PULSO/ Revocación probiótica

EDUARDO MERAZ

Con un índice de popularidad que ronda el 70 por ciento, según algunas encuestas, un nivel bastante alto para un jefe de Estado, ¿en verdad, la presidenta Claudia Sheinbaum, necesita allegarse vitaminas, probióticos y/o esteroides para lograr que su partido mantenga la mayoría de los puestos a disputarse en 2027?

¿Acaso le son insuficientes, los probióticos derivados de los cientos de millones de pesos de prerrogativas entregados a Morena, del control de arbitro y de juez electoral, de los acordeones puestos en práctica en la elección judicial y muchas otras marrullerías?

Tampoco le alcanzan los esteroides emanados de sus partidos aliados, los apoyos lisitos de gobernadores y presidentes municipales del oficialismo o los aportes monetarios y de “persuasión” del sector “outsider” de Morena: el crimen organizado?

¿Qué significa que un gobierno con respaldo mayoritario recurra a aditamentos vitamínicos? ¿Es acaso un síntoma de inseguridad, de desgaste anticipado, o de una ambición que no se conforma con la simple aritmética de las urnas?

Detrás de esa aparente fortaleza, se esconde la ansiedad de un poder que teme perder músculo, que se aferra a la suplementación para prolongar su vigor; de ahí, la idea de incluir la consulta de revocación de mandato en el mismo proceso de las elecciones federales de 2027

En cualquier caso, recurrir a aditamentos vitamínicos refleja problemas de salud. Y por el momento, aún no decide si son mejores las inyecciones de complejo B -perfectamente reconocido por las autoridades sanitarias (INE y Tribunal Electoral), o tomar esteroides (fórmula sustentada en financiamientos extralegales), para mantener vigoroso el músculo guinda.

Por lo mostrado hasta ahora, todo parece indicar que en Palacio Nacional están ciertos de que el envallamiento del edificio virreinal, además de expresión de aislamiento, refleja temor a una sociedad en movimiento y demandante.

Morena, el partido oficial, ya cuenta con recursos casi infinitos y todo eso constituye un arsenal de probióticos políticos: bacterias benéficas que, en teoría, deberían mantener el intestino del poder en equilibrio.

Pero la pregunta persiste: ¿son suficientes? La insistencia en la consulta de revocación de mandato, incluida en el mismo proceso de las elecciones federales de 2027, sugiere que no.

El oficialismo busca un suplemento adicional, un refuerzo vitamínico que le permita enfrentar dos males: el desgaste natural de un gobierno que acumula errores y contradicciones, y la pulsión absolutista de quienes conciben la política como un feudo personal.

En esta farmacia del poder, las opciones se presentan con ironía: inyecciones de complejo B, reconocidas por las autoridades sanitarias —léase INE y Tribunal Electoral—, o esteroides sustentados en financiamientos extralegales.

La primera opción representa la legalidad, el marco institucional que otorga legitimidad a los procesos; la segunda, la tentación de la fuerza bruta, del dinero oscuro, de la persuasión que se ejerce más allá de las reglas.

Ambas fórmulas buscan lo mismo: mantener vigoroso el músculo guinda. Pero la elección entre vitaminas y esteroides revela la tensión interna de un proyecto que oscila entre la institucionalidad y la ilegalidad, entre la transparencia y la opacidad, entre la confianza en la ciudadanía y el miedo a perderla.

El envallamiento del Palacio Nacional se convierte en símbolo de esta paradoja: refleja aislamiento y temor, es la metáfora de un poder que se protege de la sociedad, que percibe a la ciudadanía como amenaza más que como sustento.

El muro es, en este sentido, otro suplemento: una barrera física que intenta compensar la debilidad política. Como si el músculo guinda necesitara no sólo vitaminas, sino también armaduras para resistir el contacto con una sociedad en movimiento, demandante, inconforme.

La consulta de revocación de mandato, planteada para coincidir con las elecciones de 2027, aparece entonces como un suplemento probiótico de gran escala y, de antemano, nos indica que no se trata de un ejercicio democrático genuino, sino de una estrategia seguir beneficiándose de las riquezas que brinda ejercer el poder

Pero estos suplementos tienen efectos secundarios, sobre todo si se toman sin ton ni son y los riesgos de una intoxicación aguda no son descartables, sobre todo si conllevan distorsionar la voluntad ciudadana.

Si se parte del principio de que ningún gobierno es inmune al paso del tiempo, aunado a las pifias de los liderazgos morenistas, resulta utópico creer que no erosionan la confianza ciudadana.

El desgaste requiere vitaminas para recuperar energía; la ambición demanda esteroides para aumentar la fuerza.

La insistencia en la revocación probiótica sugiere que el cuerpo político mexicano enfrenta problemas de salud; que la popularidad, aunque alta, no basta para garantizar estabilidad y que el músculo guinda, aunque vigoroso, requiere refuerzos para mantenerse en pie.

Un gobierno enfermo, recurre a probióticos, vitaminas y esteroides para compensar sus carencias.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Luego del paro de agricultores hace unos días, ahora la presidenta Claudia Sheinbaum sacó a la luz su Plan Nacional de Maíz Nativo, el cual incluirá tortillas, tostadas y totopos, obvio, marca Bienestar. Ojalá con ello se logre la autosuficiencia y buenos precios para los productores.

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