ROBERTO CIENFUEGOS J.
Según el presidente Andrés Manuel López Obrador, él ya podría morir tranquilo gracias a las metas alcanzadas durante su gobierno. Eso dijo hace un par de días en su célebre matutina en Palacio Nacional.
Añadió que está satisfecho por instituir “un gobierno del pueblo para el pueblo”. Dijo además que ya se están viendo resultados, lo que hace que él esté “muy contento”, también muy satisfecho y “podría decir que hasta me iría del gobierno con lo que ya hemos logrado, incluso podría decir que hasta me podría retirar, me podría morir tranquilo”.
Pero ni Dios mande que el presidente muera, así sea muy contento y satisfecho como cualquier cristiano aspiraría a decir adiós, verdad. Pero imagine usted el tamaño del margallate que resentiría el país, peor aun cuando nos enfilamos a los días y horas más cruciales de todo mandato sexenal. Me refiero, por supuesto, al relevo de un presidente que como Amlo está satisfecho, muy contento, al grado de que ya está dispuesto al punto final, según dice y proclama.
Pero parece que la idea de anticipar el relevo y ceder incluso el bastón de mando de la 4T regocija, emociona, cada vez más a nuestro presidente. Así se entienden por ejemplo sus anuncios y declaraciones constantes sobre el tema, en particular en los dos últimos días. Sólo él sabrá por qué piensa, aborda y toca estos temas cuando sigue pendiente el que podría ser el tramo más delicado de su mandato, la transferencia del poder, de preferencia -supongo- a alguna de sus “corcholatas”, aunque quién sabe si esto ocurra porque a diferencia del mandatario, hay muchos mexicanos -en un número que se desconoce- que están poco contentos y mucho menos satisfechos y que están listos desde ahora a provocar un viraje en el rumbo nacional. Aunque esto también esté aún por verse.
Vea si no ésta otra declaración presidencial: “ya voy a entregar el bastón de mando en el movimiento ya dentro de un mes, menos, ya como en 20 días” y contando. ¿Pues para qué tanta prisa? ¿Por qué no ampliar su contentura y más aún su satisfacción con otras más en los meses por venir?
Realista o anticipando el epílogo de su gestión, López Obrador dijo que después de septiembre, “ya me quedo nada más terminando todas las acciones y obras del gobierno” y que según él las tiene que hacer como parte de su responsabilidad. Eso dijo.
Visto así, parece que el presidente ya tiene ganas de irse, de que lo releven al bat y hasta se dice dispuesto a morir, pero eso sí que no, aunque el mandato de AMLO será el más corto desde que se instituyeron los sexenios presidenciales en 1934 con Lázaro Cárdenas del Río. Al mandato de Amlo le mocharán dos meses. Pero tal parece que el presidente cuenta los días, tanto que ya anticipa la entrega del bastón de mando de la Cuarta Transformación para los primeros días de septiembre y aun se proclama listo para morir envuelto en la bandera de la satisfacción y la misión cumplida.
Y sin embargo, tiene ya anunciada una reforma al poder judicial en septiembre del 2024, el último mes de su mandato, para que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sean elegidos por el voto ciudadano.
Según Amlo, los ministros del máximo tribunal de justicia del país están al servicio de una minoría rapaz, que se dedicó a saquear al país y que quiere regresar por sus fueros, ahora con el apoyo del Poder Judicial.
Pero al margen de este propósito, que perseguirá una vez que pasen las elecciones del 2024, en las cuales prevé que Morena alcance las dos terceras partes del legislativo con lo que podría hacer realidad su iniciativa, él ya está contento y satisfecho al grado de poder morir si fuera el caso y la circunstancia, algo indeseable y funesto a todas luces. Así que por el bien de todos, que viva Amlo. Además, sería un contrasentido que después de tantos años de buscar el poder, pudiera dejarlo antes porque ya está satisfecho y contento con su obra. Más bien lo que esperamos es que nos cumpla hasta el último día de su sexenio recortado. Después, después ya será otra historia. ¿No cree usted?
@RoCienfuegos1