ROBERTO CIENFUEGOS J. @RoCienfuegos1
Varios ejes atravesaron el segundo debate entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y el emecista Jorge Álvarez Máynez, a quien si hay quien presentar para que la o el lector sepan que también compite por la presidencia de México, así lo haga bajo la sospecha absoluta del esquirolaje.
Uno, el efecto del enojo del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien le molestó que la candidata Sheinbaum, su hija y pupila política no lo haya defendido ni mucho menos ensalzado durante el primer debate del pasado siete de abril de cara a las elecciones del dos de junio próximo. El regaño presidencial obligó esta vez a Claudia a reivindicar los “éxitos” del gobierno de López Obrador y la Cuarta Transformación. Esto la hizo perder el foco y la brújula.
Dos, a diferencia también del primer debate, en este segundo, Claudia reculó ante la embestida de su adversaria, que también debe apuntarse, inició un tanto titubeante, pero se asentó conforme transcurrió el debate, como generalmente hacen los boxeadores al iniciar un duelo en el que estudian el terreno, miden al adversario y sueltan golpes precisos. Así pareció Gálvez, que una vez asentada, soltó varios “uppercuts”, que lograron descomponer el rostro, y la expresión de la ex jefa de gobierno. Un mal momento para la doctora Sheinbaum, quizá el peor de la noche, fue cuando rehusó responder a Gálvez, y dijo que prefería no hacerlo y se fue a cuerdas.
Un tercer punto o eje crítico para la doctora Sheinbaum fue su mal manejo y/o administración del tiempo de sus intervenciones. Primero desperdició un tiempo precioso al guardar silencio cuando todavía podía hablar. Luego resultó al revés, es decir, agotó su tiempo para pronunciarse y quedó en varios episodios sin el tiempo mínimo para responder. Su imagen quedó congelada por minutos en la pantalla, donde Gálvez -quien esta vez ninguneó a Máynez-, embestía por partida doble, con la palabra y sus cartulinas. Fueron momentos negativos para la candidata presidencial oficialista.
Sin duda, Gálvez recuperó terreno anoche y se metió una vez más a la competencia. Lució esta vez fuerte, competitiva y con la solvencia para rivalizar con la candidata oficialista, aun y cuando cuenta con todo el aparato del Estado.
Han dicho hasta el cansancio quienes saben de estas cosas que un debate no cambia la intención de voto, pero sin duda anoche Gálvez hizo ver que la presidencia de México sigue en juego, y que ésta no se decidirá sino hasta el dos de junio, lo que abre un abanico de posibilidades y el juego para la decantación electoral. Por sí sólo este hecho es ya un mérito de Gálvez, al margen de simpatías y más de fobias.
También dicen los que saben de estas cosas que no hay nunca un enemigo pequeño. Gálvez también demostró que no se la puede descartar y que la próxima elección será eso, una elección, así se compita en desventaja y contra un aparato de Estado.
Así y aun en contra de numerosos pronósticos, interesados muchos de ellos, obligados otros, Gálvez está en la pelea. Por último, también dicen los que saben, que caballo que alcanza, gana. El tiempo y las circunstancias tendrán la última palabra, pero de que Xóchitl no está muerta, no hay duda alguna. Veremos.
@RoCienfuegos1