CARLOS RAMOS PADILLA
Amlo está enojado, cada día más. Se le nota molesto, muy molesto. Inquieto y contestatario. Perdió el control desde el conocimiento público de los abusos y excesos de José Ramón, su hijo. Luego las sospechas de corrupción de los otros dos, Andrés y Gonzalo. Adicional a ello “su” campaña electoral bajo la cubierta de Sheinbaum no está resultando arrolladora como esperaba.
Está tenso y presionando a Morena y sus gobernadores a operar con el fin de sumar votos. Los canales 22 y 34 de televisión están violando disposiciones legales al usar recursos públicos con fines proselitistas, ya vendrán las sanciones y multas. Pero ahora la fórmula mediática presidencial y no es la reacción a los señalamientos sino la venganza. Atenta contra todo lo que considera no va con su comportamiento e ideología. Condena con discurso, pero no con elementos. Aplica la censura a periodistas y presiona a los concesionarios de medios de comunicación. Amenaza, repito, e incluso logra el cambio de posiciones editoriales. Los ataques personales desde presidencia a ciudadanos incómodos arrecian. Escritores, analistas, intelectuales ya han transitado por el paredón. No hay misericordia en los calificativos que se lanzan lo mismo a gobiernos extranjeros que a mexicanos en pleno ejercicio de sus derechos constitucionales. Y la tendencia va en aumento al tiempo que amlo asimila que está dejando la huella de una administración fallida y que su ego está siendo sometido a duras pruebas cuando está muy, pero muy lejos de pasar como un demócrata patriota y reformador. Él sabe, ahora, que en estos meses deberá sostener acuerdos de alto rango para buscar su protección al término de su sexenio. La evaluación a su gestión será demoledora porque agravio y enfrentó a todos los sectores sociales menos a los criminales para quien solicitó defensa a sus derechos humanos. El rechazar, no comprender ni apoyar a las madres rastreadoras le dibuja en su esencia. Por ello en la mañanera, sin vergüenza alguna señaló: “no hay más violencia, hay más homicidios…hay menos robos que en los sexenios anteriores…menos secuestros y delitos del orden federal menos” y acusa a las bandas de haber sido creadas en “el periodo neoliberal o neoporforista”. ¡Bueno, el caso es que él lo sabía tan esa así que fue una promesa de campañas hace seis años el acabar con este flagelo y con la corrupción y no fue así! Se equivoca al pretender que la fórmula de la venganza y el ataque, la censura y menosprecio sea el más sano ejercicio del poder. Las consecuencias pueden ser de largo alcance. Algunos ideólogos universales señalan que aquellos que se dedican a fortalecer a la venganza deberán construir dos tumbas: la de su enemigo y la propia.