JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. Se les acabó el amor por el territorio, por promocionar su imagen 16 horas al día en redes sociales y buscar espacios en medios de comunicación locales y regionales.
Decían defender y abanderar las causas sociales y tener las soluciones a las necesidades más urgentes de los distritos locales y federales de sus municipios.
Fueron gestoras y gestores culturales, gastronómicos y embajadores turísticos de las zonas más populares de sus localidades. Ellas y ellos caminaban con orgullo de la mano de hombres y mujeres de las clases más desprotegidas.
Aseguraban tener el programa de gobierno y legislativo para mejorar el salario, reforzar la seguridad y regresar la tranquilidad a millones de familias. Prometían tener todas las respuestas.
Se vestían de sencillo y uniformaban sus ropas con colores de sus partidos políticos, bailaban, sonreían y abrazaban a la gente.
Estaban gustosos y gustosas de posar para las cámaras que dejarían la imagen imborrable de que gozan de la gastronomía popular de cada colonia.
Sin embargo, llegó el proceso electoral; ese momento donde se reafirma el verdadero amor por la vecindad y vida municipal; llegó el momento del desencantó.
Las personas que ganaron se refugiaron en sus cuartos de guerra a esperar la hora de asumir sus cargos, dejaron de acudir a sus citas de clamor popular.
Las y los derrotados terminaron de súbito toda la relación con sus amados vecinos. Enviaron un video de despedida, rompiendo lazos con el pretexto de que los resultados no les favorecían, pero que quizá en otro momento se podría reanudar la lucha por el amor municipal.
Hoy quien gobierna, lo hace fría y calculadoramente, prefiere no ir al territorio y no tener contacto con aquellos que antes abrazaba y prometía cercanía.
Aquellos que no fueron arropados por las y los ganadores de sus terruños buscaron el cobijo y la nómina en otros municipios. Su amor por sus colonias y distritos hoy están en el olvido.
El amor de ayer se convierte cada día en mayor desconfianza ciudadana, en la pérdida de credibilidad hacia la clase política municipal.
La gente que ayer creyó, hoy rechaza y mañana reprobará la gestión de gobierno. No volverá a creer en el lobo disfrazado de cordero y no lo hará por su falta de cumplimiento.
Tan sólo en el estado de México hay más de tres mil candidatas y candidatos que no obtuvieron un espacio público ni en la administración municipal o en el congreso local.
Todas y todos ellos buscan cobijo en los partidos locales, pero deben de pagar altas facturas de desaire por ser los perdedores de las fórmulas rivales. Algunos aún son escuchados por solo haber sido en algún momento miembro distinguido.
Este proceso de amor y desamor a la vecindad municipal será cíclico en tanto las y los aspirantes a un cargo de elección popular den por sentado que la comunicación política es permanente y que para estar vigente es necesaria la coherencia, la verdad y el apego a su lucha social sin importar el cargo de representación que se busque ganar.
El comunicar la política es una tarea de todos los días no solo en proceso electoral. Comunicar el gobierno, es gestionar con la verdad y el valor de tener la cercanía con el ciudadano que votó y confío, pero también sumar al que no lo hizo.
Comunicar a favor de la sociedad no es esperar al próximo periodo electoral para reactivar las redes sociales, buscar a las y los amigos; sí lo es caminar siempre con honestidad y con rumbo a la casa de las y los que más lo necesitan.
@javoesquivel