EDUARDO MERAZ. Será el sereno, pero en los recientes procesos electorales, los que también son seres humanos y merecen respeto -los delincuentes- intensifican la aplicación de la Ley del Talión, como ocurrió en las elecciones de hace un año y parece replicarse en este 2022, además de extender su actividad contra periodistas, activistas y funcionarios locales.
Es una actuación a la cual el presidente sin nombre y sin gracia llama “portarse bien”, porque inhibe el voto de castigo y promueve el voto duro a favor de Morena y sus aliados.
Y como parte de la cultura del victimismo al cual recurre el cuatroteísmo cuando las cosas no le salen como quiere, ahora pretenden transferir a la oposición actos de violencia en contra de los abanderados guinda, cuando desde el teatro en atril mañanero se instiga a las huestes morenistas para hostigar a los adversarios.
Con esa y otras patrañas, tratan de desvanecer sus sistemáticas violaciones al marco jurídico. La intromisión del mandatario sin nombre en los procesos electorales de las seis entidades federativas en donde se renovarán los ejecutivos estatales es inocultable, como también lo es el tono estridentista para descalificar a quienes difieren de sus ideas.
Discurso chantajista y mentiroso, amplificado por los mal llamados “servidores de la nación”, cuando en realidad constituyeron el “ejército proselitista del morenismo”, que al hacer tándem con la delincuencia organizada, se convierten en “sicarios electorales”, para favorecer al partido gobernante.
La inclusión del Senado de la República, por parte de los legisladores de la mayoría, como casa de campaña, es una clara señal de que el oficialismo no las trae todas consigo como lo difunden las encuestas “cuchareadas”, y que es real su preocupación porque la pérdida de votos se consolide como una tendencia irreversible.
Sin justificación válida, la corcholata preferida se vanagloria de las licencias solicitadas -sin goce de sueldo- los fines de semana para hacer precampaña y, de paso, apoyar a sus correligionarios en la disputa de las gubernaturas. Para creerle, necesitaría mostrar sus talones de pago con los descuentos respectivos; de lo contrario, confirmaría que todo es una farsa.
Las otras tapas de botella, el canciller Marcelo Ebrard y el responsable de la política interior, Adán Augusto López, no han informado si también piden permiso, sin percibir el salario correspondiente, para copiar el modito de Claudia Sheinbaum -la chica de rojo- de hacer labor partidista.
Y como cereza del pastel, en un episodio más de la gustada serie “con la pequeña ayuda de mis amigos”, el mandatario sin gracia realizará gira por el denominado “triángulo dorado”, donde tiene sus dominios el Cártel de Sinaloa y, con suerte, tal vez se vuelva a encontrar y saludar a la abuela de los “chapitos”.
Si se llega a dar el encuentro, tal vez le pueda decir personalmente a la mamá de Joaquín Guzmán que ya recibió otra de sus cartas, sin importar si llegó en sobre amarillo, blanco o de cualquier otra tonalidad.
A diferencia del crimen organizado, la mafia del oficialismo, tiene su propia versión de la Ley del Talión: favor con recursos públicos se paga y todos saldrán ganando.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Mañana el presidente sin nombre y sin gracia dará a conocer su decisión sobre si asiste o no a la cumbre de las Américas, después de que el gobierno de Joe Biden anunció que no invitó a los mandatarios de Venezuela y Nicaragua. Desde mi punto de vista, sí acudirá a Los Ángeles, luego de las tres visitas del embajador Ken Salazar al “Palacio del Bienestar”.
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