TEXTURA VIOLETA/ Ser persona, un privilegio

DRINA ERGUETA

SemMéxico, La Paz, Bolivia. La gran Ángela Davis afirma que “las mujeres somos personas” y, años atrás, la luchadora por la abolición de la esclavitud Sojourner Truth les decía algo similar a las mujeres blancas: “¿Acaso yo no soy una mujer?”. Estas frases clásicas del feminismo se pueden aplicar en otros espacios y situaciones, como los hechos ocurridos durante las movilizaciones y enfrentamientos de la semana pasada en Bolivia, donde se han registrado cuatro… perdón, al menos seis muertes.

Es que, más a menudo de lo que se desearía, es necesario recordar aspectos básicos a quienes defienden sus privilegios. Davis, luchadora por los derechos de las personas negras y de las mujeres, dice esa frase para explicar que ser personas es “la idea radical que sostiene el feminismo”; Truth, para evidenciar la obviedad en la comparación que plantea: “soy mujer como tú”.

“Somos personas” o “soy como tú” ponen sobre la mesa, para cuestionarlos, los privilegios de unos sobre otras; señala las desventajas de una parte de la población en todos los aspectos de la vida y por razones que evidentemente no son biológicas sino sociales; es también una crítica profunda a esa sociedad y a quienes se benefician de ello; y plantea, finalmente, la necesidad de una igualdad en derechos, oportunidades y responsabilidades.

¿Qué tiene que ver eso con Bolivia y sus problemas sociales? Mucho, demasiado incluso.

Durante 14 días, hasta el pasado fin de semana, en Bolivia se registró una amplia movilización de indígenas y gente del campo, fundamentalmente, que bloquearon las principales vías camineras del país pidiendo que Evo Morales pueda ser candidato en las elecciones que se realizarán en agosto. Las acciones policiales de despeje de caminos derivaron en enfrentamientos, intensos especialmente en la población minera de Llallagua, donde también participó la población urbana rechazando los bloqueos. En general y por este asunto, en todo el país se observa una división entre la gente de ciudades y la del campo, que es indígena.

Los enfrentamientos dieron como resultado cuatro policías muertos, en Llallagua, y al menos dos civiles entre esa población y el camino entre Oruro y Cochabamba. Al menos, porque hay denuncias de que habría otras seis muertes entre los campesinos. Por ello hay sectores que piden que se investigue a fondo lo ocurrido, así como las implicancias de tipo delincuencial, relacionados al narcotráfico y el contrabando en la zona minera.

La cosa es que la muerte de los policías tuvo una repercusión mediática muy importante, mientras que de las otras apenas si se habló, especialmente la que sí está confirmada y que corresponde a un campesino en la carretera Oruro-Cochabamba ¿Acaso no es una persona? Y si hay más muertes indígenas que apoyan a Morales ¿por eso no son personas?

Ya durante el golpe ocurrido en 2019 se animalizó a la población indígena y se dijo que las muertes que entonces hubo fueron porque entre ellos se mataron.

Incluso desde posiciones de derecha, hay voces que señalan que a Evo Morales se le debería permitir participar en las elecciones para evitar una crisis social mayor y porque a él se le debería vencer de manera democrática en elecciones. Esto cocha con una legalidad políticamente interpretada.

Evidentemente, como personas y con ciudadanía tienen derecho a tener representación, así sean partidarios de Morales ¿verdad? Quien fuera su delfín, Andrónico Rodríguez, sí se presenta a las elecciones, y hay cierto temor de que pueda ganar en primera vuelva. Es la advertencia desde esas posiciones de derecha que preferirían que haya dos opciones potentes que dividan el voto popular en beneficio de las opciones de derecha y liberales, que están muy fragmentadas.

Un panorama complejo en donde estos sectores populares, campesinos e indígenas al parecer no son personas para esas candidaturas liberales y de derecha, ya que están totalmente al margen, inexistentes, en sus campañas que llevan realizando dirigidas sólo a clases medias y altas, de ciudad y blanco mestizas.

En general, en los dos bandos y sus partidos, las mujeres tampoco son personas ya que no hay campañas que las tomen seriamente en cuenta. De diez candidaturas, sólo hay una mujer candidata a presidenta, Eva Copa; mientras que la única candidata a vicepresidenta, Mariana Prado, resultó ser una defensora de un feminicida (hasta el momento en que se escribe esto, ella no ha sido destituida de la postulación).

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