JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. La sucesión presidencial, las elecciones en el Estado de México, las disputas jurídicas y en tribunales del expresidente de México y del todavía presidente del PRI a nivel nacional son los temas a los que más atención otorgan las personas interesadas en los asuntos públicos.
Todo el interés mediático también está volcado en dar seguimiento, analizar y opinar sobre el tema electoral más que en ocasiones anteriores, superando también a todos los demás temas de la agenda nacional.
La estrategia de adelantar los procesos sucesorios en el orden federal y local no solo ha permitido desplazar la evaluación de las políticas públicas, sino también el diagnóstico de las relaciones internacionales de nuestro país.
Todo parece girar sobre las urnas y actuar de los actores políticos de todos los órdenes de gobierno para conseguir votos. Toda declaración de las autoridades federales y del legislativo tiene hoy un alto contenido electoral que es reflejado inmediatamente en el terreno de los medios de comunicación.
En la actualidad política nacional no hay narrativa que no contengan elementos para desgastar y contrastar el actuar de su rival.
Quizá sea la primera vez en muchas décadas donde somos testigos y coparticipes de la evidente trasformación que tiene en nuestros días la comunicación de gobierno y legislativa.
Hemos transitado de construir espacios comunicacionales destinados para la rendición de cuentas, informar y consensar las decisiones de gobierno y del Congreso a modelos de difusión enfocados a propagar campañas abiertamente electorales.
El hacer propaganda permanente, desde el cargo público, es la nueva realidad. No hay consultor legislativo, director de comunicación gubernamental, estratega electoral que lo pueda contradecir. Todo gira con la mira puesta en un objetivo: Rumbo a las urnas.
Con esta inercia creamos una gran paradoja comunicacional. Construimos y damos fuerza a las voces protagónicas que critican al pasado, impulsamos las expresiones opositoras culpando al presente mientras la sociedad exige soluciones y respuestas para el futuro.
Todo ello sucede mientras la incertidumbre de nuestra era se acentúa todavía más ante la falta de garantías de sobrevivencia ante fenómenos no controlables por los gobiernos o por los parlamentos como los son las pandemias, las nuevas enfermedades, fenómenos de la naturaleza que generan crisis y los desequilibrios económicos producidos por las guerras.
La comunicación que hoy construimos se ha olvidado de comunicar el presente y el ahora. Se ha desdeñado el informar cómo resolver los problemas del momento, los inconvenientes vigentes de la gente y proteger los intereses de las familias.
De esa comunicación que llama a la acción para trabajar junto con la sociedad hay cada vez menos, el compartir información útil que atienda a los nuevos desafíos con oportunidad es escaza y efímera y tampoco la veremos en los múltiples informes de gobierno que se aproximan.
Estamos en la nueva era de informar y no comunicar en razón de que todo se está diseñando con un solo enfoque: Rumbo a las urnas.
@Javoesquivel