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MURIÓ MIGUEL LÓPEZ AZUARA, EXCELENTE AMIGO Y PERIODISTA
JORGE HERRERA VALENZUELA. Se cumplieron 201 años de la Consumación de la Independencia. No hubo acto oficial. Pocas personas acudieron a la Capilla de San Felipe, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde reposan los restos o cenizas de Agustín de Iturbide, quien nació el 27 de septiembre de 1789 en Valladolid, hoy Morelia. Coincidencias del destino, porque en ese fecha, del año 1821, culminó la lucha iniciada en 1810 por el Cura Miguel Hidalgo y Costilla.
La conmemoración de la entrada del Ejército Trigarante a la Capital Mexicana y la firma del Acta de Independencia, se realizó el martes en Mérida, Yucatán; en Puebla, Puebla; en diferentes municipios y ciudades de Michoacán, incluyendo Morelia. También hubo acto cívico en Oaxaca. En la Ciudad de México el único antecedente fue el evento del año pasado, cuando 1,400 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional escenificaron pasajes en los que lucieron uniformes militares de aquella época.
La figura principal del acontecimiento fue la de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu, quien por determinación oficial desapareció de las páginas de la Historia de México. Se ha dicho que desde 1921 la Consumación de La Independencia dejó de figurar en la agenda cívica. El nombre de Iturbide jamás ha sido mencionado la Noche del 15 de Septiembre, en la celebración del Grito. Ningún Presidente de México, en turno, ha lanzado “Vivas” a Iturbide, de quien no encontraremos una estatua o un busto.
SUS RESTOS EN LA CATEDRAL
Antes de continuar comentando sobre la controvertida figura de Agustín de Iturbide, les entero que al regresar de su autoexilio (estuvo en Italia e Inglaterra), el Congreso lo había sentenciado a ser fusilado. El supuesto juicio fue en ausencia y el acusado jamás fue notificado de que, al pisar tierra azteca sería aprehendido y pasado a las armas.
Desembarcó en Soto la Marina, acompañado de su esposa e hijos. Sin más trámite inmediatamente quedó preso y le comunicaron la suerte que iba a correr. El 19 de julio de 1824 en el poblado tamaulipeco denominado Padilla, atado de las manos y con los ojos vendados fue llevado al paredón. Cuatro o cinco soldados recibieron la orden de disparar contra el Consumador de la Independencia, aunque ellos no supieron a quién le quitaban la vida. Iturbide pidió, como última voluntad, que le permitieran dirigir un mensaje. No hubo objeción y el valladolicense expresó:
“Mexicanos en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo amor a la Patria y observancia de nuestra santa religión, ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros y muero con honor, no como traidor”.
El cuerpo fue recogido por sus familiares. Cavaron una fosa en el atrio de una iglesia destechada y abandonada del mismo pueblo de Padilla. No hay datos sobre el traslado de los restos a otro sitio. En 1838 el presidente Anastasio Bustamante, amigo y colaborador de Iturbide, ordenó que los restos fuesen llevados a la Capilla de San Felipe de Jesús, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Todos los 27 de septiembre hay una ceremonia privada con doble motivo, el acto de la Consumación y el cumpleaños de Iturbide. Murió a los 40 años de edad. Bustamante pidió que al morir, su corazón quedase depositado en la misma capilla, al lado de su paisano, pues él era de Jiquilpan, Michoacán.
LO BAJAN DEL MURO DE HONOR
El potosino Miguel Barragán, primer Presidente de México que muere en funciones, firmó el decreto para que el nombre de Agustín de Iturbide fuese colocado con letras de oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados. El 20 de mayo de 1835 se cumplió la disposición presidencial.
Pocos meses antes del centenario de la Consumación de la Independencia, a instancias de los diputados Antonio Díaz Soto y Gama y Rafael Ramos Pedrueza se abrió un debate para bajar del Muro de Honor el nombre y apellido de Iturbide, porque sin desconocer que el Consumador de la Independencia, no se olvidaba que había combatido y asesinado a luchadores de la Insurgencia, además de que se coronó como Agustín I, Emperador de México.
En las sesiones de los días 28 de septiembre, 4 y 5 de octubre de 1921 los pros y contras se discutieron en la Alta Tribuna. Finalmente don Vito Alessio Robles que encabezaba la defensa, fue derrotado, solo 10 diputados votaron apoyándolo y 126 votos en contra.
Una más en contra.
El presidente Manuel Ávila Camacho ordenó, en 1943, quitar una estrofa del Himno Nacional, redactado por Francisco González Bocanegra, por el contenido en sus líneas. El texto borrado:
Si en la lid contra hueste enemiga
Nos convoca la trompa guerrera
De Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos valientes seguid!
Y a los fieros bridones les sirvan
Las vencidas enseñas de alfombra;
Los laureles del triunfo den sombra
En la frente del bravo adalid.
El incumplimiento de ese ordenamiento presidencial, es decir al que entonara esa estrofa, se le enjuiciaría penalmente y quedaría en prisión.
INTERESANTES APORTACIONES
En la tarea reporteril conozco datos poco divulgados y encuentro opiniones de cronistas, historiadores, articulistas. La comunicación moderna además de la inmediatez, se borran las fronteras geográficas. Hoy podemos estar al hablar, comentar, discutir, debatir, estando separados por miles de kilómetros y por las aguas oceánicas. A continuación refiero un ejemplo de ello, producido desde la Capital Mexicana.
En el seminario México-España, Filias y Fobias, que dirige el joven académico Oscar González Azuela, a través del zoom, el jueves pasado hubo una amplia difusión sobre el tema que he comentado. Aportaciones valiosas y fundamentadas quedaron registradas en relación a los Tratados de Córdoba y de Santa María Calatrava, reconociendo y confirmando la paz y la buena amistad entre los dos países y sus gobiernos.
Participaron, desde España, el presidente de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, Juan Antonio Alonso Resalt, y José Luis Aragón Panes, cronista de la Chiclana de la Frontera, provincia de Cádiz, en Andalucía. También intervino María Amalia Carmen Lorenzo, residente en Panamá, a quien cariñosamente sus compañeros conocen como “Coqui”. El grupo está integrado por mujeres y hombres amantes de la cultura y pertenecientes a los altos niveles intelectuales.
QUITARON EL NOMBRE EN TEATROS
Agradezco la información proporcionada por el cronista Juan Carlos Briones Vargas, conferencista que comparte sus valiosos e interesantes conocimientos sobre la historia de los templos católicos, de los sitios históricos, de personajes y en esta ocasión refiere al cambio de nombre a los Teatros Iturbide.
Es muy conocido el Teatro de la República, ubicado en la capital de Santiago de Querétaro. Ahí donde se reunieron los integrantes del Congreso Constituyente de 1917 que nos heredó el texto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Precisando que fue hasta el 5 de febrero de 1922 cuando fue quitado el apellido Iturbide al Teatro, después de ser remodelado por órdenes del jurista José María Truchuelo, gobernador de Querétaro.
Gobierno y pueblo en 1844 acordaron construir un teatro y lo hicieron en un amplio terreno que pertenecía a una alhóndiga de más de mil metros cuadrados. Reunieron 4 mil pesos para el inicio de las obras y otros 30 mil para la terminación, con aportaciones de empresarios españoles. Con el nombre de Gran Teatro de Iturbide lo inauguró el gobernador queretano Ramón María Loreto de la Canal Samaniego. Años después le quitaron la palabra “Gran”.
Otro de los eventos históricos, es que en el Teatro Iturbide estuvieron reunidos los integrantes del Consejo de Guerra que sentenció a ser pasados por las armas al Emperador Maximiliano y a los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. La ejecución tuvo lugar en el Cerro de las Campanas, Querétaro, en junio de 1867.
EN LA CIUDAD E MÉXICO
En lo que actualmente es el recinto de sesiones del Congreso de la Ciudad de México, en Donceles y Allende, en el Centro Histórico, antes Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en el Siglo XIX fue construido el edificio para la Cámara de Diputados. El anterior recinto donde sesionaban los diputados federales estaba en el cuarto piso de Palacio Nacional, pero en 1872 un incendio lo desapareció. El sitio ha sido remodelado y es una joya de museo
La historia se remonta a la época del presidente Mariano Arista, quien ordenó en 1851 la edificación del Teatro Iturbide, inaugurado el 3 de febrero de 1856. La obra fue dirigida por el ingeniero Santiago Méndez y el escultor Santiago Evans, pero en 1872 dejó de ser escenario teatral y con las adaptaciones necesarias se instaló la sede de la Cámara de Diputados. En 1909 se registra un incendio y tardaron dos años en remodelarlo. El fuego convirtió en cenizas el interior. Destruyó todo.
En las primeras décadas del 1800 en esa esquina, Donceles y Allende, estuvo la Plaza del Factor, donde había todo tipo de comercio. “Del baratillo”, señalan los cronistas como Juan Carlos Briones Vargas. Los comerciantes fueron llevados a otro sitio, también histórico, el Mercado de La Lagunilla y éste comenzó en el terreno que hoy ocupa el Deportivo Guelatao.
Todas las historias que guardan esas paredes en Donceles y Allende las puede conocer en una visita a la Hemeroteca Nacional o en los libros donde los autores hacen una relación de los acontecimientos tanto ocurridos en los pasillos como en la Tribuna Alta del Poder Legislativo. Las crónicas redactadas por don Roberto Ramírez Cárdenas, publicadas en las páginas del diario La Prensa, dan cuenta detalladamente de lo que eran los debates parlamentarios, cuando existían verdaderos legisladores, no los exhibicionistas que hoy arriban al Palacio de San Lázaro.
Es penoso corroborar la incultura de los diputados, ni el 10 por ciento de los 500 sabe cuántos artículos, sin los transitorios, integran el texto de la Constitución Política, así como es notoria la carencia de fundamentos jurídicos e ideológicos para discutir los temas. Ellas y ellos gustan agredirse, insultarse y hacerse ademanes groseros.
DOS OPINIONES FINALES
En el curso de la preparación de este comentario periodístico, platiqué con el colega, amigo e historiador Luis Reed Torres, autor del libro “Libertador Sin Patria” y que lo recomiendo para quienes gustan de la Historia Patria. Es un documento de consulta permanente, porque su contenido está fundamento en la documentación que presenta una imagen diferente de Agustín de Iturbide, quien, afirma el autor, fue reconocido como Consumador de la Independencia por el propio Vicente Guerrero, Benito Juárez, Justo Sierra, los generales López de Santa Anna, Melchor Múzquiz, Valentín Canalizo, expresidentes, así como por Lucas Alamán, Valentín Gómez Farías (cinco veces presidente) y José María Luis Mora, entre otros.
Por su parte el periodista, escritor e historiador José Antonio Aspiros Villagómez, en su interesante sección Textos en Libertad, afirma: “El general insurgente Vicente Guerrero nunca se ostentó como Consumador de la Independencia, aunque reconoció tácitamente como tal a Agustín de Iturbide, pero los políticos se han empeñado que lo sea por decreto, más que por verdades históricas”.