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EDUARDO MERAZ
Este domingo los mexicanos votantes para elegir a los juzgadores del “nuevo” poder judicial han definido quienes lo integrarán y no habrá marcha atrás. Triunfo pingüe, si se considera el número de votantes frente a un universo de 100 millones de electores.
Cifras preliminares de casas especializadas hablan de un participación ciudadana de alrededor del 10 por ciento; proporción bastante menor si se toma en cuenta a los 60 millones de votantes de 2024 y muy lejos de los 36 millones de electores que votaron en favor de Claudia Sheinbaum Pardo.
De confirmarse estas tendencias, sería un serio revés para la actual dirigencia del partido gobernante, Morena, pues demostraría las limitantes y limitaciones ideológicas y de organización para poder movilizar al menos a su voto duro, estimado en alrededor de16 millones de ciudadanos.
Y esto se vuelve más vergonzante, si se toman en consideración los supuestos 25 millones de hogares beneficiarios de los programas sociales instaurados por el cuatroteísmo, pues demostraría la falsedad de uno de sus lemas preferidos: “amor con amor se paga”, o mejor dicho: “voto con pensión se paga”.
El segundo piso de la transformación, en vez de dinamizar la estrategia cuatroteísta, en realidad es el parapeto perfecto para que los funcionarios -originarios o no de la 4T- para comportarse como “pachás”, como vividores o mantenidos.
Los escasos o nulos resultados en la gestión presidencial durante estos primeros ocho meses, en donde la cifra nada agradable de 18 mil homicidios dolosos deambula por los pasillos de Palacio Nacional; lo mismo puede decirse de los fantasmas de desaparecido y de las decenas de fosas clandestinas distribuidas por todo el territorio nacional.
En gran medida esta elección fallida tiene su razón de ser en la negativa de la presidenta Sheinbaum Pardo de reconocer las ruinas dejadas por su antecesor, que no sólo freno avances, sino desfondó las fianzas públicas, nos vendió baratijas a precios de oro y desmoralizó a propios y extraños, al quitarle a la ley su razón de ser.
Con las manos amarradas para tomar distancia de la calamidad heredada, la habitante de Palacio Nacional y sus principales colaboradores dan muestras de la estrechez de miras y de la ambición de poder y dinero que ya no pueden ocultar.
El descaro y cinismo con el cual se mueven muchos de los cercanos a la mandataria federal no pasa ni ha pasado desapercibido para la ciudadanía que ve y sufre los constantes actos de agandalle y extorsión de los funcionarios públicos, los cuales quedan impunes por el puro mérito de vestirse de guinda.
Estas actitudes las han trasladado a todo el proceso para materializar la reforma electoral. El desaseo con la cual se formuló la iniciativa, la aprobación, los ajustes a las leyes secundarias y prácticamente cada paso dado, los hizo sentirse invencibles.
Atragantados con la supremacía legislativa, claramente representada por el senador Gerardo Fernández Noroña, estamos viendo como tal gula empieza a convertirse en secreciones de no muy agradables aromas.
Si ni siquiera alcanzan los 10 millones de participación ciudadana en la elección judicial, es porque interna y externamente, Morena ha iniciado su proceso de descomposición.
Haber ascendido al poder de manera tan rápida, a través del pirateo de cuadros, sin filtros, son la causa de la aparición de tales secreciones. ¿Habrá quien se atreva a extirparlos o ya están encarnados?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
L divulgación de sondeos sobre preferencias electorales en esta elección judicial, en donde las variables son totalmente diferentes a anteriores ejercicios de levantamiento de encuestas, está sirviendo para dividir más a quienes ya está en la Corte y quieren liderar.
