SINGLADURA/ ¿Hegemonía o país?

ROBERTO CIENFUEGOS J./ @RoCienfuegos1

La avalancha de reformas constitucionales que marca el cierre de este 2024, el primer trimestre del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y el inminente ascenso al poder del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, el próximo 20 de enero, definirán buena parte del 2025, un año en el que sin duda México entrará de lleno en terreno desconocido.

Hay y seguramente se presentarán nuevos hechos e incidencias que al igual que las antes señaladas, definirán y aún redefinirán el emproblemado rumbo nacional, uno en verdad inédito tanto por los problemas que se agravan como por las herencias indeseables, y aún peligrosas.

Entre los primeros, sobresale indudablemente el ritmo creciente del crimen organizado y el narcotráfico que imponen su ley como consecuencia directa de una inédita “política” pública tan  soez e insostenible como fracasada, denominada “abrazos y no balazos”, la cual ahonda todo tipo de sospechas criminales y que explica la lamentable pérdida de control territorial que hemos sufrido la mayoría de los mexicanos, cada vez más achicados y aún confinados en nuestra propia geografía cotidiana, donde tampoco impera la seguridad, así se ensalce la populachera arenga de una defensa a ultranza de una soberanía nacional, cada vez más cuesta arriba por la creciente ausencia de recursos materiales para sostenerla, y así nos engolosinemos con ese concepto, que si bien apreciable, se desdibuja al estar y ponerse más al servicio del poder político de turno que del interés nacional genuino.

Entraremos y estrenaremos el año que se avecina con la instrumentación concreta de más de una quincena de reformas a la carta magna, planteadas inicialmente en febrero del año que termina, la cuales constituyeron un corset para el gobierno de la doctora Sheinbaum y que han sido aprobadas de manera acelerada y aún en medio de una sorda disputa, casi inexplicable, de los congresos estatales y de la CDMX, para anotarse como él o dentro de los primeros en avalarlas, con especial prevalencia de la que anticipa la elección en junio próximo de jueces, ministros y magistrados del poder judicial, un ejercicio envuelto desde ahora en disputas presupuestales no menores, lo que hace anticipar resultados inciertos, una dudosa participación ciudadana, pero muy fructífero de manera altamente probable en el predominio guinda, algo que pareciera constituir el leitmotiv de todo este entramado, ideado o conceptualizado por el ex presidente que se supone está en su rancho de Palenque, Chiapas. Lo cierto es que allá o en otros puntos de la geografía patria o fuera de ella, López Obrador sigue presente, según se colige de su ramillete de iniciativas constitucionales, una más de sus herencias, más las propiamente genealógicas, que impactan y seguramente impactarán la vida pública mexicana con beneficios particulares, y si acaso grupales, filiales o de nomenclatura.

Con una economía también entrampada por la incertidumbre, que acentuó el presupuesto federal recién aprobado para el 2025, México se perfila a experimentar un año difícil, que reflejarán de nueva cuenta el bajo crecimiento de los últimos años, una inflación de control improbable aun y cuando la consideremos  más que deseable, y la canalización de recursos financieros ingentes en obras de resultados al menos cuestionables como la refinería Dos Bocas, y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, sólo por referir un par de ejemplos, sin mencionar la operación de Mexicana de Aviación, que seguirán absorbiendo recursos indispensables para tareas esenciales del Estado mexicano, ahora consideradas menos importantes en aras de una estrategia política de hegemonía absoluta y de consecuencias todavía inciertas, pero peligrosas para un país de 130 millones de personas.

El peso y crecimiento de las pensiones no contributivas, si bien indispensables para parte de los sectores desprotegidos y vulnerables, seguirán consumiendo recursos enormes, pero dilapidándose en gastos de sobrevivencia y consumo, que no conducirán al aseguramiento de la provisión de bienes y servicios también críticos para la población mexicana. Si, es cierto, estas pensiones, aportaciones o programas sociales si se así se les quiere llamar, mantendrán la virtud de que los guindas puedan conservarse en el poder, con el control, los dividendos y todos los beneficios tangibles e intangibles que derivan de semejante tipo de ejercicio político.

Éste sin duda es y seguirá siendo un tiempo de predominio y aun absolutismo guinda, un movimiento que se instaló y está devorando con una avidez total cualquier, todos los espacios públicos, y hasta privados, del país. Sin cortapisas, límites, equilibrios, pero tampoco autocontrol, Morena se ha convertido en una hiedra que abraza cuánto topa. Tiempo de jauja morena. ¿Podrá ser así por un tiempo prolongado? Cabe la pregunta a la luz de los crecientes retos de todo tipo que están en el ámbito interno atenazando al país. Más no sólo. Las pinzas se cierran también desde afuera con la llegada al poder del magnate del ladrillo, el señor Trump, que en unas cuantas semanas ha dejado ver la determinación no sólo discursiva, que podría ser lo de menos, sino en los hechos su absoluta voluntad para avanzar como los antiguos tanques alemanes Panzer V.

Los ejes de esa altamente probable embestida trumpiana, que incluirán aranceles al comercio, combate al trasiego de drogas con especial énfasis en el fentanilo y la inmigración indocumentada, no son riesgos, son “políticas” anunciadas que instrumentarán sus mejores halcones, los mismos que ya están contando las horas y los días que faltan para el 20 de enero, cuando el propio magnate prevé órdenes ejecutivas que se habrán de resentir en México, sí, de manera directa e inmediata, aún antes de negociaciones o diálogos, sean éstos de altura, inteligentes y racionales, pero también en buena parte del mundo.

Nada sería mejor que incurrir en un error de apreciación, pero lo cierto es que el camino arroja numerosas señales, alertas y hechos que presagian tiempos complejos, poco halagüeños y muy exigentes. En ese contexto, hay que recordar, aún así suene ingenuo plantearlo, que requerimos todavía construir y consolidar un país, no hegemonías políticas que nunca han dejado buenos dividendos.

@RoCienfuegos1

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