EDUARDO MERAZ
Como si se mordiera el rebozo, el cuatroteísmo ha sido el principal privatizador de los servicios de salud, por más que insista en culpar al neoliberalismo. De manera vergonzante, trata de ocultar que, en la actualidad más del 60 por ciento de los mexicanos han tenido que recurrir al sector privado para atenderse, ante las ruinas del sector público.
Según el más reciente Índice de Progreso Social (IPS), elaborado por la organización México Cómo Vamos, el gasto en salud de los hogares mexicanos aumentó considerablemente entre 2018 y 2022, sobre todo en las entidades con mayores índices de pobreza. Así, por ejemplo, en Oaxaca, el gasto promedio trimestral de una familia pasó de mil 103 pesos en 2018 a dos mil 16 pesos en 2022, lo que representa un incremento del 82.7 %.
Esta circunstancia no es privativa de un solo estado o región, sino que se presenta por igual en distintas zonas del país, ya sea Michoacán, donde el aumento fue del 76.4 %, pasando de mil 684 pesos a dos mil 972 pesos en el mismo periodo, aunque también los gastos en salud se elevaron entre la población de la Ciudad de México, Tamaulipas y Morelos.
Y esto es consecuencia del abandono en el cual tienen al sector salud desde la anterior administración; de 2018 a la fecha, la atención del sistema de atención en este renglón, pasó del 42.4%, pero para 2022 apenas pudieron ofrecer una cobertura del 13.5%.
El IPS alerta que este debilitamiento del sistema público ha empujado a las familias a buscar servicios en el sector privado, lo que ha disparado los gastos de bolsillo. En otras palabras, lo que las Tarjetas del Bienestar otorgan a los diferentes grupos sociales, los escasos, malos e insuficientes servicios públicos se lo quitan y el gobierno no se hace responsable.
Buena parte de los mexicanos, cuando enfrentan alguna enfermedad, por ligera que sea, prefieren acudir a servicios e instalaciones privadas, pues ahí reciben una expedita atención y no necesitan soportar malas caras, grandes esperas y maltrato del personal médico del sistema hospitalario público.
Asimismo, los propios trabajadores del sector salud, ya sea administrativos o personal médico han hecho público su descontento con las condiciones laborales en las cuales deben desempeñar sus tareas, pues la falta de instalaciones adecuadas e insumos, así como de medicamentos no sólo ponen en riesgo la vida de pacientes, sino de los propios trabajadores.
Los institutos de especialidades, tanto de la Secretaría de Salud como del ISSSTE y del Seguro Social han sufrido un deterioro muy marcado, tanto desde el punto de vista presupuestal como en la cobertura de sus servicios, pues por más cuentas alegres que ofrecen las autoridades, con dificultades cubren una tercera parte de los demandantes de sus servicios.
Este deterioro tiene implicaciones importantes en términos de progreso y movilidad social, especialmente en los estados con mayor rezago”, señala el informe del Índice de Progreso Social (IPS), al concluir que los hospitales y clínicas privadas lideraron como los principales proveedores de servicios médicos, atendiendo al 35.2 % de los pacientes en 2022, seguidos de los consultorios de farmacias, el IMSS y los centros de salud del gobierno federal.
Así, de manera poco clara, mentirosa y vergonzante, los titulares del ejecutivo de las pasada y presente administración se llenan la boca de decir que están “desprivatizando” los servicios de salud, cuando las estadísticas demuestran lo contrario.
Y en cambio, prefieren voltear hacia otro lado, al conocerse los malos manejos de los recursos públicos en el IMSS, pues aún tiene pendientes de aclarar el destino de más de medio billón de pesos, monto muy cercano a la pensión que se otorga al año a los adultos mayores.
En menos de seis años, el cuatroteísmo logró lo que no pudo el neoliberalismo, que según la presidenta Claudia Sheinbaum fue un periodo terrible para México, pues tenía como propósito privatizar los servicios de salud y convertirlos en negocio y no en derecho.
Si así son los derechos que nos ofrece el segundo piso, mejor quedarse como antes.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La cereza de la privatización en salud.
El recorte presupuestal de 113 mil millones de pesos al sector salud, incluido en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025, que se analiza en la Cámara de Diputados, genera fuerte preocupación entre pacientes, trabajadores y familiares que dependen de los servicios de los institutos nacionales de salud en México.
@Edumermo