LA «CONTRAOCURRENCIA» DE «ALITO», SUPERA LAS OCURRENCIAS DE AMLO
*Por si las cosas no estuvieron mal para el PRI, el trastabillante dirigente nacional, Alejandro Moreno “Alito”, propuso armar a la ciudadanía para que ante la falta de resultados contra la inseguridad por parte del Estado, sea la propia gente la que proteja su vida y la de sus seres queridos; como era de esperarse, el ex gobernador logró bajar presión al nuevo audio dado a conocer por Layda Sansores en su contra, pero colocó un clavo más en la cruz de su partido
ANTONIO ORTIGOZA VÁZQUEZ (Especial de Expediente Ultra). Un restaurante de lujo, entre los más caros de la capital del país, en estos momentos corre el riesgo de clausura definitiva y los dueños podrían enfrentar acusaciones legales, porque uno de sus clientes VIP tuvo la desfachatez de asesinar a su consorte en uno de sus salones exclusivos, de tres certeros balazos.
El innegable feminicidio fue un gran escándalo, y se supo que ese cliente, con fama de «abogangster», acudía casi a diario al restaurante a tratar sus negocios y que solía colocar en la mesa su pistola, chapeada de oro y con incrustaciones de joyas, tan solo para lucir su inverecundia.
Por lo menos desde mediados de la década de los años 60 del siglo pasado, en México está legalmente prohibida la portación de armas de fuego. Se puede adquirir una pistola de calibre pequeño, pero mediante trámites engorrosos y se requiere autorización de la Defensa Nacional, cosa por demás complicada.
No obstante lo anterior, no es difícil enterarse que cualquier vecino «aficionado a la caza» cualquier día puede presumir un pequeño arsenal, mismo que coloca en un armario a la vista de los visitantes.
También, cualquier diputado -federal o local- no muestra mucho reparo en que se vea su tremenda «Colt 45» automática, o un revólver «Magnum 357», fajada a la cintura, al clásico estilo del finado Vicente Fernández en la película «La muerte de un gallero».
Pero en general, las armas de fuego están vedadas al pueblo llano, no necesariamente por el precio, sino por falta de «contactos» que impidan a la policía detenerlo y ponerlo a disposición del MP por violación a la Ley Federal de Armas de Fuego.
No es raro, por lo demás, que los periódicos y noticiarios de TV de vez en cuando den cuenta de una tragedia en un barrio cualquiera, donde un niño tomó la pistola de su padre, que dejó encima de la mesa, la disparó y mató a un hermanito.
En suma: la «rigurosa prohibición» de la portación y uso de armas de fuego es uno más de los mitos en este país de amplia mitología.
No hace mucho, un joven recién salido de la cárcel -por atraco- relató a «Expediente Ultra» acerca de la facilidad que existe en la CDMX, no precisamente para comprar una pistola de alto poder, sino simplemente ¡alquilarla!
Dijo: «En la calle ‘Panaderos´, del barrio de Tepito, se puede alquilar una pistola por horas. Ningún problema».
Hace ya tiempo que en TV y redes sociales, se difunden videos de hampones en motocicleta que no se esfuerzan por ocultar sus «cuernos de chivo», cuando se encaminan a cometer uno más de los asesinatos del día.
¿Y la autoridad? Bien, gracias.
Pero brinquemos del tema de las armas al de la política…
EL RIDÍCULO DE «ALITO»
La nueva gobernadora de Campeche, Layda Sansores, trae «frito» a su antecesor en el cargo, Alejandro Moreno Cárdenas, con la difusión de grabaciones, cada martes (con gran alharaca), en donde lo mismo exhibe al ex gobernador en su lenguaje perdulario y sus trastupijes con el presupuesto estatal, con compras y pagos no precisamente ajustados a la normatividad.
Y el martes pasado, «Alito», quien se desempeña -todavía- como presidente nacional del PRI, hizo gala de una genial ocurrencia para desvirtuar las filtraciones de doña Layda: Con toda la formalidad del caso, con la asistencia del comité nacional en pleno, la Secretaria General, Carolina Viggiano incluida, ante los reporteros anunció la presentación de una iniciativa legal para reformas a la Ley Federal de Armas de Fuego para que los ciudadanos de a pie puedan comprar armas para su defensa y de su familia.
Con tono melodramático, el dirigente nacional priista sentenció: «Que los delincuentes sepan que la gente honesta se va a poder defender en caso de un ataque a su vida, su patrimonio y su honor».
Y remató: «Que si el gobierno no puede garantizar la seguridad de los ciudadanos decentes, que se permita que se defiendan ellos mismos». Hizo una exposición de la muy conocida situación de inseguridad, del Bravo al Suchiate y del Golfo al Pacífico, que se padece en el país, lo cual es correcto, y añadió: «el gobierno de AMLO no tiene ningún plan de seguridad pública, ni le interesa tenerlo» y puso como ejemplo el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Urique, Chihuahua, a manos de un operador relacionado con el Cártel de Sinaloa.
Lo ridículo de la propuesta de «Alito» es que coloca «ocurrencia contra ocurrencia», y suma «hipocresía contra hipocresía».
Si AMLO, a cada tragedia, a cada hecho sangriento, responde en la «mañanera» con chistoretes y lágrimas de cocodrilo, «Alito» no hizo malos quesos al proponer una ridiculez: en México, la inmensa mayoría de los ciudadanos que portan armas no han necesitado nunca de un permiso oficial: lo hacen porque «tienen contactos», porque tienen de su lado «la vista gorda» de agentes policiales y de ciudadanos comunes.
Pese a que la ley obliga a revisiones a la entrada de restaurantes, cantinas, salones de baile, oficinas, casi siempre los «gargantones» ingresan, ellos y sus canchanchanes, armados y sin disimulo.
Así es como el caso del «abogangster» uxoricida, que inclusive tienen la cachaza de colocar la pistola en la mesa, y golpean con la cacha para que los meseros sepan que deben llevar otra botella. Y, claro, de pasadita, le meten tres tiros a la señora, para que se eduque.
¿Cuál bronca?
Solo queda una pregunta para el líder «Alito»: ¿Cuándo, en este país, la ley ha servido para algo? (Y en tiempos de AMLO ¡menos!).