>> Ante persistente inflación ineludible alza en tasas
>> INPC, máximo nivel en dos décadas
>> Prioridades del “austero” gasto público
AGUSTÍN VARGAS*. No obstante los pírricos visos de recuperación que provocan que los políticos oficiosos echen las campanas al vuelo, lo cierto es que ya, en la segunda mitad de este año, la economía mexicana sigue sin un rumbo definido, y con un nivel de lo la inflación que no da señales claras de haber alcanzado un pico. Al contrario, persiste en mantenerse en tasas elevadas, en máximos de dos décadas.
El Banco de México ha reaccionado recientemente ante la inflación, al igual que la mayoría de los bancos centrales en el mundo, con un poco más de intensidad en la subida de la tasa de interés de fondeo, una firmeza que, para los analistas financieros, debería estar dispuesto a mantener incluso a pesar de las implicaciones negativas sobre la economía.
Es por ello que los especialistas –públicos y privados– coinciden en que no se puede descartar que el Banxico mantenga una política restrictiva durante más tiempo de lo previsto anteriormente.
Este jueves, los integrantes de la Junta de Gobierno del Banxico realizarán su reunión sobre política monetaria y mucho se ha especulado sobre la magnitud del incremento que se prevé en la tasa de interés de fondeo, misma que han estado ajustándose de forma continua en los últimos días. Estas apuestas van desde incrementos de 50, 75 y 100 puntos base (pbs).
La idea de que Banxico subiera 50 pbs comenzó a ganar adeptos desde hace dos semanas, después de que a nivel global, sobre todo en EU, los inversionistas habían tanteado a finales de julio con la idea de que, a causa del riesgo de recesión económica, los bancos centrales podrían frenar su ritmo de alzas de tasas en la segunda parte del año. Si la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) sólo subiría en 50pbs, la racionalidad detrás implicaba que Banxico podría hacer lo propio.
Sin embargo, declaraciones de funcionarios de la FED y un sólido informe de empleo estadounidense del mes de julio, borraron esta idea de moderación en las magnitudes de subidas. El mercado apuesta de nuevo a que la autoridad estadounidense tendría que subir en 75pbs en su próxima reunión de septiembre.
No obstante, esta percepción puede volver a ajustarse con la información futura. Incluso, no se descarta que con la cifra de inflación estadounidense de julio, la cual se daría a conocer esta semana, se convierta en un completo generador de apuestas sobre los futuros pasos de la FED.
La expectativa es que en términos anuales la tasa anual baje en julio a 8.7%, desde el 9.1%. La explicación detrás de esta ligera mejora son los retrocesos en los precios internacionales de las materias primas (commodities) y las políticas internas para disminuir el costo de la gasolina. El rubro subyacente, aquel que excluye bienes volátiles como energéticos y agropecuarios, subiría un poco a 6.1% (desde el 5.9%).
Si se cumple con ese pronóstico de que baje un poco la tasa anual de precios al consumidor, comenzarían a especular con un posible éxito de la política monetaria, lo que podría dar espacio a que en determinado momento la FED piense en subidas del costo de dinero menos pronunciadas y viceversa, si la cifra anual de inflación supera los pronósticos, se especularía con incrementos de mayor magnitud en la tasa de fondeo.
Toda esta especulación sobre los futuros pasos de la FED, tiene implicaciones en lo que se piensa haría Banxico. En el corto plazo, luce difícil que la autoridad mexicana pueda desligarse de su par estadounidense.
Por otro lado, la idea de que el banco central mexicano debería de subir 100pbs lleva varios meses en el tintero. Los que la proponen argumentan que sería una señal correcta y contundente para buscar anclar las expectativas de inflación.
Los analistas de CIBanco, al igual que un buen número de analistas en México, pronostican que Banxico la subiría en 75pbs, para dejarla en 8.50%. Así, igualaría al último movimiento de la FED y si bien la inflación superó el 8% en julio, recordar que cae dentro de las últimas estimaciones que publicó la autoridad mexicana, con la esperanza de que en términos anuales toque un pico en el tercer trimestre del año.
Prioridades de la “austeridad”
El gasto programable del sector público (que excluye participaciones y servicio de la deuda) fue mayor al del primer semestre de 2021 sólo en 0.5%. No obstante, el gasto público no es y no ha sido tan austero como lo sostiene el discurso oficial, pues el gasto total fue históricamente el más elevado para un primer semestre, tanto en términos nominales como reales y el gasto programable el segundo más alto.
La asignación de las erogaciones del sector público responde primordialmente a las prioridades gubernamentales actuales, pero éstas parecen más determinadas por objetivos estrictamente político-electorales que por las necesidades más apremiantes para el bienestar sostenible de la sociedad.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Sector Privado (CEESP), el gasto del ramo Turismo creció 260% anual, el de Bienestar 23.7% y el de Trabajo 29.2%. Ello se explica por los crecientes recursos destinados a los programas sociales-asistenciales del gobierno federal que carecen de incentivos para romper el círculo de la pobreza y al Tren Maya.
Este proyecto, al igual que otras inversiones emblemáticas del régimen como el AIFA y la refinería de Dos Bocas, carecen de estudios o pruebas de beneficio neto social.
Por el contrario, en el primer semestre el gasto del ramo educación disminuyó 17.9%, y el de salud 6.4%. Aun cuando el ramo de seguridad pública erogó recursos superiores respecto al año anterior (8.9%), su gasto está 30% por debajo del correspondiente al mismo lapso de 2019.
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*Periodista, director de la Revista Hábitat Mx