CARLOS RAMOS PADILLA
¿A quién interesa o beneficia que un criminal confeso obtenga su libertad por trampas de los políticos en la interpretación de la ley? ¿Que gana la “transformación” con rescatar y hacer apología de un asesino? La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación revocó el amparo que un Tribunal Federal otorgó a Mario Aburto Martínez, quien pretendía recobrar su libertad tras cumplir 30 años preso por el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio u hecho que cambió radicalmente la ruta política/ social del país. Aún hasta la fecha las especulaciones, algunas convertidas en leyenda, mantienen vigente la figura de Colosio incluso cuando su hijo Luis Donaldo pide a amlo detener la politización de la muerte de su padre. Lenia Batres Guadarrama emitió el voto decisivo, en el que decidió apoyar el proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, quien propuso ordenar la reposición del procedimiento en el juicio de amparo, para que se escuche a las víctimas del crimen, es decir, a la familia del candidato. Todo inició cuando se llevó al terreno del debate si el caso de Aburto correspondía al terreno federal o al domino del fuero común, incluso si se respetó a no la soberanía de la Entidad. ¡Esto a 30 años de distancia! El 25 de septiembre, la Primera Sala abordó el tema, pero Alcántara Carrancá y Loretta Ortiz Ahfl votaron por revocar el amparo que le daría su libertad. Margarita Ríos Farjat y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena se pronunciaron por confirmar el amparo. Por su parte, Jorge Mario Pardo Rebolledo se declaró impedido para conocer el asunto, ya que, en 1996, cuando era juez de Distrito, determino inocente a Othón Cortés, considerado por la entonces Procuraduría General de la República de ser el segundo tirador contra Luis Donaldo Colosio. El empate provocó que se llamara a la ministra Lenia Batres, quien forma parte de la Segunda Sala para emitir el voto del desempate. No acabamos de entender que este sujeto, Aburto, rompió al país, lo fracturó, cometió un acto criminal, mató a un ser humano a mansalva por la espalda destrozándose el cráneo, se movió con alevosía y confesó su responsabilidad. Está donde merece, lejos de la sociedad que si entiende de leyes y de códigos de comportamiento. Está aislado y tras las rejas porque así se determinó su castigo. Es un ser despreciable, artero, psicópata. No debe merecer siquiera la memoria colectiva. No deben los talentos de la justicia empeñarse en un archivo de esta bajeza, hay asuntos relevantes que requieren de su atención como por ejemplo defender y hacer cumplir la Constitución, armar andamios sólidos para en Estado de Derecho que dé garantías a millones de mexicanos libres y emprendedores, no a asesinos.