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>> Violentaron La Primera Sucesión Presidencial
>> Intervinieron en el Movimiento Armado de 1910
>> Kike Salazar, Los Chapitos y Los Consumidores
Los Universitarios de Luto. Murió Don Pablo González Casanova
JORGE HERRERA VALENZUELA. Vaya pues. La ruleta sigue girando. Golpe seco, cuando el apostador se lleva una millonada. No siempre el premio es en monedas o billetes. Así en la vida. Los dichos populares, los de los abuelitos, son muy acertados. Me gusta mucho ese de “con la vara que mides, serás medido” y aquel otro de “el que ríe al último, ríe mejor”.
A don Fernando Marcos, cronista de la vida, le aprendí el manejar, la aplicación de las frases populares. Encierran mucha verdad y piensen Ustedes vivimos una época en la que “todos estamos en la casa del jabonero, el que no cae, resbala”.
Todo esto llegó a mi mente después de oír que tres individuos actuaron como agentes encubiertos en el Cártel de Sinaloa para obtener, en forma directa y detallada, información de cómo y dónde se fabrica el fentanilo en México.
Nada nuevo es esa acción, porque desde antes de erigirse nuestro País como Estados Unidos Mexicanos, ya se daba el espionaje norteamericano y Joel Roberts Poinsett fue el primer agente encubierto y embajador acreditado ante el gobierno mexicano.
LOS METICHES YANQUIS EN AMÉRICA
En realidad la intromisión de los gobiernos de Estados Unidos de América, está aparejada con la historia universal. Es una muy larga lista de acciones militares emprendidas por soldados y marines, en, el mundo. Abarcan de 1775 hasta el 2014.
En América la primera invasión fue en 1775 y duró 14 meses. Pretendieron posesionarse de Quebec, Canadá. Los norteamericanos estaban en su guerra de las 13 Colonias contra el dominio de los británicos, los cuales resultaron derrotados.
El primer país latinoamericano atacado por el ejército yanqui fue Argentina, en 1831. Los “ches” sufrieron tres invasiones más en los años 1852, 1855 y 1976. Esta acción fue cuando se depuso, violentamente, a la presidenta María Estela Martínez de Perón, imponiendo la dictadura militar que encabezó Jorge Rafael Videla.
LA HISTORIA DESDE 1822
Se consumó la Independencia. Cayó el efímero imperio iturbidista. Gobernaban triunviratos. Sesionaba el Congreso Constituyente de 1824. Se preparaba la vida constitucional, republicana, federal y democrática. En Octubre de 1824 asumiría la Presidencia de la República el duranguense Guadalupe Victoria, cuyo nombre original fue José Miguel Ramón Adaucto Félix y Fernández. A un mes de cumplir 44 años de edad.
Mientras todo ocurría, en forma muy discreta, con perfil bajo, en 1822 llegó a la Capital Mexicana un “enviado especial” del gobierno norteamericano. Joel Roberts Poinsett, originario de Carolina del Sur y con antecedentes de haber estudiado, leyes y medicina, en Europa.
De su misión secreta nada se supo hasta que en 1825 recibió el nombramiento de primer embajador ante el ya establecido presiden Guadalupe Victoria. Coincidentemente (?) Poinsett estaba presente en la sucesión presidencial y él pertenecía a los masones de la Logia Escocesa que apoyaba al queretano Manuel Gómez Pedraza para la presidencia, en tanto los de la Logia Yorkina postularon a Vicente Guerrero. Se supo que el diplomático yanqui se implicó demasiado, provocando problemas y se desconoció el triunfo de Gómez Pedraza. Era el año 1829 en que terminaba el primer cuatrienio gubernamental.
Antes de que los integrantes del Congreso fuesen presionados, por un grupo que encabezó Antonio López de Santa Anna, para nombrar a Guerrero como Presidente de México, Poinsett terminó su encargo y regresó a Carolina del Sur. Poco se ha escrito sobre este suceso en que hubo más dramatismo político, porque Guerrero renunció a los 9 meses y en 15 días de diciembre de 1929 hubo dos presidentes interinos, el segundo apoyado por dos liberales.
INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR
Al renunciar el oaxaqueño Porfirio Díaz, luego de más de 30 años en el poder, se procedió a elegir democráticamente al nuevo Presidente de México, resultando triunfador el coahuilense Francisco Ignacio Madero González.
Madero en su inestable corto mandato (6 de noviembre de 1911 al 19 de febrero de 1913), ve el principio del Movimiento Armado entre zapatistas, villistas, carrancistas y obregonistas, al que, aun no entiendo por qué, le llaman Revolución Mexicana de 1910.
En esa incruenta lucha apareció la figura de Victoriano Huerta, egresado del H. Colegio Militar, al que ingresó por recomendación personal de don Benito Juárez. El hombre de Colotlán, Jalisco, se unió con Félix Díaz, sobrino del dictador depuesto. Los dos contaron con el asesoramiento y apoyo del embajador de Estados Unidos de América, Henry Lane Wilson.
En las oficinas diplomáticas y ante Lane Wilson se firmó El Pacto de la Embajada o Pacto de La Ciudadela para desconocer al presidente Madero y a su gabinete, ordenándose además su aprehensión. En otro punto del documento quedó asentado que Huerta y Díaz quedaban “encargados de todo” mientras se convocaba a elecciones.
Se impuso Huerta y asumió la presidencia de manos de Pedro Lascuráin, quien ostentó el cargo de presidente por menos de una hora. Al general traidor, la historia lo califica como usurpador del poder.
El gobierno norteamericano, después del asesinato de Madero y de José María Pino Suárez (último Vicepresidente de México), culminado el pasaje de la Decena Trágica, decidió destituir a Lane Wilson.
LA CIA, LA DEA, LA FBI, EN MÉXICO
Los vecinos del Norte desde siempre no dejan de interesarse en lo que hacemos o no hacemos los mexicanos. Dice el adagio vulgar “no dejan una para comadre”. Meten las narices en todos lados y logran que en sus sedes diplomáticas, embajada y consulados, se extreme la vigilancia policíaca.
Sus agentes de las diferentes dependencias quedan acreditados como personal diplomático. En la mitad del pasado siglo, era muy conocida la penetración de los enviados por la Agencia Central de Investigaciones, la temida CIA. Se comentó mucho que agentes de esa corporación estuvieron ligados al Movimiento de 1968.
Los de la Oficina Federal de Investigaciones, a la que conocemos como FBI, además de trabajar en toda la República Mexicana, son los que reciben, o recibían, a los agentes policíacos mexicanos para capacitarlos en sus misiones, impartiéndoles teoría y llevándolos a prácticas. Conocimos a muchos de lo que fueron por parte de la Policía Judicial del Distritito Federal y algunos de la Dirección Federal de Seguridad: ambas instituciones sumamente eficaces, fueron desaparecidas “por inconstitucionales”.
Desde su fundación, hace medio, los mexicanos hemos sido enterados de las acciones emprendidas por los hombres pertenecientes a la DEA, dependencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América. Su objetivo tiene tres artistas: investigar la producción, el transporte y el consumo de las drogas.
Sabemos de los dos primeros, cada gobierno da sus datos, pero del consumo solo “la queja presidencial norteamericana”, de que se mueren miles de sus ciudadanos por consumir drogas. Nunca se conoce a los cárteles que la distribuyen, venden y entregan por parte de los yanquis. Tampoco hay información de porque sus agentes fronterizos no evitan el paso de pastillas, de polvos, de cocaína.
Uno de los casos más sonados fue el registrado en Guadalajara, Jalisco, cuando asesinaron el “agente encubierto” Enrique “Kiki” Camarena Salazar. Hasta la fecha el gobierno yanqui culpa exclusivamente a mexicanos. Está pidiendo la extradición de Rafael Caro Quintero, detenido encarcelado, procesado y sentenciado por delitos contra la salud. Liberado tras 28 años de prisión. La pena era de 40 años.
En una prisión norteamericana dejaron morir al abogado tapatío Rubén Zuno Arce, por ser el dueño de la casa donde supuestamente asesinaron a Kiki Camarena y a Alfredo Zavala Alvear.
En estos días circula la versión más creíble, Camarena fue asesinado por sus compañeros, porque sabía demasiado. Estaba involucrado en el negocio y llegó a declarar que su gobierno protegía la importación de la droga.
LA DEA DESCUBRIÓ EL BÚFALO
Antes de entrar a comentar la noticia de los últimos días, relacionada con la intervención de tres agentes encubiertos para documentar los cargos contra los hijos de Don Joaquín Guzmán Loera, conocidos como “Los Chapitos”, recordaré que en 1970 inició su carrera el llamado “Narco de los Narcos”, fundador del Cártel de Guadalajara, Rafael Caro Quintero.
Este hombre, ahora de 70 años, fue aprehendido porque tenía un extenso, enorme, sembradío de mariguana en un rancho denominado El Búfalo, en el municipio Allende, Chihuahua. Ninguna autoridad federal, estatal, municipal, civil o militar, sabía del sembradío de mariguana en ¡544 hectáreas! (cada hectárea es de 10,000 metros cuadrados).
El Ejército Mexicano fue enterado de ello y salieron los militares a arrasar con el plantío de mariguana. Eso fue el 6 de noviembre de 1984. Quedaron sin trabajo alrededor de 3,000 campesinos procedentes de diferentes entidades. El presidente Miguel de la Madrid ordenó realizar las investigaciones, las detenciones y este capítulo lo comentaré otro día.
¿Cómo dio la Secretaria de la Defensa Nacional con El Búfalo?”. No es adivinanza.
La famosa DEA tenía un expediente voluminoso, elaborado con informes y fotografías del rancho, reunidas por dos agentes encubiertos: Enrique Camarena Salazar y el piloto aviador Alfredo Zavala Avelar.
Oscar Ornelas Kuchle era el gobernador de Chihuahua y el presidente municipal de Allende, Amador Pichardo. No encontré el nombre del entonces comandante de la Zona Militar en esa entidad.
No es creíble que ninguno de los tres estuviese enterado de la existencia del terrenito mariguanero, cuando el rancho abarcaba millones de metros cuadrados y tenía una población flotante de tres mil familias.
DON JOAQUÍN Y LOS CHAPITOS
La familia famosa, no solo de Badiraguato, Sinaloa, la de don Joaquín Guzmán Loera, internacionalmente conocido como “El Chapo”, hoy está entre las principales noticias internacionales y los culpables son tres agentes encubiertos de la DEA que se incrustaron en el Cártel de Sinaloa.
El trío ocupó cargos importantes, como colaboradores personales de Los Chapitos y juntaron información sobre la fabricación, transportación y exportación del fentanilo que se produce en México.
Llegaron a la conclusión de que el jefe del Cártel es Ovidio Guzmán López, actualmente preso, con solicitud para ser extraditado a los Estados Unidos de América.
El gobierno norteamericano también quiere que México le entregue a los hermanos Ovidio y Joaquín Guzmán López, así como a Iván Archivaldo y José Alfredo Guzmán Salazar.
La reacción del gobierno mexicano muestra una enorme molestia, porque la injerencia de los agentes encubiertos, es abusiva y prepotente. Hace tiempo, en este mismo sexenio, se advirtió que no se permitiría que la DEA tuviera alrededor de 500 agentes operando en nuestro País.
Ahora por los tres de Los Chapitos” se ofrecen 5 Millones de Dólares, por cada uno, igual cantidad se ofertó para capturar a Ovidio, quien seguirá peleando judicialmente para no ser enviado a Estados Unidos, donde se encuentra prisionero su papá.