
CARLOS RAMOS PADILLA
Cuando el engaño se fomenta y crece desde el poder considerar que será un ejercicio permanente y exitoso es un grave error. Mentir como estrategia política al tiempo se transforma en malestar colectivo que puede llegar primero a manifestaciones públicas y más tarde a rebeliones sociales que de surgir un nuevo líder pasan a ser revoluciones. Las convulsiones son tremendas incluso al considerar golpes de Estado. Las autoridades federales, desde Palacio Nacional, pasando por el liderazgo de Morena no solamente niegan lo evidente sino que insisten en que su actuar es deforeste y moralmente intachable. Hay enormes testimonios de cómo se obligaba a los burócratas a cubrir un 10 por ciento de su sueldo para intégralo a las campañas políticas y mediáticas de amlo. Eran entregas en efectivo por ello el tabasqueño presumía no tener cuentas bancarias y vivir con 200 pesos en la bolsa. Esa extorsión no solamente protegía los caprichos de amlo sino fue llenado los bolsillos de muchos funcionarios que salían beneficiados con “comisiones” por contratos aprobados. Esto, por supuesto, lo siguen negando. Las asambleas públicas del “legítimo” eran cubiertas con grupos controlados desde las secretarías de Estado, Alcaldías, oficinas públicas, partidos a fines y sindicatos. Todos con una cuota de acarreo humano. Luego el oscuro y turbio financiamiento del plantón de Reforma lastimando irremediablemente la dinámica y comercio de la CDMX violando todas las normas, protocolos y leyes vigentes, algo así como de manera delincuencial se tomaban pozos petroleros y se bloqueaban vías de comunicación federales sin consecuencia alguna. Lo visto en la reciente convivencia para destaje los siete años del obradorismo fue más de lo mismo pero con modificaciones sustantivas: controlan también a gobiernos estatales. La cantidad de camiones bien organizados, etiquetados y administrados fue más que evidente. La entrega de camisetas y gorras de Morena fue grotesca. No hubo vallas ni apareció la agresión física del Grupo cobarde conocido como el “bloque negro”. La logística de acomodo por secciones, dependencias y Estados en el zócalo. El abierto abuso a grupos vulnerables. La coordinación en la operación de seguridad ciudadana. Todo es una bruta muestra de lo más sucio de la política, la compra de la ignorancia y el hambre. Pero la cuerda, el hilo habrá de desgastarse y romper porque la gran mayoría de los asistentes han sido víctimas de latrocinios, explotación y sobornos de algunas autoridades en contubernio con el crimen organizado y ninguna, ninguna dádiva puede superar al asesinato de uno de nuestros hijos.
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