EDUARDO MERAZ. No se trata de ser ave de mal agüero, pero el panorama para el cuatroteísmo en absoluto es halagüeño. Tanto interna como externamente, las variables económicas y políticas en poco ayudan al optimismo para el final de la administración del presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez.
A unos días del anuncio presidencial de tiempos mejores y un futuro promisorio para el resto del sexenio, se vislumbra la inminencia de una recesión a nivel global. Las inquietudes ahora se orientan a tratar de adivinar la profundidad y duración de la contracción económica internacional.
El desafío es mayúsculo para todas las naciones y en el caso de México lo es aún más pues, hasta el momento, el modelo “modelo moral” de economía propuesto por el mandatario sin lucidez durante el primer año de su gobierno, sencillamente no tiene ni pies ni cabeza para hacerle frente a un escenario de esta naturaleza.
Los resultados obtenidos por el cuatroteísmo desde diciembre de 2018 a la fecha -la verdad sea dicha- no generan confianza y mucho menos abren espacio a la esperanza, dados los elevados índices de mortandad de medianas, pequeñas y micro empresas y el contínuo aumento de pobres en el país.
Parafraseando al presidente sin gracia, como nunca antes las remesas que este año rebasarán los 50 mil millones de dólares -alrededor de un billón de pesos-, los miles de millones de los programas sociales y la elevada recaudación de impuestos han resultado insuficientes para detonar el crecimiento.
Los primeros efectos del retraimiento económico internacional ya se empezaron a sentir en nuestro país: empiezan a bajar los precios del petróleo, la inflación sigue su marcha ascendente, la generación de empleos pierde dinamismo y los proyectos de nuevas inversiones no se materializan.
Sin embargo, en el franciscano Palacio Nacional sigue la vida en rosa, donde la soberbia impide ver que nos aproximamos a pasos acelerados hacia la tormenta perfecta, que ciertamente le asegurará un lugar en la historia, aunque no será en el sentido esperado.
Negado a aceptar la realidad, el mandatario sin nombre en vez de enfocarse al diseño o perfeccionamiento de las herramientas que permitan mitigar los efectos nocivos de la recesión, persiste en su esquema de confrontación con amplios sectores de la población, justamente aquellos a los cuales ha abandonado por diferir de sus políticas.
Si no el perdón, como el que está dispuesto a llevar a cabo y promover hacia los delincuentes -por también ser seres humanos y merecer respeto-, el ejecutivo federal sin gracia, al menos debería buscar restañar las heridas y tratar de sumarlos a un esquema emergente y solidario para enfrentar las dificultades por venir.
Los mexicanos debemos estar alertas si el presidente sin lucidez, insiste en darle la espalda a la realidad que se avecina, porque si continúa con sus charadas y chistoretes de mal gusto, la pérdida de respetabilidad de la ya por sí percudida investidura presidencial, será el menos malo de los males que padeceremos de aquí a que abandone Palacio Nacional.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Los días que corren están muy lejos de ser los mejores para la chica de rojo -Claudia Sheinbaum- en medio de incendios y reparaciones del Metro, la próxima comparecencia de Florencia Serranía y los llamados de atención del Instituto Nacional Electoral – a todas las corcholatas- por andar en campaña y la creciente sospecha de que ya cayó de la gracia del mandatario sin nombre.
@Edumermo