ROBERTO CIENFUEGOS J. Si bien las cifras que arroja el violento accionar, cada vez mayor, del crimen organizado y las mafias delictivas en buena parte del país, son abrumadoras y reveladoras, por supuesto, éstas no reflejan el dolor que agobia a miles, si no a millones de familias en México, blanco de una embestida delictiva sin antecedentes.
Y es que más allá de las cifras o los números y porcentajes, persiste un sufrimiento nacional por el crimen, sí, pero también por la ineficacia del gobierno de turno -éste y otros que lo han antecedido- para cumplir la responsabilidad primera de garantizar la vida y el patrimonio de las familias que integran México. Resulta reiterativo decir, aun cuando hay que ratificarlo, que un gobierno -cualquiera- que incumpla la tarea esencial y crítica de cuidar y velar por sus ciudadanos y/o gobernados, no gobierna. Sabrá qué hace, pero no gobierna. Esto debido a que es el gobierno el único facultado por la ley suprema del país para ejercer con legitimidad, pero también con obligatoriedad, la fuerza del Estado a fin de gobernar, e impedir la impunidad que campea hoy día en México, y que se solapa incluso desde el poder. Vaya tragedia nacional, una que no merece este país, conformado por todos y cada uno de los mexicanos. Suman muchos, cada vez más, que perpetran y propagan el crimen con la complicidad a veces o la omisión en otros muchos casos de quienes incumplen su papel de autoridad y representantes del Estado nacional con argumentos absolutamente falaces.
Por ello es todavía peor, si el propio gobierno renuncia a esta tarea crítica, imprescindible dentro de un Estado de derecho, y/o si se fabrican argumentos que hieren todavía más a los mexicanos, hoy tan indefensos, tan vulnerables y aún aislados en cuanto a recursos para repudiar el crimen, contenerlo y someterlo a la vigencia plena de la ley. Sólo eso, de la ley, y en consecuencia de la justicia.
Si esto no se hace todavía en México, el país seguirá no sólo dando tumbos, sino peor aún, estará incapacitado para construir futuro. Sin ley, sin justicia y en medio de la barbarie criminal, y la indolencia y/o complicidad gubernamental en muchos casos, México seguirá sólo sobreviviendo como una entelequia nacional.
Se añade a esto, la traición al compromiso asumido por los gobernantes al momento de hacerse del poder, de cumplir y hacer cumplir la ley. Nadie propugna las masacres ni la violación de ningún derecho humano, salvo los delincuentes y criminales de este país, que no alcanzan siquiera la categoría de personas y tampoco incluso de animales. México requiere hoy, como nunca antes, de asirse de la ley, ante el tamaño, las proporciones y magnitudes que registra el crimen. No hacer esto, incumplir esto, constituye una traición nacional.
@RoCienfuegos1