ROBERTO CIENFUEGOS J.
Vaya paradojas que están marcando la vida pública, y privada por supuesto, de México. El país se debate, o se raja si usted prefiere, entre los sí y los no, radicales ambos extremos. Hay quienes asumen de esta manera la democracia y el libre albedrío de los mexicanos. Otros, entre ellos quien esto escribe, pensamos que será difícil, cuesta arriba, hacer que el país avance y no porque estemos ganados a la idea del monolitismo, sino porque vemos que hace tiempo se rompió el consenso mayoritario que resulta clave dentro de un Estado para cualquier empresa, misión o propósito.
También se encuentran los aferrados seguidores de la recién instaurada cultura de “los otros datos”, una nueva clase ciudadana que rechaza la evidencia y se asume como el baluarte fundamental de lo que se ha dado en llamar la Cuarta Transformación. En este ámbito, salvo sus datos y evidencias, no hay nada que valga ni siquiera reflexionar o examinar. Es la expresión suprema del Tótem. ¡Y háganle como quieran!
Este fenómeno mexicano, que está en ruta al cénit, fue advertido hace unos cuantos años en el libro intitulado: ¿Estamos unidos mexicanos? Una compilación hecha por Mauricio de María y Campos, y Georgina Sánchez.
Escrito hace más de dos décadas, el libro, un informe de la sesión mexicana del Club de Roma, presenta un balance sobre los últimos tres mandatos presidenciales que presentan tres formas de gobierno con obvias convergencias y divergencias, señala.
Aunque ya macerado por el tiempo, el libro aborda temas que hoy parecen más importantes que nunca, cuando el país está próximo al arranque formal de una nueva disputa por el poder político y económico, claro, del país.
Hace más de veinte años, un grupo de especialistas en sus áreas, entre ellos Enrique Alduncin, Raúl Benítez Manuat, Rolando Cordera, Víctor Urquidi, José Agustín Ortiz Pinchetti y otros, plantearon temas que hoy están en boga.
Cito: “el camino al futuro y la viabilidad de México reclaman el surgimiento de un ESTADO (subrayo con mayúsculas) compuesto por una sociedad diversa, instituciones republicanas, gobiernos democráticos, políticas incluyentes, normas y valores sociales orientados a la legalidad, la aceptación de la diferencia, la participación y la corresponsabilidad sociales”.
Sólo este párrafo hace ver si como también plantea este texto México podría estar más cerca o más lejos de su propia viabilidad y aún de una fractura mayor de la cohesión social. Ésta puesta a prueba igualmente por un fenómeno más que tangible en nuestros días, el referido a la inseguridad, el auténtico talón de Aquiles de la 4T, así se nieguen los hechos.
“El crimen crea disrupción y es producto de ella. El incremento y la inseguridad refleja una vez más la imposible sustitución de un sistema de normas institucionales y de valores por otros, sin que se produzcan vacíos, vacíos, desajustes y mayor ruptura de la cohesión social” en México.
De allí que plantee el reto mexicano como el paso de una sociedad civil a una sociedad política, en una transición crecientemente compleja y, peor aún, peligrosa cuando se instaura, según numerosos indicios e indicadores, una política reflejada en el totemismo, y mucho más alejada del Estado. Vale la pena reelerlo.
@RoCienfuegos1