TEXTOS EN LIBERTAD/ México es partidario de un Estado Palestino en paz con Israel

JOSÉ ANTONIO ASPIROS VILLAGÓMEZ

Los sucesos de estos días en Medo Oriente, luego que los terroristas del grupo extremista palestino Hamás lanzaron un ataque contra Israel y este país reaccionó de manera igualmente violenta y por ambas partes hubo mucha destrucción y víctimas civiles, tiene al mundo en tensión.

En México, mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió dos comunicados, el segundo de ellos de clara condena a “los ataques ocurridos en contra del pueblo de Israel”, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que, más que condenas, se requerían el diálogo y soluciones pacíficas, algo que también fue expresado por la Cancillería.

A la embajadora de Israel en México no le pareció adecuada la que llamó “posición neutral” del mandatario mexicano y le pidió adoptar una actitud “más enérgica y decidida” y que condenara el “terrorismo”. Su reclamo mereció las ocho columnas en cuando menos un diario crítico de AMLO.

Ante este escenario, con el apoyo hemerográfico de Apro, La Jornada, Efe, AP, Sin Embargo e Infobae, conviene recordar algunas situaciones habidas durante los tres últimos gobiernos y que revelan cierta proclividad mexicana hacia los palestinos, pero primero aclarar que Hamás (Movimiento Islámico de Resistencia) no representa a ese pueblo aunque lo gobierna desde 2007 en la zona de Gaza, mientras que en Cisjordania tiene el poder la Autoridad Nacional Palestina emanada del Movimiento Nacional de Liberación de Palestina (Fatah).

El 19 el julio de 2011, cuando era presidente Felipe Calderón, la canciller Patricia Espinosa Cantellano se reunió con la representante de la Autoridad Palestina en México, Randa I.N. Alnabulsi, y le expresó lo mismo que el gobierno sostiene hasta la fecha: el apoyo a una solución de dos Estados, “que garantice la seguridad del Estado de Israel, así como el establecimiento de un Estado palestino soberano, política y económicamente viable, que convivan dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, de conformidad con las resoluciones de Naciones Unidas”.

Bajo la presidencia de Enrique Peña Nieto, el 28 de enero de 2017 el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, dijo en un tuit que “el presidente (Donald) Trump (de Estados Unidos) está en lo correcto. Yo construí un muro en la frontera sur de Israel. Paró toda la inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea”.

Se recordará que Trump inició la construcción de un muro en la frontera con México para contener la inmigración ilegal, por lo que el tuit del dirigente judío se tomó como una alusión a ello y tuvo que aclarar lo que según él quiso decir. Por su parte, el presidente israelita Reuvén Rivlin habló con Peña Nieto y le pidió “dejar atrás” el “malentendido”.

Luego, ya en el sexenio de López Obrador, a finales de junio de 2021 el entonces embajador de México en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, ante el Consejo de Seguridad pidió a Israel respetar los territorios palestinos de Cisjordania que ha ocupado con asentamientos, y condenó las incursiones de judíos a la explanada de las mezquitas en Jerusalén. Y a la Autoridad Palestina, la exhortó a respetar la libertad de expresión, de asociación y de protesta.

A principios de octubre del mismo año, nuevamente ante el Consejo de Seguridad De la Fuente calificó de positivas las iniciativas para la reconstrucción económica de Gaza y pidió que fuera total el levantamiento del bloqueo que mantiene Israel contra esa porción de Palestina, a la vez que insistió en la preocupación de México por los nulos avances en el proceso de paz en Medio Oriente.

También reiteró lo expresado tres meses antes, acerca de que la transferencia de colonos judíos a Cisjordania, el decomiso de tierras, la demolición de cientos de estructuras y el consecuente desplazamiento de población palestina, eran actos contrarios al derecho internacional y representaban un obstáculo a cualquier iniciativa de paz

En mayo de 2021, aviones de Israel atacaron Gaza y provocaron muertos y destrozos, por lo que se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU, que por reuniones no ha parado pero sin conseguir la paz, y en uso de la palabra el doctor De la Fuente condenó a nombre de México tanto ese “uso desproporcionado de la fuerza”, como “los ataques con cohetes y objetos incendiarios lanzados por Hamas y otras organizaciones contra Israel”.

Un día antes de la reunión en la ONU, el 15 de mayo el embajador de Israel en México había pedido al gobierno de López Obrador –como ahora la actual embajadora– que condenara “el terrorismo de Hamás” y reconociera “el derecho de Israel a proteger a su población”. En esa ocasión, tanto el canciller Marcelo Ebrard como el embajador De la Fuente lamentaron que el Consejo de Seguridad no fuera capaz de pronunciarse sobre esa crisis en Levante.

Fue en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, reunido el 27 de mayo del mismo año, donde México sumó su voto a los de Argentina, Bolivia, Cuba y Venezuela por parte de América latina, para crear una comisión internacional con un amplio mandato que investigara las presuntas violaciones de los derechos humanos en el conflicto recién ocurrido entonces entre Israel y Hamás, con duración de once días.

Pero a causa de ello, el embajador mexicano en Jerusalén, Pablo Macedo, fue convocado al Ministerio de Exteriores israelí donde le hicieron un extrañamiento. “Es inconcebible –le dijo el director de la División Latinoamericana de la cancillería, Modi Ephraim– que México se ponga del lado de países hostiles a Israel en una decisión que no contribuye a la paz y que premia al terrorismo”.

Llegamos a marzo del actual 2023. El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, había dicho en París que “el pueblo palestino no existe” y esa era una verdad “histórica y bíblica” que deben “escuchar en el Palacio del Elíseo, en la Casa Blanca y en el mundo entero”, así como “los árabes en la Tierra de Israel”.

La Cancillería expresó entones en redes sociales que México rechazaba y veía “con preocupación los actos y declaraciones que ponen en duda la integridad territorial de Jordania y los derechos del pueblo palestino”. Y sostuvo que tales acciones eran “contrarias a las resoluciones de la ONU” y afectaban “los esfuerzos de paz en la región”.

Y llegamos al caso actual, en que el presidente pidió “que se dialogue y que se evite el que escale más la confrontación y la violencia”, y se negó a tomar partido en el conflicto porque “queremos ser factor para la búsqueda de una solución pacífica”. Eso no gustó entre los partidarios de condenar a Hamás, algo de lo que también se abstuvo México cuando se votó la resolución dentro del Consejo de Derechos Humanos en 2021. Opine usted.

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