Una noche infausta

DULCE MARÍA SAURI RIANCHO (SemMéxico, Mérida, Yucatán). “Noche de los cuchillos largos” o “noche de cristales rotos”, ambos episodios históricos vinculados al ascenso del nazismo en Alemania de la década de 1930 fueron empleados para describir lo acontecido la noche del viernes 28 y durante la madrugada del sábado 29 pasados.

El escenario fue el Patio Central de la casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado de la República, el mismo sitio donde fue velado Maximiliano de Habsburgo, emperador de México, cuando su cuerpo fue trasladado desde el Cerro de las Campanas.

Después de recibir la instrucción y el aliento presidencial en Palacio Nacional, 65 senadoras y senadores de Morena y sus aliados/as decidieron sesionar fuera de su lugar habitual, tomado desde el día anterior por legisladoras/legisladores opositores a las tropelías oficialistas contra el INAI.

Hago un paréntesis para subrayar que la mitad más uno del Senado está compuesta por el número mágico de 65 que, una vez alcanzado, permite votar reformas constitucionales por una mayoría calificada de 44 senador@s.

Previsora, la senadora Xóchitl Gálvez llegó en bicicleta y se “encadenó” a la silla de la presidencia de la antigua sede para intentar impedir la maniobra que se vislumbraba cuando la mayoría morenista salió del Palacio Nacional.

Vano afán, pues sin rubor alguno, las y los oficialistas se ubicaron a pie de la estatua de Belisario Domínguez, símbolo de la dignidad y la valentía frente a la dictadura del poder, para realizar el mayor acto de sumisión al Ejecutivo que registre la historia reciente.

A “toda máquina”, como dice la canción, cual si fueran vagones de ferrocarril, los asuntos fueron pasando al improvisado pleno. Presidente y secretaria se esmeraron en contar los votos, para que, en la medida de lo posible en un escenario tan adverso a la transparencia y la certeza, quedara suficientemente acreditada la legalidad de los procedimientos.

Fueron 18 los expedientes provenientes de la Cámara de Diputados que, en calidad de minutas, fueron recibidos por el Senado. En cuestión de minutos las comisiones respectivas conocieron las minutas, las aprobaron y formularon sus dictámenes.

En esa infausta noche, dos instituciones desaparecieron: el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABI) y la Financiera Nacional de Desarrollo Agrícola, más conocida como Financiera Rural.

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología no solo se le cambió el nombre sino la forma de participación de la comunidad de investigadores y académico/as en el desarrollo científico del país.

El INSABI no tenía todavía ni cuatro años cumplidos: se desecha sin realizar siquiera el intento de evaluar su fracaso, mucho menos poner nombre y apellido a las y los funcionarios responsables. Se aprueba otro ensayo sin detenerse a considerar si el IMSS-Bienestar podrá sobrellevar la carga que le asignaron sin los recursos materiales y financieros suficientes.

¿Y qué decir de Financiera Rural y de las y los campesinos que se quedan sin fuente de financiamiento para sus actividades? ¿De verdad cree el presidente López Obrador que su programa “Sembrando Vida” sustituirá a los créditos de una institución pública? Ni Milton Friedman y los Chicago Boys se hubiesen atrevido a tanto…

En horas, determinaron importantes cambios en materia ferroviaria y sobre el espacio aéreo; Bienes Nacionales, Minería, régimen de concesiones, disposición de los impuestos al turismo, todo con el común denominador de otorgar más atribuciones y funciones a las fuerzas armadas permanentes, en especial al Ejército.

Brilla con luz propia entre las prisas de la infausta noche, la legislación sobre Aviación Civil, quizá la única que fue estudiada, analizada con los distintos participantes en esta vital actividad y, finalmente, aprobada en Diputados sin la absurda y riesgosa autorización a las líneas aéreas extranjeras para realizar cabotaje en territorio nacional.

Me detengo en las tres reformas constitucionales que esa noche fueron aprobadas por un mínimo de 44 senador@s. Se disminuyó la edad para ser diputad@ federal hasta 18 años y se redujo la edad para formar parte del gabinete presidencial (sólo 45 votaron a favor).

Cosa rara: campeó la prudencia al dejar pendiente la votación para aumentar un delito más -tráfico ilegal de armas de fuego- al largo catálogo de disposiciones que ameritan prisión preventiva oficiosa, esa que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha declarado contraria a los compromisos internacionales que en materia de derechos humanos ha suscrito nuestro país.

Lugar especial merece la minuta que llegó al Senado para introducir en la Constitución el impedimento de candidaturas de elección popular y el desempeño de cargos en el Ejecutivo para aquellas personas que sean deudores morosos de pensión alimentaria o agresores de mujeres. (Por cierto, Yucatán fue precursor exitoso en esta reforma, que fue impugnada infructuosamente por una extraviada Comisión Nacional de Derechos Humanos).

Esta última fue votada por una amplia mayoría de los presentes. El procedimiento para aprobar esta trascendental reforma fue, cuando menos, desaseado: no lo merecía por su importancia ni por la energía extraordinaria de las agrupaciones de mujeres que la han impulsado.

Ahora pasa al Constituyente de los estados en donde al menos 17 congresos deberán de aprobarla antes de ser promulgada y que entre en vigor. Y todo ello deberá suceder antes del 1º de junio, para cumplir con los tres meses previos al inicio del proceso electoral.

La oscuridad se impuso el pasado 28 de abril. El Senado cedió a las presiones del Ejecutivo para imponer su agenda y, por qué no, recordarles a “esas” oposiciones quién tiene la mayoría.

Abrieron esa noche la puerta al autoritarismo que barre convicciones y compromisos democráticos. Una vez más, queda la Suprema Corte de Justicia como responsable de restablecer el orden jurídico y el estado de derecho. ¿Resistirá?

*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán 

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