Y aplicaron todos los vicios electorales en una sola jornada
ROBERTO VIZCAÍNO. No pocos mexicanos viven en el pánico desde el pasado sábado. Ciudadanos normales como usted y yo, que vieron cómo huestes de Morena acudieron a todo lo indebido, incluida la violencia misma, para asegurar para sus líderes y jefes de corriente o tribu uno de los 10 cargos disputados en los 300 distritos electorales para formar parte de los 3 mil Congresistas del próximo Consejo Político Nacional del partido en el poder.
¿Para eso quieren desaparecer el INE y controlar ellos mismos las elecciones en México?, se preguntan desde entonces.
Y es que, ¿se acuerda Usted de la larga lista de cochupos con que el PRI ganaba elecciones antes de la existencia del IFE?, bueno, pues todo eso y más utilizaron el pasado fin de semana los aspirantes al Consejo Político de Morena para lograr una posición.
Asalto de casillas, embarazo de urnas, acarreos, ratón loco, amenazas, amagos, trifulcas, quema y relleno de urnas, compra abierta de votos y hasta participación directa de militantes de otros partidos políticos, y violencia fue lo común en el proceso interno de Morena.
A ver ahora con qué sale Mario Delgado quien dijo que no se permitirían prácticas de “otros partidos” y que, de cometerse, se anularía la votación en los distritos señalados.
Y es que desde su formación hace 8 años Morena había estado posponiendo este proceso. Y durante esos años tampoco se preparó para formar cuadros.
Ahora tenía que cumplir tiempos y debía integrar su Consejo Político antes de su Congreso Nacional previsto a realizarse 17 y 18 de septiembre.
Pero desde que Delgado lanzó la convocatoria se comenzó a perfigurar el desastre. Terminaron registrándose 42 mil 583 aspirantes a congresistas de Morena para de ahí elegir a 3 mil.
Durante todos estos años las dirigencias de Morena y el propio Andrés Manuel López Obrador mantuvieron cerrada la afiliación de nuevos militantes. El tabasqueño y sus gerentes tuvieron siempre la desconfianza de que pudieran ser penetrados por otras fuerzas e intereses a través de aceptar la militancia de personajes que luego buscaran cargos internos o candidaturas diversas.
Bueno, ahora tuvieron que abrir abruptamente y sin ningún control la afiliación para poder elegir en una interna a los 3 mil consejeros nacionales.
Algunos de los duros de Morena interpusieron recursos para impedir tal cosa. Pero el miércoles pasado, a propuesta del magistrado presidente Reyes Mondragón, el pleno del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que en la interna de Morena del sábado podrían votar todos quienes presentaran su credencial de elector y su formato de registro de militancia cuyo formato se podía conseguir en Internet…
Hoy no se sabe cuántos de quienes votaron el sábado lo hicieron con registros dobles o triples o de más veces. Y si estos son militantes de otros partidos.
En este contexto y con las mismas reglas, el sábado 13 y domingo 14 de agosto se deberán elegir los consejeros y dirigentes estatales de Morena en todo el país.
Nomás imagínense lo que va a pasar. Se van a destripar.
Todo ello para culminar en un magno congreso nacional el 17 y 18 de septiembre próximo donde se elegirá al nuevo Comité Ejecutivo Nacional y al Consejo Político Nacional de Morena -con excepción del presidente Delgado y la secretaria general Citlalli Hernández, cuyos cargos concluirán hasta agosto de 2023-.
EBRARD Y MONREAL PREVIERON EL DESASTRE
Días antes del sábado, los grupos de apoyo de Marcelo Ebrard y de Ricardo Monreal advirtieron que a sus simpatizantes se les había excluido, “rasurado”, de las listas de aspirantes y por ello el zacatecano indicó que se retiraba de esa contienda.
Monreal indicó entonces que así evitaría que se le vinculara con los eventos que finalmente ocurrieron.
Ayer domingo, Monreal se dolió de que, pudiendo ser Morena el partido más democrático de México, no lo sea.
Indicó que la exclusión de fundadores y la inclusión de personas que hace apenas 4 años nos combatieron y persiguieron así como la indebida intervención en el proceso, de gobernadoras y gobernadores de Morena, así como de la Jefa de Gobierno, invalidaban de entrada ese proceso.
Y concluyó al indicar que todo lo ocurrido deja en evidencia que la dirigencia del partido no tuvo ni la capacidad de autocrítica ni el mínimo interés de corregir el rumbo, por lo que el resultado fue “un pésimo desenlace”.
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