JOANA ELIZABETH SALINAS*. En todos los grupos sociales y de trabajo aparece un “oveja negra”: el eterno inconformista al que le gusta salirse del gion, debatir y “hacerse notar”. Aunque suele ser desesperante, también funciona como un alicente a las nuevas propuestas y al crecimiento si se sabe guiar.
El profesionista independiente o poco ortodoxo, puede tener connotaciones negativas que implican complicación, contrariedad y caos. Sin embargo, en una sociedad en la que las cámaras de eco crean fuerzas de trabajo aisladas, donde los algoritmos y la marcha de la inteligencia artificial podrían amenazar con inhibir la creatividad humana, los librepensadores talentosos deben ser apreciados, o se irán.
Cuantos más gerentes puedan llevarse bien con los inconformistas, y cuanto más puedan entender sus compañeros de trabajo sus contribuciones, mejores serán los resultados para todos.
Primero, consideremos el tipo de inconformista del que hablamos: estos son los brillantes pensadores originales que aún no están en la cima de la escala corporativa
Los genios no siempre son personas fáciles de vivir, pero sus contribuciones producen un salto de calidad tal que merecen el trabajo duro y el apoyo colectivo.
El reto del líder es obtener lo mejor de los talentos estrella mientras se asegura de que el resto del equipo permanezca a bordo y prospera. Lograr el éxito con ambos requiere que la gerencia dedique tiempo a lidiar con el individuo, pero también a manejar la actitud de los demás hacia el inconformista. Estos compañeros de trabajo pueden sentirse frustrados y podrían necesitar ayuda para ver que lo que traen los inconformistas los hace valer la pena el dolor y la agravación, y en algunos casos, la remuneración adicional que reciben.
Conviene instar a la disciplina, profesionalismo y, sobre todo,a la humildad de los que rodean a los inconformistas. Un verdadero equipo es aquel que se esfuerza por la excelencia a partir de la inteligencia colectiva. Algunos entornos, como el mundo de la tecnología, toleran los tipos de genio mucho mejor que otros.
Ahora, conseguir el equilibrio adecuado requiere habilidades de comunicación precisas. Cuando los inconformistas se manejan bien, puede crear un círculo virtuoso, que convierte a los gerentes en líderes más efectivos que están aún mejor preparados para trabajar con personalidades y talentos descomunales.
Vivimos un momento muy importante en el liderazgo: pasamos del transaccional al transformacional. Ya no vale el te doy algo a cambio de otra cosa, sino el qué aportas a algo trascendente, bueno y significativo para todos.
La clave del liderazgo es optar por metas más allá de la microgestión y del día a día. Es visualizar el potencial de cada miembro del equipo y asumir que una oveja negra puede convertirse en la gallina de los huevos de oro.
*Socia Fundadora y Directora de RH en Coperva