CARLOS RAMOS PADILLA
Dos universitarios de altísimo prestigio (en su momento) que perdieron la oportunidad de cerrar sus ciclos con respeto ( incluso así mismos). Porfirio Muñoz Ledo, a dos años de su muerte, hombre de alto coeficiente intelectual, competente, político, catedrático, diplomático, tribuno de excelencia, se perdió en sus últimos años al presentarse como promotor de amlo. Siempre contrario al plantón de Reforma inició su fractura con el tabasqueño que como a muchos traicionó.
En varias ocasiones, tratándose de amigo y colega de transmisiones en canal 34 le advertí que sus poco afortunadas decisiones políticas en su cierre de ciclo constarían lamentables consecuencias.
Y así fue. Porfirio el primer político en dirigir dos partidos profundamente diferentes como el PRI y el PRD, quien enfrentó el conflicto del EZLN en Chiapas, terminó sus días ahogado en la decepción de un gobierno que el calificó como “narco estado”. Fue él quien primero levantó la voz de alerta y acusó el vínculo del oficialismo con el crimen organizado. ¿Cómo acabó? Olvidado, repudiado, maltratado por todos aquellos que él formó y consolidó. Expulsado del PRD por la perversidad de amlo.
Morena, como partido ingrato, ni un ceremonial en su memoria, solamente una veintena de profesores ante su tumba. Porfirio, estadista, hombre de Estado, falleció solo, sin reconocimiento institucional. “Porfirio Muñoz Ledo Lazo de la Vega o “Porfirio” o “Muñoz Ledo” así nada más, como fue identificado el político más inteligente, culto, brillante dotado de un genio político que difícilmente volverá a surgir en México durante muchos años, para desgracia de la Patria”, escribió el Doctor Eduardo Sadot. Abierto como siempre al buen debate, a la alta confrontación verbal, en su oportunidad le dije que la pesaba mucho el ego y su capacidad intelectual muy superior.
Entendió bien el mensaje cuando le señalé que “entre universitarios no nos ponemos trampas y hablamos de frente”. Y así creí lo hacía con Juan Ramón de la Fuente, exrector de indiscutible reconocimiento dentro de las fronteras académicas. Heredero de un prestigio familiar como pocos y en su desempeño en Rectoría, defensor de la Máxima Casa de Estudios. En las explanada del estadio olímpico los jóvenes se aglutinaban para gritarle “De la Fuente para presidente”. Logró colocar a la institución dentro del marco de la competencia y excelencia. Supo mantener a la casa de estudios equilibrada y en paz dentro de los procesos electorales más polémicos en la historia contemporánea. A mí me negó su cercanía con el PRD, con amlo y su movimiento. Se dijo desconcertado porque sin aviso previo el tabasqueño, como aspirante a la presidencia, lo destapó en un noticiario nocturno para manejar la cartera de gobernación. Se dijo desconcertado. Sin consideración alguna amlo había hecho a un lado a Ebrard a quien ya había propuesto. Tiempo después, sumado al movimiento de Morena, fue empleado de Ebrard, uno en la ONU, el otro en Relaciones Exteriores. De la Fuente iniciaba su decidido declive público por su ausencia de honor en su palabra y conducta. Ante los permanentes ataques agravios e insultos de amlo y de Sheinbaum a la UNAM (y a su autonomía) guardó un insolente silencio aun cuando estuvo 8 años al frente de rectoría. Regresó a México mintiendo, señalando que sus actividades serían estrictamente académicas dentro de un cubículo universitario. Ya había negociado coordinar la campaña de Sheinbaum a la presidencia y después aceptar la tarea al frente de Relaciones Exteriores, desde donde, él sabe, Ebrard comprometió embajadas a improvisados y alimentó conflictos internacionales muy graves con USA, España y Ecuador, entre otros. No supo controlar escándalos como los ocurridos en el consulado en Turquía y en Argentina. Ahí llegó De La Fuente únicamente para servir aún más al desprestigio de México y a no ser considerado como pieza fundamental por los gobiernos de primer orden. Su prestigio muy reducido ha sido evidenciado. Los mayores descalabros diplomáticos se han dado en los últimos seis años y medio. La peor crisis con Estados Unidos es latente. Y ni para comunicados. Es conocido como el canciller mudo. Vamos ni para fusibles.
“La administración Trump destroza el orden de la posguerra. Percibe a México como una amenaza a su seguridad nacional, por la expansión del crimen organizado. La narrativa clasifica a México como adversario, no como socio privilegiado y confiable, y actúa en consecuencia, propiciando indirectamente la inestabilidad de México con amenazas, presiones y aranceles”, escribe la embajadora Martha Bárcena.
Cómo se está haciendo costumbre, Sheinbaum, abandonada y desesperada, enfrenta los conflictos. Resulta pues inminente la salida de Juan Ramón de la Fuente. “Se especula que Sheinbaum está insatisfecha por su actitud demasiado pasiva», según un informe diplomático extranjero en México. Él decidió, él no quedará en el olvido como Porfirio, sino en sótano donde se guardan los desechos.