacional en Miguel Hidalgo.
Se “bajó” del proceso Beatriz Elena, pero sin declinar a favor de Bertha Xóchitl –aunque ésta la alentó a no hacerlo–, y un día después presumió con la arrogancia que la distingue, por medio de la red social X, al notificar su triunfo y convocar a ver hacia adelante: “Esto apenas comienza. ¡A lo que sigue! Nadie nos detendrá”.
Tiene claro la senadora de las ocurrencias políticas y los dislates que la elección del próximo domingo y que representaba el 50% de la medición del apoyo de las dos contendientes, se cancela “porque Beatriz Paredes decidió (sic) retirarse de la contienda”, ocultando las presiones de que fue objeto por Alejandro Moreno Cárdenas, el mal afamado Alito por corrupto y traidor de sus camaradas.
La tlaxcalteca de San Esteban Tizatlán, tuvo más decoro que el exgobernador de Campeche y exitoso casateniente, pues aclaró ante la dirigencia –que se arrastró en la alfombra ante Acción Nacional y el señor X– que su adhesión definitiva al FAM dependerá del programa de gobierno de coalición y de la evolución de su entramado democrático. Tampoco escatimó autoelogios, como que “era natural, como culminación de mi biografía política, que intentara la candidatura presidencial, para ser la primera presidenta de México, (…) como demócrata que soy, y absolutamente consistente, que reconozca cuando los resultados no me favorecen”. Más todavía: “Soy una gente (sic) de misiones, no de posiciones”, a pesar de que no se conoce la declinación a ningún cargo o misión, desde que con Luis Echeverría en Los Pinos (1970-76) accedió, jovencita, a la Cámara de Diputados.
La veterana priista elogió a la senadora X por su “talento y estilo personal que imprimió una nueva dinámica al proceso”. Es decir, Paredes Rangel disfrutó lo sapos que se tragó y que sólo en apariencia la obligó su compañero de filas y causas, Moreno Cárdenas. Nadie la forzó aunque la operación por la troika partidaria PRIANRD fue muy desaseada, misma que al día de hoy acumula siete rechazos de cada 10 ciudadanos.
Lo que aún no queda claro, por lo menos para este redactor utópico, es el afán de la dirigencia del FAM y su jefe X. González en terminar abruptamente un proceso que sin ningún problema pudo culminar el próximo domingo con la elección interna, salvo que las dudas sobre las posibilidades de triunfo de Bertha Xóchitl sobre Beatriz Elena fueran abundantes. De esta manera le dan la razón al presidente Andrés Manuel López Obrador en su prospectiva trazada hace dos meses, de que se trataba de un montaje o una farsa de los oligarcas que están detrás del estrecho Frente opositor.
Acuse de recibo
Rojos. Diccionario biográfico es un libro monumental, no sólo por su volumen (1 148 páginas, forros incluidos), sino también por sus contenidos, más de 3 500 semblanzas en orden alfabético, capítulos especiales como Mexicanos en la Internacional Comunista, una selección de mujeres con 762 ilustres luchadoras, Presos políticos en las Islas Marías, de los combates sociales y políticos de la Guerra fría, todos los del movimiento estudiantil popular de 1968, los posteriores en la transición a la “guerra de exterminio” y un apartado con las víctimas de las masacres. En total 5 282 semblanzas en orden alfabético y en cuatro capítulos especiales, además de las mujeres rebeldes. Es un libro bellamente ilustrado y como es natural no exento de parcialidad, tan voluminoso que no recuerdo otro igual en mis manos, gracias al coordinador de éste, Arturo Martínez Nateras, como lo es también de los libros 1, 2 y 3 de La izquierda mexicana en el siglo XX. Dice el coordinador general de la obra: “Seguiré reclamando como un derecho a la memoria y a la restitución, la edición masiva de La izquierda mexicana del siglo XX como obligación del gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, para la reparación integral por las graves violaciones a los derechos humanos, por el genocidio en contra de la generación del 68”… Y de otras generaciones… Telmex resolvió la falta del servicio a [email protected], ocho días después.
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