ROBERTO CIENFUEGOS J. @RoCienfuegos1
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, nos dejó escrito el guatemalteco Augusto Monterroso en menos de una línea, un cuento que se ha convertido quizá en el más citado y casi seguramente en el más conocido del mundo de habla hispana. Con sólo siete palabras, Monterroso sacudió el orbe de la literatura.
Algo similar, en el mundo de la política, está causando Xóchitl. Inimaginable, descartado, imposible hasta hace sólo unos días que esta mujer, cuya biografía es ya sobradamente conocida, esté cimbrando a México, a millones de electores potenciales y abriendo las compuertas para un desfogue de toda la rabia, insatisfacción, repudio, y muchas más emociones negativas que millones de mexicanos acumulan a lo largo de cinco años de una transformación fallida, o que queda mucho a deber a partir de las promesas, compromisos y ni hablar de las expectativas incubadas de manera deliberada.
De igual forma y en sólo unos días, Xóchitl hizo pedazos la certeza e inevitabilidad de que la sucesión presidencial estaba garantizada y que sólo restaba esperar que el calendario indicara el advenimiento del primero de octubre del 2024 para que cualquiera de las “corcholatas” pudiera terciarse al pecho la codiciada banda presidencial. No es poco, al contrario, es muchísimo, pero todavía falta un trecho largo, arduo y lleno de incertidumbres.
Pero el hecho escueto, frío y contundente es que la cosa política en México cambió en días. Muchos, quizá millones, apostaban, escribían, anunciaban la crónica paso a paso y letra por letra de un triunfo total de la 4T, al grado incluso de que el presidente López Obrador ya daba por sentado y aún escrituraba la mayoría absoluta del congreso federal para heredar un poder absoluto a quien se comportara de la manera más abyecta posible, o estuviera en las condiciones óptimas para garantizar un poder transexenal. Pero no hay duda, cobra realidad aquel refrán de que incluso al mejor cazador se le van las liebres. Eso está pasando con Xóchitl. Puso a temblar los cimientos de la 4T, que en este momento ya dejó de ser una herencia.
Imagine ahora lo que sienten, piensan y temen los más recalcitrantes defensores a ultranza de la 4T que de súbito, en un fortísimo contraste de escenarios, se les haya aparecido Xóchitl, dispuesta a romper la mascarada del poder en boga.
Falta, y mucho camino, claro, hasta saber primero si será Xóchitl quien abandere el Frente Amplio por México a partir y de manera formal el tres de septiembre próximo. Luego habrá que esperar una campaña intensa, inteligente, propositiva, atractiva y suficientemente emotiva para sumar a un electorado que hasta ahora se ha mantenido más bien a la expectativa, si bien muchos de ellos están más que curtidos en la decepción, la apatía y la vulnerabilidad.
Y sin embargo, Xóchitl ya abrió en apenas unos días enormes boquetes en la 4T, que seguramente va a contratacar con todo para impedir que la senadora prosiga un avance con resultados, que serían fatales para quienes tenían el campo abierto y el horizonte absolutamente despejado. Ese es el capital de Xóchitl en este momento. Cosa de ver si el fenómeno Xóchitl crece o se achica ante el tamaño del reto. Y en esto, en esto también tendrán mucho qué hacer quienes arropen a la mujer nacida hace 60 años en Tepatepec, Hidalgo, de donde huyó -me contó en una entrevista cuando fungía como titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas- del Metate y del Petate.
@RoCienfuegos1