TEXTOS EN LIBERTAD/ Tlatelolco, el escenario del 2 de octubre

JOSÉ ANTONIO ASPIROS VILLAGÓMEZ

Con mi felicitación sincera al amigo y colega (y vecino en un tiempo en Tlatelolco) Abelardo Martín Miranda, por su merecido nombramiento como vocero del Gobierno del Estado de México

Hace 55 años –que se cumplirán el 2 de octubre- fue anulado a balazos el Movimiento Estudiantil iniciado en julio anterior en la Ciudad de México, y en el ataque murió una cantidad nunca precisada de asistentes a un mitin que se celebraba en la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad Tlatelolco.

Desde lo alto del edificio ‘Molino del Rey’ que está en el lado norte de esa Plaza, surgieron los primeros disparos de miembros del Batallón Olimpia (Estado Mayor Presidencial) contra quienes estaban en la explanada: estudiantes, vecinos, curiosos y otros militares que habían entrado al lugar con la bayoneta calada y repelieron el fuego. De esos ataques fueron injustamente detenidos, acusados, sobajados y encarcelados los líderes estudiantiles.

Ese edificio ‘Molino del Rey’ es uno de los 102 que había entonces en el Conjunto Habitacional ‘Adolfo López Mateos’, más conocido como Unidad Tlatelolco. De ellos quedan 90 inmuebles, pues aparte del Nuevo León que se derrumbó con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, otros once fueron dinamitados y a cuatro les redujeron altura, entre ellos el ‘Molino del Rey’.

En el mismo lado norte de la Plaza estaba la Vocacional 7 del Politécnico, luego convertida en clínica del Seguro Social que ya también desapareció; en el oriente el edificio ‘Chihuahua’ cuyos descansos con vista a la Plaza fueron usados por los dirigentes estudiantiles como tribuna; por el sur el templo de Santiago Apóstol que cerró sus puertas para que no entraran quienes huían de la balacera aquel 2 de octubre, y en el poniente una zona arqueológica que ha sido explorada desde 1944.

En las tres supermanzanas de la Unidad, además de viviendas hay escuelas y todos los servicios propios de una “ciudad dentro de la ciudad”, como se le llegó a llamar. Es decir, se eligió para acabar cruentamente con el Movimiento Estudiantil, una zona densamente poblada y por ello entre las víctimas debió haber residentes.

A finales de enero de 2016, la viuda de John Lennon, la artista Yoko Ono, colocó justamente donde murieron aquellos asistentes al mitin, 41 cruces de madera como parte de una muestra llamada ‘Tierra de esperanza’.

El próximo 21 de noviembre se cumplirán 59 años de la inauguración de la Unidad Tlatelolco, cuando faltaban nueve días para que el presidente Adolfo López Mateos terminara su mandato y fuera relevado por Gustavo Díaz Ordaz, en cuyo sexenio ocurrió la matanza del 2 de octubre.

Esa tragedia provocó que muchos habitantes del conjunto habitacional malbarataran sus departamentos, y supimos de otros (vimos sus nombres repetidos en el directorio telefónico) que así se adueñaron de varios de ellos para rentarlos, pero los perdieron con los sismos de 1985, cuando también este tecleador debió dejar su morada en la elegante torre Chamizal, muy cerca de la Plaza de las Tres Culturas.

No todos los edificios de Tlatelolco fueron ostentosos como el Chamizal, que tenía pisos de parqué, clósets de caoba, cocina integral, ductos para la basura en cada departamento y mosaicos italianos en los dos baños completos, uno de ellos con tina. De hecho, al menos la primera sección de la unidad fue pensada para familias con pocos recursos.

Allá por 1964 hicimos un reportaje según el cual, los departamentos se venderían con pagos mensuales desde $79.00 y las supermanzanas, que finalmente sólo abarcaron de Insurgentes Norte al Paseo de la Reforma, iban a extenderse hasta la calzada Ignacio Zaragoza, lo que hubiera significado la desaparición del popular barrio de Tepito y la transformación de varias colonias plagadas de vecindades.

Al final, los departamentos costaron más; en los años 70 la mensualidad más baja era de $291.87, y no sabemos cuál habrá sido el alto precio para los adquirientes después del terremoto del 85, porque a muchos residentes nos fueron comprados los departamentos para revenderlos a damnificados de otros rumbos. En nuestro caso, por un departamento adquirido en $237,000.00 en 1975, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología nos pagó cinco y medio millones de pesos y además recibimos una constancia de damnificado.

Con su emblemática torre en forma de pico, su jardín gemelo del de San Marcos en Aguascalientes, los restos del Técpan donde estuvo Cuauhtémoc tras la caída de Tenochtitlán, su templo de Santiago Apóstol, sus recuerdos del sismo y de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, y sus años de gloria idos hace mucho porque cayó en el descuido y surgieron muchos conflictos sociales y de seguridad, como fue el caso de los cuartos de azotea convertidos en una “ciudad perdida”, Tlatelolco sigue en pie; en 2016 la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano le asignó 500 millones de pesos para el rescate y remodelación del conjunto.

El creador de la Unidad Tlatelolco, arquitecto Mario Pani, en declaraciones de prensa hace casi cuatro décadas fue muy crítico por el descuido del lugar. Seguramente volvería a serlo en la actualidad pero, aun así, es hogar de muchas familias y los externos pueden ir a disfrutar de la zona arqueológica y los museos que hay en la torre donde estuvo la Secretaría de Relaciones Exteriores y hoy pertenece a la UNAM.

Y tan importante es el lugar todavía, que en 2021 el Congreso de la Ciudad de México solicitó a la Secretaría de Cultura capitalina, declarar a la Unidad Tlatelolco como patrimonio cultural arquitectónico.

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