CARLOS RAMOS PADILLA
¿Cómo que a quien pretenden engañar? Los precios de la llamada canasta básica, y sin etiquetas, de todas las mercancías se han incrementado notablemente. Para nada alcanza la dádiva entregada para comprar el voto, los pobres siguen y seguirán en la miseria. En días el
cambio d etiquetas en las estanterías nos refleja el daño económico. De una semana a otra el precio del aguacate, para citar un ejemplo, pasó de 65 a 99 pesos el kilogramo. Y no sé si es avaricia de los proveedores o por las tarifas que aplica el crimen organizado. Lo que sí sé es que el gobierno es un incompetente y además de abusivo, mentiroso. En el panorama macro, amlo dice que no cerrará su sexenio con una devaluación. Aún que así fuera que desaliento ese tipo de discurso en lugar de dejar un país en desarrollo, con in PIB sobresaliente, cargado de inversiones, con impulso a los emprendedores y con rumbos certeros de crecimiento. Acabar un administración intentado convencer que no se llegara a un debilitamiento aún mayor de la moneda y economía es una mentada de madre. Hay k relación, los combustibles con el mayor precio en la administración, un endeudamiento impresionante, obras faraónicas sin sentido y costosísimas, corrupción y participación del crimen organizado como nunca freno al PIB, salida de capitales como producto de la imposición a la reforma judicial u desaparición de órganos autónomos, en fin, una secuencia de descalabros que pintan la caída de una transformación que nunca fue. El país no está mejor, la educación y la salud en pésimas condiciones y la inseguridad creciente. ¿A quién engañan? Son frecuentes los avisos y advertencias internacionales acerca de las irregularidades cotidianas. El tratado comercial con Estados Unidos y Canadá en entredicho en tanto amlo coquetea con Putin y Maduro. ¿Quién puede creer que nuestra estatura y dignidad social se ha sostenido y luce mejor? ¿Quién se atreve a asegurar que en México los niños no se mueren por ausencia de medicamentos o de hambre? En las “agujas” de ingreso en viaducto ya hay familias completas de haitianos, mujeres con niños y enseres domésticos que solicitan, extendiendo una gorra beisbolera, por limosnas. Insultante la mercadería de pobreza en la carretera Alpuyeca/Tequesquitengo que se extiende por kilómetros retratando ese México olvidado, de miles de personas sin futuro, con mucha hambre y más resentimiento. Son los que venden toneladas de ropa usada a 10 pesos la playera o la oferta de la hija menor para una atención de fin de semana. O hay que asomarse al traspatio de Palacio Nacional para tratar de entender la venta del narcotráfico y fayuca china obligando al cierre de establecimientos comerciales legales que huyen de las presiones del “derecho de piso” o la complicidad de policías, autoridades y líderes del ambulantaje para llenarse
los bolsillos con dinero fácil y sucio. ¿A quién trata de engañar el presidente con un país de su fantasía que no existe pero que cree lo condecora como líder mesiánico? Pronto la historia, más no el Estado de Derecho, lo colocará en la vitrina que se merece y al paso del tiempo la cicatriz heredada no se borrará y si dolerá.