ABEL LUNA ESPINOSA. SIN IMPORTARLE EN lo más mínimo las advertencias de los investigadores y especialistas en temas ambientales, o de los propios representantes de los lugareños afectados por el tendido y construcción del llamado Tren Maya, desde el Ejecutivo Federal se ha desplegado una gran campaña en los medios de difusión para tratar de aminorar las críticas que se han surgido desde el inicio de esta obra.
Con la aplicación de tecnologías de diseño para animación, con entrevistas a los empleados del Tren en los lugares de las construcciones, a quienes han entregado casitas prefabricadas en Campeche, por ejemplo; se trata de darle lustre al tema.
Desde mayo del año pasado buzos e investigadores advirtieron de los riesgos para el ambiente de los estados (Campeche, Tabasco, Chiapas y Quintana Roo) principalmente en la estabilidad de los cenotes, que, dicho sea de paso, no han sido totalmente recorridas por los espeleólogos (exploradores de las cavernas subterráneas) e inclusive al paso de la maquinaria han ido encontrando cuevas subterráneas que no se conocían hasta el momento.
Inclusive varios especialistas pidieron encontrarse con el presidente de la República para mostrarle los daños al entorno (muchos de ellos irreversibles) a los que se están exponiéndose en los diversos tramos que integran al Tren Maya.
Pero nunca recibieron respuesta y se quedaron esperando.
Este 30 de mayo en el Diario Oficial de la Federación fue publicado el Decreto en donde se informa de la decisión del Ejecutivo de que el Tren sea construido, desarrollado y explotado por la empresa integrada por la Secretaría de la Defensa Nacional, con los objetivos de brindar el servicio público de carga y transporte por tiempo indefinido.
De acuerdo con el documento oficial el Tren Maya está planeado para convertirse en el detonador económico de la península a través del turismo, a través de la creación de empleos y perfilarse como la protección de la tala ilegal y el tráfico de especies y “propiciar el reordenamiento económico de la región”.
En conclusión, habrá que ver las repercusiones -ambientales, económicas, entre otras – derivadas de esta obra y entonces podremos tener mayores datos acerca de la realidad y llegar a la conclusión de si este proyecto es negativo para el ambiente natural de los estados del sureste nacional.
Y si en realidad se convierte en una obra de grandes repercusiones para las poblaciones oriundas de los estados por donde estará su trayectoria.
DE ESTA MANERA observamos la mayoría de los mexicanos de qué manera los militares van ocupando cada vez más puestos de decisión (y ahora administración) sin la menor reticencia por parte del Gobierno Federal.
No ha sido suficiente para ese sector la construcción y administración del Aeropuerto Felipe Angeles (AIFA), y en donde, a pesar de las decisiones presidenciales, hasta el momento no se han logrado las promesas de desahogar el tráfico del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México empezando por las pocas vías de comunicación hacia esas instalaciones en el Estado de México.
Asimismo, a pesar de las grandes polémicas y de la decisión de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue detenida la decisión de pasar a la Guardia Nacional a la férula de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Sin embargo, me cuentan fuentes dignas de confianza, los militares ya se sentían dentro de la Guardia e integraron a personal con escasas o nulas capacidades para la administración, quienes han llegado a los niveles de pretender la imposición de sus normas y reglamentos; que, como se supondría, son muy diferentes a las de administración pública en áreas civiles.
En estos últimos casos se han basado en que “son instrucciones de arriba” y con esa expresión han pretendido la imposición de sus usos y costumbres entre los militares empezando por la gran secrecía y la obediencia sin cuestionamientos por parte de los subalternos.
La insistencia y obstinación de que la SEDENA lleve la capacitación de los integrantes de la Guardia han generado muchísimas polémicas dentro y fuera de los generales, tanto en funciones como en retiro.
La presencia de militares en áreas que no son propiamente de seguridad nacional ha desatado grandes inconformidades, pero por la disciplina no ha trascendido hacia los civiles y ha quedado en muy limitados círculos de decisión.
Toda esta vorágine de decisiones, a favor de un grupo reducido de generales, en este sexenio ha puesto en entredicho capacidades y lealtades más allá de los regularmente impenetrables espacios de decisión del Ejército y la Marina.
Inclusive, me dicen, algunos generales han acariciado la idea de integrarse fuertemente para llevar a cabo la formalización de un partido político. Al parecer ya se han reunido con cierta frecuencia para entrar en detalles con miras a la realización de ese objetivo.