ROBERTO CIENFUEGOS J. Sin haberse controlado al cabo de dos años la pandemia del coronavirus, en México y el mundo, una vez más acecha el temible virus a través de la nueva cepa del ómicron. Entramos ya al tercer año de esta calamidad sanitaria, económica y social. ¿Cuánto tiempo más? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Es probable y deseable, por supuesto, que este año podamos ver el final o al menos el control de esta voraz enfermedad.
Anthony Fauci, el zar contra la pandemia del coronavirus en Estados Unidos, apuesta por el control de ésta en la primavera próxima. Es posible si todo ocurre bien, que en marzo, el coronavirus pase a formar parte del pasado. Ojalá. Se requiere sin embargo la vacunación a gran escala. Se estima que en Estados Unidos aún faltan unos 90 millones de personas de vacunarse, en un universo poblacional que rebasa los 300 millones. La cifra de no vacunados, no deriva de la escasez de antídotos, sino en buena parte de la renuencia de muchos estadunidenses a la inoculación.
Datos del portal Our World iIn Data, indican que por increíble que parezca, sólo el 52 por ciento de los estadunidenses está vacunado y faltarían unos 90 millones más para alcanzar una mayoría de la población.
Bill Gates, el conocido magnate, ha dicho que ómicron se desplaza de manera tan rápida que una vez dominante, la nueva ola del Covid-19 debería extenderse por unos tres meses. Gates, cuyos pronósticos son bien conocidos y considerados, cree igualmente que la pandemia podría finiquitarse este mismo año. Ojalá, otra vez.
En México, con más de 200 millones de vacunas acumuladas y disponibles entre diciembre de 2020 y la fecha, ómicron se perfila como una vigorosa amenaza sanitaria, aun y cuando nuestras autoridades insistan en que es menos letal que otras cepas.
Sólo en el último mes, los casos activos en el país se multiplicaron por cinco al pasar de 20.000 a 103.000. El dato debe considerarse porque podría implicar un colapso hospitalario, indeseable claro, pero no imposible.
Recién el director del Instituto Internacional de Futuros de la Salud, Enrique Ruelas, criticó que el país haya desperdiciado tiempo para prepararse ante la llegada de ómicron. De nueva cuenta, sostiene Ruelas, el gobierno desestimó la adopción de medidas concretas, enfocadas y oportunas para amortiguar el impacto de ómicron. La estrategia, dice el gobierno, es la vacunación.
¿Por qué de nueva cuenta? Hay que recordar que México al cierre de 2019, apenas trascendió la noticia sobre los primeros casos de Covid-19 en China y hubo un repunte en Nueva York, sólo reaccionó hasta marzo.
Hasta ahora, México rebasa los 4 millones de contagios y las 300.000 muertes, lo que hace del país el cuarto con la mayor cifra de fatalidades en el mundo por Covid-19. Otros datos indican que las muertes se acercarían al número de 500 mil.
El presidente Andrés Manuel López Obrador indicó que su gobierno le «ha estado dando seguimiento a la variante ómicron del covid-19» y admitió que, como lo muestran las cifras y lo constatan los científicos, es «muy contagiosa», pero afortunadamente no reviste el nivel de peligro de otras variantes.
¿Qué viene? Tampoco nadie lo sabe a carta cabal. Se sigue apostando por la vacunación y se rehúsa el cierre de actividades económicas y/o escolares, que no han sido del todo reabiertas, ante los efectos catastróficos que pudieran sobrevenir tras la caída de más del 8 por ciento del Producto Interno Bruto de la economía nacional por el embate de la pandemia. Al menos diez estados del país están en semáforo amarillo y hay temor entre la población.
¿Qué hacer? Lo que los covidiotas se niegan. Insistir en las medidas sanitarias ya de sobra conocidas, pero que no está de más repetir: uso de cubrebocas, gel antibacterial, lavado frecuente de manos, sana distancia, rechazo a multitudes, airear espacios cerrados, sean éstos fijos o móviles -medios de transporte- cuidado de la alimentación y ejercicio físico. Tampoco sobrarían responsabilidad y paciencia para apuntalar la posibilidad de estar aquí otra vez en diciembre próximo.
@RoCienfuegos1