ROBERTO VIZCAÍNO. El reduccionismo de Andrés Manuel López Obrador es absoluto. No le da para más. Simplemente no concibe que quienes le piden diálogo, como el domingo lo hizo el presidente de los diputados el panista Santiago Creel, sea para ir a acuerdos que beneficien a todos los mexicanos.
No. Él mismo se explica:
“A veces, cuando dicen: ‘Queremos diálogo’, nosotros decimos: No. No es que no respetemos y que en la democracia debe de haber pluralidad, es que el diálogo que ellos quieren busca prebendas, es regresar a los moches.
“Acuérdense ustedes cuando estaba Carstens de secretario de Hacienda, yo creo que era Calderón el presidente, aprobaban los presupuestos por unanimidad, es decir, todos los diputados. Antes se les llamaba ‘levantamanos’, ahora todo es electrónico ya. Tres años aprobando el presupuesto de manera unánime.
“¿Qué, acaso Carstens es el gran maestro de la política?
“No, es que repartían moches, maiceaban. Pero todo ese dinero se quedaba arriba, en beneficio de una minoría. Por eso había presupuesto para el pueblo, porque también el gobierno no tenía como propósito beneficiar al pueblo, el gobierno su función durante el periodo neoliberal fue facilitar el saqueo, un facilitador del saqueo, se dedicaban a facilitar el traslado, la transferencia de bienes públicos a particulares. Esa era la esencia del gobierno, era como una oficina para entregar contratos, concesiones y vender bienes nacionales a particulares.
“Entonces, era otra situación, por eso ahora ya no es así: Diálogo sí, pero sin corrupción.
“‘Vamos a negociar’ ¿Qué vamos a negociar? ¿Impunidad? ¿El que se siga entregando el presupuesto a particulares, a una minoría? ¿Que se siga permitiendo el tráfico de influencias?
“Es como lo de los medios: ‘Si nos arreglamos con un buen contrato de publicidad, pues a aplaudir y a callar, y a quemar incienso al presidente’”, rematò..
Por eso mientras él esté en Palacio, no habrá diálogo con opositores. Así de directo. Para él todos son corruptos y lo que buscan es restaurar el viejo sistema de los moches.
Santiago Creel deberá buscar otro tema de sus próximos discursos e intervenciones ante AMLO.
NORMA PIÑA, EL ORGULLO DE AMLO
A diferencia de Jesús Ramírez, quien en redes sociales criticó a la presidenta de la Suprema Corte Norma Piña por no levantarse de su silla a la llegada de AMLO al presídium del Teatro de la República, el mandatario se dijo orgulloso de ella porque eso muestra que no es su empleada.
En su mañanera de ayer lo explicó así:
“Ayer (el domingo) me dio mucho gusto porque se notó, yo creo que porque estaba cansada o no quiso pararse la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, pero me dio mucho gusto, me dio muchísimo gusto porque eso no se veía antes, los ministros de la Corte eran empleados del presidente.
“Desde luego, en la formalidad, desde el porfiriato, se hablaba, ¿no?, de la división, del equilibrio entre los poderes, pero en realidad el poder de los poderes era el Ejecutivo. ¿Cuándo se había visto que se quedara sentado el presidente de la Corte en un acto así? Eso me llena de orgullo porque significa que estamos llevando a cabo cambios, es una transformación, ya no es el presidente el que le da órdenes a ministros, y también es un desmentido cuando de manera exagerada se habla de una dictadura, de una tiranía”.
¿Usted cómo lo ve?
SE REQUIERE REGRESAR LA CONSTITUCIÒN A SUS ORÌGENES
Para Ricardo Monreal, el gran negociador desde el Senado de las reformas constitucionales en este sexenio, la Carta Magna requiere de otros cambios a fin de restituirle su sentido original.
“En mi vida política, la cual hasta hace cuatro años ejercí como oposición a la clase gobernante, me enfrenté al uso faccioso de la ley. El régimen pasado utilizaba el marco legal a su antojo para perseguir detractores e impedir el avance de la democracia. Por ello, puedo asegurar que, ante la falta de un gobierno cuyo objetivo sea el bien común, la regencia de las leyes es superior a la de los hombres.
“Hoy, después de años de luchar por vivir en una sociedad más justa, la situación empieza a cambiar. Aunque aún vivimos en un país en donde la impunidad es rampante, lo cierto es que la esencia del gobierno es virtuosa, y poco a poco nos alejamos del uso faccioso de la legalidad y nos acercamos a la simbiosis entre el Estado de derecho y la justicia, para que ninguna persona se encuentre por encima de la aplicación de la ley, y la ley no pueda estar por encima de la justicia. Una realidad en la que lo legal es justo, y lo justo, legal.
“Ayer se cumplieron 106 años de la promulgación de la Constitución. Coincidimos con lo declarado por el presidente Andrés Manuel López Obrador durante el discurso que pronunció en el Teatro de la República. Es cierto que durante un largo periodo de tiempo el texto de la Carta Magna se alejó del espíritu de esta, pero es igualmente verdadero que a través del trabajo de las últimas dos legislaturas se han logrado conquistas legales que la acercan nuevamente a los principios revolucionarios y a su esencia social.
“Por eso, como parte de la transición política que México está experimentando, y en lo personal, como catedrático de la UNAM y constitucionalista, nunca dejaré de defender nuestra Ley Suprema, pero tampoco seré omiso respecto a los abusos que se han cometido y se pueden llegar a cometer tergiversando su uso y espíritu”.
El mensaje es: si llego a Palacio continuaré con la limpia de la Constitución pero dentro de la legalidad y el respeto al Estado de Derecho. Igual castigaré los excesos cometidos ahora, en la 4T.
¿Neta?
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